La ira es una locura de corta duración. Horacio.
En el bienio 2022-2023, el régimen de Maduro comienza una extraña mutación, un proceso de decadencia ética y moral, que fue siempre su condición, pero que esta vez se hacía más evidente, esa mutación se compuso de dos fases una marcada por la posverdad y la recuperación económica y otra marcada por el desmantelamiento de la utilería de bienestar y otros juicios manidos, la presencia de mas de 700 días sin aumento salarial, la crisis de la demanda explicada en la destrucción y bonificación del salario y una evidente desigualdad social, “daban cuante de la fractura del contrato social y la desesperanza generalizada” (Stiglitz, 2007), los estertores de una democracia inexistente y demolida, daban paso a un estado de iniquidad y de falsa bonanza, en el cual la ausencia de posibilidades de integración social, definen en toda su extensión los rigores de la pobreza, que no es otra cosa que la imposibilidad de tener acceso a los mercados de bienes y servicios.
La frenética y furiosa Venezuela de maduro, exhibe a guisa de Jano bifronte dos realidades la de las élites militares, políticas, económicas y hasta académicas quienes exhiben sin ambages morales, un estilo de vida incompatible con los ingresos devengados de manara honesta, en cualquiera de las exiguas esferas privadas del país, esas élites devenidas “camarillas asociadas al poder se encargan de extraer y depredar los recursos, extraen las rentas y depredan los recursos naturales” (Mills, 2000), en tal sentido las élites políticas del régimen y quienes sirven de oposición de benefician del status quo de la crisis, esa emergencia pestilente que parece mantenerse sempiternamente en este país de furias, rencores, irascibilidades e irracionalidades, no hay escape para las virtudes, ni cabida para los hábitos que modelan el carácter, lo triste es quienes preconizan este discurso, tienden a ser los más violentos y furibundos actores de sus bajas pasiones al defender posturas.
El Ostracismo, es el castigo que se incardina con la violencia simbólica, de quienes ejercen el poder, reclamar algún derecho en la furiosa Venezuela de Maduro, es una condena al ejercicio del atropello o al exilio de la razón, es imposible encontrar algún amago de virtud, de valentía, de templanza, en fin han ganado terreno los vicios y los malos hábitos, hasta la esfera académica desarrolla una suerte de neo ciencia del horror, una razón técnica y metodológica, absolutamente petulante, en la cual se intenta hacer ciencia en donde no la hay, además de imitar la furia de su contraparte opresora, quienes los sostienen a manera de retorcidos Mecenas del horror y de la furia, mientras tanto el 2023 recién culminado fue el año de la caída de la posverdad, de aquella recuperación económica de utilería que cayó de hinojos en aquel agosto negro de 2022, las fallas de base en lo económico se mantienen, el financiamiento desde el BCV, hasta PDVSA, la brutal contracción del ingreso y la entrega de bonos, uno a través de la plataforma Patria de sesenta dólares ( 60$), ofrecidos a través de un mecanismo, inseguro, poco confiable y discrecional, como la plataforma Patria y el otro un bono para alimentarse de 40 dólares (40$), cuya cobertura es de 7.79% de la canasta alimentaria dejando a 92,21% en déficit de compra, de allí que cualquier medida de la pobreza por la vía del ingreso da cuenta de una sociedad de sobrevivientes, nadie en su entero juicio puede hablar de bienestar.
Somos además una suerte de pobres inusuales el PNUD, define que quien posea tres grados de escolaridad, es decir carrera larga estaría exonerado de la pobreza multifactorial, eso en nuestro furioso país, ha cambiado y por el contrario a mayor formación menores ingresos, quienes ostentan títulos de cuarto y quinto nivel y han dedicado su vida a enseñar en las universidades, han sido defenestrados de sus sitiales de élites académicas y depuestos, por las camarillas asociadas al poder, el chavismo es una suerte se serpiente marina, que nos ahoga como al sacerdote de troyano de Apolo Laocoonte, pues ha permeado todos los rincones de la vida cotidiana.
También somos estructuralmente pobres, además de pobres en la lengua y el espíritu, estas constituyen la mayor de las pobrezas, un país saqueado, en el cual “ la élite revolucionaria, quien despreciaba los hábitos de la burguesía, ahora se apoltrona en el sillón de aquellos que ha depuesto y emula los patrones aburguesados” (Michels, 1995), este premio a la impúdica manera viciosa, empuja a amplios sectores sociales a formar parte de la camarilla y de la elite del poder.
Cifras gruesas:
* Venezuela ostenta un tipo de cambio, artificialmente sobrevaluado, solo en enero se han adjudicado 366 millones de dólares y la brecha entre los esquemas oficiales y paralelos se mantiene en 6,34, el BCV, ha intervenido 22% más este año que en 2023.
* La República ha facturado en promedio 6 mil millones de dólares, de allí viene el músculo para financiar la costosa y distorsionante política de adjudicaciones.
* La sobrevaluación genera que se obtengan menos bolívares por dólares, generando la pérdida del poder de compra de la divisa en la economía doméstica, eso que llaman erróneamente inflación en dólares.
* Amplios sectores sociales viven con 25 dólares al mes, los pensionados, siendo estos el sector más vulnerable y definiendo al régimen como promotor de una discriminación hacia los ancianos conocida como edadismo.
* El sector salud y educación están técnicamente desmantelados, médicos y docentes financiamos nuestro trabajo, hasta que la suma de des utilidad, destruya la vocación, no hay vocación con hambre.
* La estabilidad ficticia del TC y de los precios, descansa sobre el hambre del 80% de la población en tal sentido, el régimen se mantiene sobre las ruinas del bienestar y la destrucción del crédito.
Para colofón, ahora estamos signados por la furia bolivariana, una reedición horrida de la guerra a muerte, pero contra quienes piensen distinto, país de furias, de ira y de encuentros acomodaticios, de asedio de virtudes y de triunfo de la inmoralidad.
Referencias.
Michels, R. (1995). Partidos Políticos. Londres: The New Press.
Mills, W. (2000). The power of Elite. Oxford: Oxford University.
Stiglitz, J. (2007). El precio de la desigualdad. Máxico: Taurus.
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