A Daniel Prieto Castillo, donde se encuentre.
En Quito, entre alturas y brumas, Adolfo Herrera E, (QEPD) conoció a Daniel Pietro C. Filósofo, Educador, Comunicador, Investigador, con pasión por Don Simón Rodríguez. Conoció el pensamiento sobre pedagogía, lingüística y semiótica entre los que, manejaba el Maestro del Libertador. La empatía fue inmediata. Adolfo no descansó hasta que Prieto Castillo vino a Venezuela, compartiendo su extraordinaria cultura, su generosa sabiduría, sus acertados comentarios sobre la educación universitaria en América Latina. Daniel, de Mendoza, Argentina, había salido al exilio en México. Consecuencia de la dictadura y después de vivir en Ciudad de México, fue a Ecuador, Quito, contratado por (CIESPAL) el Centro de Estudios de Periodismo para América Latina. Fuimos amigos, cómplices, discípulos y colaboradores de los trabajos, de la prédica sobre los temas anunciados. Nos sentíamos sus alumnos, a pesar de que, era más joven que nosotros. Gran maestro, aprendimos sus enseñanzas. Las clases resultaron inolvidables. Debo recordar, he sido afortunada. Tuve grandes, excelentes y los mejores profesores de la Venezuela generosa y abierta al conocimiento universal, lamentablemente, hoy depauperada intelectual y culturalmente. Sin embargo, como docente, sigo repitiendo cuestiones; consideradas vitales para la organización, el logro y el triunfo de algunas tareas.
Uno de los momentos cumbres, en la clase, de Pietro Castillo, fue la discusión sobre el estudio de los tres grandes clásicos de los griegos: Sócrates, Platón y Aristóteles. Alguno de los asistentes, murmuró en voz baja: “¿Otra vez?” “¿los filósofos griegos?”” ¿Para qué?” Daniel sonrió y contestó: “Estimados, de los griegos para acá, no hay nada nuevo bajo el sol. Lo siento repasaremos a los griegos”. Tenia toda la razón. Volví a oír sobre el “animal político”, el “zoom politikón” de Aristóteles, estudiado en el curso de Introducción a la Filosofía, en la escuela de periodismo, del recordado, comunista utópico, Profesor José R. Núñez Tenorio. ¿Volver a los griegos? ¿Al estudio de la “polys” y sus características? El mensaje ha vuelto a mí, en estos días aciagos vividos en nuestra Patria.
¿Por qué volver al zoom politikón? De los peores errores cometidos en nuestro país fue y es, no diferenciar al verdadero político, del politiquero o del politicastro. Plantear la tesis del apoliticismo como buena, es una postura equivocada. Aristóteles nos definió como “animal político”. Exacta conceptualización. No así la generalización, que se ha hecho con relación a la práctica política. Si seguimos a otro de los grandes, Karl Deustch, la “Política es, la ciencia de lo posible” [1] se puede una, dar cuenta de la trascendencia de conocer, aún cuando sea un poco de esa “politeia”, de la que, con pasión habla Aristóteles. Dar una respuesta pragmática, a la discusión teórica. Prieto Castillo se extasiaba al hablar de la concepción, concreta y pragmática de la política, frente a los” politiqueros” de oficio. En efecto, se trata de “ciencia de lo posible”. ¿Quién la hace posible? El humano, transformado en ciudadano, desde el animal político. ¿Qué es lo propio de esa acción? La búsqueda del bienestar de la ciudadanía. ¿Cómo? Se ha usado y abusado al definir a los “políticos”, como si de una caterva de bandidos se tratara. Se ha mal utilizado el lenguaje, con intención retorcida. Lo que quieren, lo que buscan, es que, por temor, al no saber, ni gustarles la política, hablan mal de todos, etiquetándolos como sí fueran “politiqueros o politicastros”, a los políticos de verdad. Imprescindible y necesario usar las palabras correctamente. El idioma español es riquísimo. Basta de eufemismos. A veces calan en el pueblo, pero pierden la carga idiomática necesaria, para reconocer de qué se está hablando o escribiendo. Recuérdese, tenemos por delante, generaciones nuevas que deben nutrirse en lo posible, de lo poco o mucho que les podemos transmitir y enseñar. Me refiero al término “alacrán”, por ejemplo. ¿Qué se quiere significar con esa denominación? Un traidor. A quien oculta, sus verdaderas intenciones, en el peor de los casos. Se trata, realmente, de un politicastro o politiquero, pretende con su acción, dañar lo fundamental de la verdadera acción política y enlodar -de paso- a todos los que se presentan como tales. Al no designar al politiquero o politicastro, como corresponde, modificamos el significado: existen humanos que utilizan la política, ciencia de lo posible, no como un animal político, sino como un perverso que se enriquece de forma corrupta, sin miramientos en lo que va haciendo. Incumple las tareas del verdadero político. Cursé y aprobé el doctorado en Ciencias Políticas. La Ciencia Política es una belleza. Está vinculada al ser humano de manera audaz y maravillosa; sin embargo, los llamados “alacranes”, “enchufados” y demás epítetos, son politiqueros y/o politicastros. (Pueden ser dos en uno). Se hacen “pasar” por políticos, es decir por quienes quieren, en efecto, dar organización, estructura ético-legal y bienestar al ciudadano. Para reconocerlos, denunciarlos y no votar por ellos, tenemos que saber algo de lo que manda la teoría: “Ciencia de lo posible”. De lo contrario caemos en la trampa. Durante el período, pre electoral el “cielo se llena de nubarrones de este tipo” y de, los denominados politicastros y politiqueros. ¡Cuidado, alertas siempre! PD. ¡Libertad para la Dra. Rocío San Miguel, defensora de Derechos Humanos, demócrata a carta cabal! Lo pedimos por su condición humana, espiritual y democrática.
[1] Hay quien dice que fue Bismarck, quien la definió así. Yo la tomé de Deustch.