Rafael Fauquié: Las ideas…

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Las ideas viven, se mueven, crecen, respiran. Impulsan a los hombres desde afuera y desde adentro de ellos mismos.

Al pensar, los hombres dialogamos con un cosmos de ideas que nos rodean: aplastándonos o alimentándonos, amordazándonos o estimulándonos.

Al pensar, los hombres nos hacemos responsables del mundo: todos somos el mundo porque todos lo hemos ido dibujando con nuestros pensamientos.

Por las ideas nos relacionamos con el universo. Ellas son nuestra atalaya de él.

Más que la realidad, nuestra percepción de la realidad; más que el mundo, nuestra legibilidad del mundo; más que la voz del tiempo, nuestra manera de escuchar el tiempo…

Ideas para crear, para discurrir, para imaginar. Ideas que son verdades parciales: síntesis de lo que aceptamos y rechazamos, de lo que asumimos falso o de lo que creemos verdadero.

Las ideas son dueñas del secreto del tiempo: en su vivacidad, en su brillo, vive la eternidad de los instantes. Insustituible, definitiva, siempre útil, siempre inteligibilidad viva, lectura, impresión, imagen, recuerdo: una idea…

Las ideas son como los ángeles: nos rodean por todas partes, nos acompañan a todos lados, todos podemos ser guiados por ellas. Ideas para dibujar el mundo y el tiempo. Ideas que nos los muestran, más que como son, como creemos que son o como quisiésemos que fuesen.

Todos los hombres, dijo Borges citando a Coleridge, son aristotélicos o platónicos. Aristotélicos son aquéllos que convierten sus ideas en categorías de signos con las cuales entenderse con el universo. Platónicos son los que convierten sus ideas en dibujos de un subjetivo mapa del cosmos. En el primer caso, las ideas son herramientas, fórmulas, asideros; en el segundo, alegorías. Para los aristotélicos, las ideas son la consistente arquitectura de un espacio, por sobre todo, inteligible -o que debe ser convertido en inteligible por la razón humana. Para los platónicos, las ideas conviven muy estrechamente con las intuiciones y las ilusiones; todas dibujan la metaforización de un universo maravillosa e irrealmente inatrapable. De un lado, las ideas son soporte definitivo en la comprensión del cosmos; del otro, hitos del interminable asombro humano.

 

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