Inmaculados demócratas ponen el grito en el cielo por una expresión sacada con pinzas de un discurso del presidente Nicolás Maduro sobre ganar por las buenas o por las malas.
Más allá de qué tan quirúrgicas hayan sido esas pinzas y de si la frase fue mal dicha o mal interpretada, el tema da para intentar un rápido recuento de los intentos (exitosos y fallidos) de llegar al poder por las malas en nuestra atrabiliaria historia del siglo en curso.
Comencemos por soltar unas carcajadas a propósito de los inmaculados demócratas porque la mayoría de ellos, ellas y sus organizaciones políticas, ONG y medios de comunicación están marcados por el pecado original del «por las malas», en el que casi todos, además, son reincidentes contumaces.
[Antes de que algún impaciente salte a exclamar: «¡Ajá, y qué me dices del chavismo!», reconozcamos sin demora que el Movimiento Bolivariano Revolucionario 200, semilla del actual Partido Socialista Unido de Venezuela, se presentó en sociedad en 1992 con una violenta insurrección en la que hubo plomo verdadero y, en consecuencia, ciudadanos fallecidos. Que conste en acta. La única diferencia —y no resulta pequeña— es que el comandante Chávez admitió su responsabilidad y llamó a evitar un mayor derramamiento de sangre. Los inmaculados demócratas, en cambio, nunca han admitido nada y algunos parecen querer siempre que haya más sangre derramada, mientras no sea la de ellos, lógico].
Vamos a hacer un breve catálogo de las jugadas «por las malas» de estas castas palomas de gentil plumaje que se horrorizan con un discurso y salen a denunciarlo a la comunidad internacional, que a su vez se horroriza también, mientras participa o tolera un genocidio en Palestina. Como una historia tan larga y culebrera requiere de gran paciencia, la vamos a dividir en dos entregas.
El 11 de abril de 2002. La inauguración formal de la ruta mala para llegar al poder se produjo en esta fecha ya remota. Ese día, de hecho, los factores de la derecha llegaron al poder y no fue por las buenas. Aquí participó casi todo el mundo opositor: los viejos partidos desplazados; los nuevos partidos de la juventud facha; la oligarquía prácticamente en pleno; la dirigencia empresarial; los sindicalistas mafiosos resistentes al cambio; la jerarquía eclesiástica; los dueños de medios de comunicación y un gran contingente de periodistas; ONG de toda laya; una facción muy reaccionaria de la Fuerza Armada y de los cuerpos policiales y una élite de gerentes petroleros muy ufanos de sus propios méritos. Sólo unos pocos de los que participaron en eso han expresado arrepentimiento. O, para aclarar, sí han dicho que se arrepienten, pero de no haber completado el golpe de Estado con un magnicidio. ¡Tan demócratas que son!
El 12 de abril de 2002. Si quisiéramos ilustrar una situación nacional en la que una toma del poder por las malas se mostró al mundo sin ningún recato, esa escena es la autojuramentación del gris personaje Pedro Carmona Estanga, su decreto de tierra arrasada y la complacencia de todos los participantes en el golpe (más un montón de asomados y pescueceadores) en un Salón Ayacucho del palacio de Miraflores, previamente desvestido de Simón Bolívar. Si el derrocamiento en sí puede encontrar alguna justificación en los vertiginosos sucesos del 11, la patada a la Constitución llevada a cabo el 12 no tiene excusa democrática posible. Por cierto, unos cuantos de los que estuvieron en el aquelarre de Miraflores esa nefasta jornada están entre los que denuncian a Maduro porque los amenazó con ganar por las malas. Nos extraña, chalecos, porque los conocimos sin mangas.
Paro-sabotaje petrolero y patronal. Cuando Chávez ¡volvió, volvió, volvió!, no lo hizo malamente. Por el contrario, mostró un crucifijo y perdonó a buena parte de los conjurados, incluyendo a los ufanos gerentes de la élite de Pdvsa, quienes volvieron a sus cargos. Pero, a los siete meses estaban ya montados en la siguiente maquinación: el paro petrolero y patronal «¡Hasta que se vaya!». Con el apoyo de los fanatizados medios de comunicación, se paralizó la industria petrolera, buena parte del resto del aparato productivo y se decretó, incluso, la suspensión de la Navidad. ¡Hasta dieron un cacerolazo a la hora de la llegada del Niño Jesús!… ¿Podrá haber algo más por las malas (leches) que eso? Y, de nuevo, unos cuantos de los que perpetraron este atentado contra la economía nacional, la paz interna y las normas democráticas andan por ahí rasgándose las vestiduras y posando como demócratas amenazados por un gobierno tiránico. El que no los conozca que los compre.
El plan del Paraco Mayor. En 2004, hace ya dos décadas, se descubrió otro complot para desplazar ilícita y criminalmente al presidente Chávez y muy probablemente detonar una guerra fratricida en Venezuela. En las afueras de Caracas estaba acantonado un grupo de paramilitares colombianos que simularían (con uniformes, insignias y armas de la FANB) una insurrección militar que, a su vez, derivaría en enfrentamientos y matanzas. Detrás del plan estaba el Paraco Mayor, por ese entonces presidente de Colombia. Esta fue una fórmula «por las malas» y con el estilo inconfundible de la sociópata ultraderecha de la hermana República. [Son, por cierto, los mismos que ahora, veinte años después, están buscando la manera de aplicarle la receta a Gustavo Petro, del lado allá de la frontera].
El «invento» de la guarimba. Ya casi nadie se acuerda de que las guarimbas nacieron también en 2004 porque era un plan muy vinculado al anterior, al de los paramilitares. Algunos le atribuyen su invención a Robert Alonso, más conocido como “el hermano de María Conchita” (¡vaya que acapara méritos este señor!), pero la verdad es que cerrar calles, quemar basura, amedrentar a los propios vecinos es otro de los muchos inventos de la CIA, ayudada por sus asesores académicos, como el reputado profesor Gene Sharp, el teórico del golpe blando. La tesis central es que ese tipo de manifestaciones pasa por ser una lucha legítima de la sociedad civil si se practica contra un gobierno de izquierda o de cualquier signo, pero que esté enemistado con Estados Unidos. Si es contra uno de derecha, amigo o lacayo de Washington, entonces es vandalismo y terrorismo puro.
La «Calentera». Fue la reacción violenta al resultado electoral de abril de 2013, en un país muy sensibilizado por la reciente muerte del comandante Chávez. Nicolás Maduro triunfó sobre Henrique Capriles Radonski y este, fuera de sí, llamó a sus partidarios a descargar la “calentera” (o una palabra parecida) y eso produjo catorce muertos, entre ellos algunos niños. El supuesto fraude nunca estuvo ni cerca de ser demostrado y tuvo episodios tragicómicos como el hecho de que el candidato derrotado impugnó los resultados en mesas donde él había ganado. Capriles es hoy uno de los más “inmaculados” demócratas de todos cuantos posan de tales.
La Salida. Una reedición de las guarimbas de diez años antes, pero con muchos más recursos y capacidad destructiva. Se desató la modalidad del ataque a personas sospechosas de ser chavistas, materializado en la colocación de guayas a lo ancho de una calle y a la altura ideal para degollar motorizados. Se atacó y en varios casos se asesinó a quienes trataban de cruzar las barricadas, incluyendo funcionarios de los cuerpos de seguridad y a civiles, entre ellos una señora embarazada. Los protagonistas de este capítulo fueron Leopoldo López, Antonio Ledezma y María Corina Machado. López fue procesado judicialmente y fue por ello que terminó sentenciado y estuvo en prisión. Negoció arresto domiciliario y de allí se fugó para dar un golpe de Estado, tras lo cual se asiló en la embajada de España y luego huyó a ese país, donde vive como un pachá. Algo parecido ocurrió con Ledezma, mientras Machado salió impune de todo esto [Las fugas y la impunidad ameritan reflexión, debate y explicaciones por parte de los poderes públicos, pero ese es otro tema].
La guerra económica interna. Patrocinada por Fedecámaras y otras organizaciones empresariales que se dedicaron a elevar precios, esconder productos, despedir empleados y atizar la especulación cambiaria. Se le hizo la vida imposible al pueblo durante un dramático período de interminables colas y de reinado de la reventa a precios de escándalo (el desmoralizante “bachaqueo”). Ese clima insoportable se utilizó como argumento para ganar las elecciones parlamentarias de 2015, por lo que bien puede afirmarse que esa victoria también fue “por las malas”, toda vez que se alcanzó mediante el chantaje, la extorsión y el engaño.
Fomento de la migración y su uso político. En este mismo orden, la oposición fomentó la migración masiva de venezolanas y venezolanos, para utilizarla como recurso propagandístico (huyen de la ruina socialista, fue la narrativa reiterada) y para “chulear” recursos de gobiernos extranjeros y entes internacionales. Los mismos que estimularon la salida de grandes contingentes de individuos pobres y de clase media, se dedicaron a difamarlos, calificándolos de enfermedad contagiosa y procurando que “la crisis migratoria” diera pie a una intervención militar unilateral de Estados Unidos o de una fuerza multinacional. Nada de esto califica como “por las buenas”… ¿O sí?
Golpe parlamentario (desiderativo). Luego de la amplia victoria de la oposición en las elecciones legislativas de 2015 (un momento especial en el que actuaron “por las buenas”, aunque con los bemoles ya referidos de la guerra económica para llevar al electorado a la desesperación), las fuerzas políticas triunfantes consideraron que era el tiempo de un golpe parlamentario al estilo Honduras o Paraguay, de modo que el veteranísimo político de cuarta (República), Henry Ramos Allup, anunció que la Asamblea Nacional dominada por la derecha derrocaría a Maduro en el plazo de seis meses. ¿Esto se puede tipificar como por las buenas o por las malas? Bueno, en todo caso, no les salió la jugada. Ramos Allup, se quedó en el terreno desiderativo y ya sabemos que deseo no empreña.
[Los invito a leer, en la octavita de Carnaval, la segunda parte de este resumen, en la que rememoraremos la instauración de las medidas coercitivas unilaterales y el bloqueo; las guarimbas de 2017; el magnicidio frustrado; la autojuramentación; la invasión humanitaria con concierto incorporado; los apagones de 2019; el golpe de los plátanos verdes; la Operación Gedeón; los llamados a la aplicación del TIAR y de la Responsabilidad de Proteger (R2P); el lema “todas las opciones están sobre la mesa”; la extensión arbitraria de la vigencia de la Asamblea Nacional electa en 2015; el robo de Citgo, Monómeros y el oro depositado en Inglaterra; las cinco tramas golpistas de 2023; las primarias hechas a la medida; la “denuncia” de Venezuela como gran productor mundial de cocaína… y cualquier otra cosa que aparezca en el camino].
Dedicatoria: Este artículo en dos entregas es un tributo a la memoria de mi amigo Jorge Recio, recientemente fallecido, fotógrafo sobreviviente a un disparo en la columna vertebral durante los sucesos del 11 de abril de 2002, cuando los inmaculados demócratas intentaron tomar el poder por las muy malas.