Es la configuración por ansiedad, del líder en jefe del chavismo, al fundamentarse en la filosofía de Maquiavelo sobre: ‘el fin justifica los medios’ al proferir tan sarcástica y desafiantemente, “ganaremos por las buenas o por las malas” para llevar a cabo el desarrollo del proselitismo electorero con pretensiones evidentes de apropiarse reiteradamente, del poder (detentación) y proseguir su expoliación pese a lo tantos señalamientos con los que se le tacha por sus actitudes dictatoriales, grotescas e impasibles ante las necesidades de la comunidad nacional ostensibles sobremanera, en la provisionalidad de los servicios básicos, así como en la de servicios médico asistenciales, todo lo cual se ha traducido en una migración masiva de venezolanos, cercana a la diáspora de unos seis millones de connacionales, según la ONU, en busca de opciones acordes con las necesidades que no pudieron satisfacer en su Venezuela oprimida por víctimas en extensión, de la imposición virulenta de una doctrina retardatoria, régimen al cual se pretende continuar induciendo solo por la avidez de poder con apoyo de un pueblo defraudado y en pobreza extrema al que se lisonjea con bonos hambreados y bolsas de comida intragable, que jamás compensarán las deficiencias desidiosas gracias a los desatinos socioeconómicos de un chavismo desfasado e histrión por su egocentrismo pertinaz; que quizá, es por lo que la CE pide justificadamente, ‘elecciones libres y justas en Venezuela’, como primer paso hacia la democracia; petición que no debería mal interpretarse como de injerencia, sino de inquietud por el bienestar de una nación con nexos atávicos al continente europeo, aun desde mucho antes de la existencia de España. Por su parte, EEUU asevera enfática y responsablemente, “nos interesa el proceso, no el candidato”.
