Hoy celebramos el Día de la Juventud venezolana. Recordamos la gesta heroica de La Victoria. En 1812, bajo la dirección de José Félix Ribas, la juventud venezolana tuvo su bautizo de sangre. Jóvenes estudiantes y seminaristas ofrendaron sus vidas en defensa de la independencia de nuestro país y la libertad de nuestro pueblo.
Lucharon denodadamente contra Boves y sus bárbaros. Triunfó la juventud caraqueña. Desde entonces se celebra la gesta heroica que fue descrita en páginas indelebles por Eduardo Blanco, en Venezuela heroica.
Hoy Venezuela vuelve a tener su destino en las manos de sus jóvenes. La patria adolorida coloca su esperanza en los hombros de sus jóvenes. Es en ellos, muchachos y muchachas venezolanas, en quienes ponemos la esperanza de una patria mejor.
Ellos, sin embargo, tienen derecho a reclamarnos el estado en el que les estamos dejando el país. En efecto, les estamos dejando un país en condiciones muy deplorables. Un país dividido y empobrecido. Un colapso institucional, un régimen autoritario y arbitrario. Una economía enferma de inflación y de recesión. Una nación en la que prevalece la pobreza, el hambre, el desempleo, la desnutrición, la desesperanza y la catástrofe educativa.
Felizmente, la juventud no se deja arrebatar la esperanza y el orgullo de ser venezolanos.
Acabamos de ganar la Serie del Caribe en el beisbol profesional con los Tiburones de La Guaira. Ese hecho nos llena de alegría y nos hace recuperar la confianza en nuestras capacidades como pueblo. Sí, pudimos. Cuando nos proponemos un proyecto ambicioso somos capaces de alcanzar resultados notables.
Venezuela espera de sus jóvenes que la ayuden para alcanzar notables resultados. Que la ayuden a alcanzar un futuro mejor. Con más y mejor democracia, con progreso económico, con empleos modernos, productivos y bien remunerados, con niveles de pobreza muy reducidos, con más y mejor educación, sin corrupción, con salud y agua potable para todos, con electricidad y gasolina. Con escuelas bonitas y maestros bien preparados y bien remunerados. Con educación superior de alta calidad.
La juventud venezolana señala el camino hacia un futuro de progreso y de bienestar.