Mientras la fecha electoral es mantenida deliberadamente en el limbo, se multiplican los embates desde muy diversos flancos contra María Corina Machado, quien está enfrentando el día a día de la ruta hacia la inscripción de su candidatura presidencial en medio de un incesante huracán.
Es una zona de creciente turbulencia que agitan varios actores. Desde la cúpula gubernamental no se escatiman recursos judiciales; es incansable el bombardeo propagandístico y al mismo tiempo se sirven de sumisos alineamientos y cómplices silencios mediáticos. El candidato en el poder dilapida una ingente suma en una adelantada campaña electoral con uso desorbitado de los medios públicos. La estructura del PSUV está movilizada barrios adentro.
Desde la Asamblea Nacional, en la práctica monocolor, saltan de la chistera de su presidente sobrevenidas maniobras parlamentarias para exacerbar el ventajismo electoral. Y allí mismo operan los minúsculos y muy complacientes grupos políticos, sin mayor calado en la población, salidos de la tristemente célebre «Operación Alacrán». Para ellos todo va más que bien. Consenso, paz y prosperidad. Sin ninguna posibilidad de éxito electoral y con muy poco futuro político, les basta con una sobrevivencia parasitaria indefinida.
A Machado la fustigan airadamente otros candidatos, incluso quienes hasta ayer fueron furibundos opositores al régimen, pero hoy se exhiben con piruetas discursivas cada vez más convergente con la prédica oficialista. Ya sin grafito, sólo borran y se desdibujan.
Por rutinaria perversión están también aquellos «candidatos», mandaderos del oficialismo que sin disimulos se han encargado de servir los escenarios para que entre en acción el envilecido aparato institucional que controla el chavismo. Amenazan inclusive, descaro inaudito, con arrebatarle el partido a Machado.
Y para colmo de males han vuelto los hostigamientos de corte violento, que ponen en riesgo la integridad física de la ganadora de las primarias, para impedirle sus recorridos por el país, como acaba de ocurrir en Charallave. Por lo que se ve, no les basta inhabilitada. La quisieran también callada, desmovilizada y tanto mejor fuera del país.
Hay otros emplazamientos, y son los de aquellos sectores opositores que han declarado el apoyo a Machado pero, dando por hecho la imposibilidad de su habilitación, le exigen que abra de una vez la negociación sobre una candidatura distinta a la suya. El candidato emergente que el voto de los venezolanos lleve a la presidencia para iniciar sin demora el proceso de cambios en el país.
El objetivo primordial de la inmensa mayoría de los venezolanos es salir de Maduro y su cúpula. Pero aparejado y consustanciado con ello, está la decisión, plasmada en las primarias, de que sea Machado quien llegue a la presidencia. Ha motorizado sin duda la más grande fuerza emocional desde Chávez. A las claras y a corto plazo hoy el primer objetivo es mucho más factible que el segundo.
Que Machado llegue a la presidencia antes de que el importante capital político que ha acumulado se diluya, implicaría la construcción en el 2025 de fórmulas relegitimadoras, que permitan un nuevo concurso electoral y la renovación de las instituciones fundamentales.
Todo parece indicar que el momento de la sustitución llegará. La obstinación del régimen en aferrarse al poder, mucho más ahora que se asumen pieza estratégica en la conformación de un nuevo orden mundial contrapeso de los Estados Unidos, la burla que ha hecho de los acuerdos de Barbados y el temor a la justicia por un cuarto de siglo de tropelías, dicen de las enormes resistencias que deberá enfrentar no sólo Machado, sino todo el pueblo venezolano para sacarlos del poder electoralmente.
Las trabas que ya se han asomado desde sus potenciales aliados radican en que no todos se sienten invitados a la Gran Alianza Nacional. Temen que Machado, quien obviamente tendría la primera palabra en una eventual designación del abanderado emergente, imponga unilateralmente y/o con prescindencia de ellos su sustituto.
Una puja que seguirá arrojando noticias en lo inmediato. Que todo se resuelva unitariamente por el bien de Venezuela. Lo contrario sería permitirles que echen el cerrojo definitivo a la democracia venezolana.
Periodista – Exsecretario general del SNTP – @goyosalazar