3 de febrero de 1795, fecha natal del general en jefe Antonio José de Sucre. (Antoñito para sus familiares y allegados).
Héroe en la guerra gigante en la paz. El Gran Mariscal de Ayacucho y los niños de la calle
Nuestro egregio paisano fue: el Pionero de la Ingeniería Militar en Venezuela, Precursor del Derecho Humanitario Internacional, el primero en dictar un Decreto sobre el Aseo Urbano en América, (19 de agosto de 1822). Aplicó, el 9 de enero de 1825, el Principio de Autodeterminación de los Pueblos, muy adelantado para la época.
El Libertador lo denominó El Abel de América, y fue a la única persona a quien le escribió en enero de 1825, una biografía: Resumen sucinto de la vida del general Sucre.
Después de haber ejecutado exitosamente la Campaña culminada con la Batalla de Ayacucho, Cumbre de la gloria americana, el 9 de diciembre de 1824, Sucre recibió instrucciones de El Libertador, para trasladarse hacia el Alto Perú -hoy Bolivia.
En esa importante región realizó durante dos años y siete meses, grandes obras y disposiciones muy recordadas por sus pobladores. Podemos mencionar: la creación de la Universidad de La Paz, la Academia Militar de Chuquisaca, (hoy Ciudad Sucre, capital de Bolivia), construcción de caminos y carreteras; sacó los cementerios de las iglesias, construyéndolos cerca de las ciudades; incluyó el inglés, el italiano y la astronomía en los estudios medios; creó hospicios para los indigentes, prohibiendo la mendicidad , responsabilizando al Prefecto de la ciudad por tal cumplimiento; igualmente decretó la Amnistía General, la libertad de Cultos y de Prensa.
Fundó escuelas de minería, rebajó los impuestos, auspició el aumento de la producción de añil y el desarrollo textileo para aumentar el empleo, protegió las lagunas, fundó un periódico en La Paz, (El primero de Bolivia), reorganizó la Casa de la Moneda, mejoró los hospitales, protegió las ruinas preincaicas de Tiahuanaco, rectificó los planos de la Catedral de La Paz, mejoró el diseño de la Catedral de Chuquisaca.
En síntesis, se esmeró en gobernar a todos, para todos y por el bien de todos.
Una faceta poco conocida fue la de su benignidad en la atención de los huérfanos de los valerosos soldados fallecidos en combate.
Con la finalidad de utilizar los conventos y monasterios para alojar a los niños y las niñas, le escribió al Papa León XII, explicándole su preocupación por los menores abandonados, solicitándole autorización para atender y resguardar a los huérfanos; la respuesta fue positiva, acompañada de la Bendición Apostólica.
A tal fin utilizó el Convento de San Agustín para los niños y el de Santo Domingo para las niñas, asignándoles 5.000 pesos anuales para su funcionamiento.
Los menores recibían excelente atención referida a: alimentación, uniformes, salud, formación moral y vocacional.
Los varones aprendían oficios de: carpintería, agricultura y albañilería.
Las niñas recibían formación de: bordado, cocina y repostería.
Todos recibían Religión, Dibujo, Pintura y Aritmética.
El responsable de la coordinación, supervisión y ejecución era el Director de la Enseñanza Pública.
El 18 de abril de 1828, en Chuquisaca recibió un alevoso atentado por parte de sus enemigos gratuitos, que le fracturó el antebrazo derecho, de allí el cognomento de El Manquito.
Era Sucre la continuación de la obra de Bolívar, quien lo denominaba Mi otro yo.
Sin ambiciones políticas e imposibilitadas para ejercer la Presidencia, dejó el poder al Jefe del Gabinete, mediante un mensaje-despedida al Congreso de Bolivia, leído el 2 de agosto; entre otras consideraciones, dijo:
Llevo la señal de la ingratitud de los hombres en un brazo, cuando hasta en la guerra de independencia pude salir sano… no he hecho gemir a ningún boliviano, ninguna viuda, ningún huérfano solloza por mi causa… he señalado mi gobierno por la clemencia, la tolerancia y la bondad.
En el término de mi vida veré mis cicatrices y nunca me arrepentiré de llevarlas, cuando me recuerden que para formar a Bolivia preferí el imperio de las leyes a ser el verdugo o tirano, que llevará siempre una espada pendiente sobre la cabeza de sus ciudadanos. (Fin de la cita).
La educación es el origen de los buenos ciudadanos y magistrados. Antonio José de Sucre.
Corazón más puro que el de Sucre, no ha palpitado en pecho alguno Mariana Carcelén y Larrea, viuda del Gran Mariscal de Ayacucho.
En República Plurinacional de Bolivia, el 1ro de octubre de 1940, se declaró el 3 de febrero: Día Cívico, en homenaje a nuestro paladín cumanés.