Luis Barragán: Gramsci y el recetario estratégico

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Pendiente todavía de concluir un extenso texto de Lawrence Freedman, como “Estrategia una historia” (2016), reafirmamos nuestra convicción en torno a una materia, o, mejor, un oficio de difícil aprehensión para el no ejercitante: la política. En más de mil páginas que se nos han hecho difíciles por su formato (PDF), celebramos la claridad creciente del problema (y del análisis) estratégico, susceptible de una esquematización y desarrollo teórico de un enorme valor, pero también del extraordinario e indispensable papel del olfato político.

Ocurre en otros ámbitos y disciplinas del quehacer social, el asunto está muy asociado a la vocación y el talento naturales a desplegar en la búsqueda y conquista del poder. Por supuesto, importa el aprendizaje y, mucho, la experiencia acumulada, pero no bastando el deseo, el mero acto voluntario y el solo afán personal, por marcados que fuesen, nada se hace huérfanos de toda capacidad de oler las posibilidades, circunstancias y oportunidades que asomen y permitan profundizar en un camino acorde a nuestras metas y propósitos.

La clave no está en inventar el agua tibia a todo trance, sino en descubrir inmediatamente el camino más adecuado, preverlo hasta donde sea posible, a sabiendas de una leal y desleal competencia de factores que no debemos jamás subestimar. Nadie puede celebrar un largo seminario, tedioso y complejo, cada vez que se ofrezca un problema en el curso real, constante, sonante y hasta peligroso del juego político: la inspiración personal, instantánea y gratuita, repentina y prometedora, varias veces ocurre, es de una crucial importancia.

Concierne directamente a los grades decisores, incumbe a los que son verdaderamente actores en el proceso político, compromete a los que personalmente gozarán o sufrirán las consecuencias de sus dictámenes. Con razón, Antonio Gramsci observaba: “La intuición política no se manifiesta en el artista, sino en el ´jefe´, y ha de entenderse por ´intuición´ no el ´conocimiento de los individuos´, sino la rapidez para conectar hechos aparentemente ajenos unos a otros y en concebir los medios adecuados al fin, para descubrir los intereses que están en juego y para suscitar las pasiones de los hombres y enderezarlas a una acción determinada” (“Antología”, 1978: 304).

Existen pautas y referentes consolidados en el tiempo, mas no recetarios estratégicos de escolar e infalible aplicación. Por ello, en la coyuntura actual, nos parece válida la opinión del sardo respecto a la jefatura y a la feliz intuición política, por supuesto, comprobadas.

@LuisBarraganJ

 

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