Òscar Gelis Pons: El declive de la extrema derecha en Dinamarca

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De pionera en Europa a saltar por los aires

La disolución del partido populista y antiinmigración Nueva Derecha es la última muestra de cómo la fragmentación de la extrema derecha en el Parlamento danés se ha traducido en una pérdida de influencia.

La extrema derecha lucha por sobrevivir y continuar siendo relevante en Dinamarca. Hace unas semanas se produjo un giro inesperado en el escenario político danés cuando el partido populista y antiinmigración Nueva Derecha (Nye Borgerlige), considerado el más radicalizado del Parlamento en la actualidad, anunció su intención de disolverse. El pasado 10 de enero, su grupo parlamentario se desintegró y, el próximo abril, la formación ultra celebrará una asamblea extraordinaria en la que tendrá todos los números para terminar desapareciendo.

El partido, nacido en 2015 en el contexto de la llamada “crisis de los refugiados” en Europa, ha defendido hasta ahora unos posicionamientos abiertamente xenófobos y unas políticas económicas ultraliberales que lo llevaron a conseguir sus mejores resultados en las elecciones de 2022, con seis diputados. Con un discurso de rechazo a la multiculturalidad y al traspaso de soberanía a la Unión Europea, Nueva Derecha ha sido, desde su creación, un feroz competidor de la histórica formación antiinmigración, el Partido Popular Danés (DFP), también en declive en los últimos años tras haber sido uno de los partidos de derecha radical más exitosos de Europa.

La fragmentación y la división de los partidos de extrema derecha, que tanta influencia habían tenido en las legislaturas del 2015 y 2019 y que arrastraron al país a implementar una de las políticas de inmigración más restrictivas en la UE, ahora ha provocado que su poder y visibilidad se vaya esfumando.

El anuncio significa un punto de inflexión en la política danesa, ya que con Nueva Derecha en vías de disolución, se abre un nuevo capítulo de reorganización entre las formaciones del bloque conservador. Por otro lado, la desaparición de la formación ultra también puede dejar entrever una era en la que una línea más dura contra la inmigración ya no sirve como único argumento para ganar miles de votos en Dinamarca.

Demasiados partidos en la derecha 

La decisión de terminar con el partido y disolver el grupo parlamentario fue anunciada por la líder de la formación, Pernille Vermund, en un mensaje de Facebook que pilló por sorpresa a toda la clase política e incluso a algunos miembros del propio partido. Según Vermund, el motivo que llevó a tomar esta decisión es que actualmente hay demasiados partidos en el espectro del centroderecha en el Parlamento: “Si queremos restaurar una Dinamarca conservadora tenemos que reunir fuerzas, pero en menos partidos”, escribía Vermund.

Según explicaba la líder ultraconservadora, no fue nada fácil de tomar la decisión, aunque la justificó diciendo: “Cuando fundamos Nueva Derecha, hace ocho años, había cuatro partidos conservadores, hoy somos siete formaciones. Con nuestros dos diputados activos corremos el riesgo de hacernos pedazos entre el bloque conservador, y eso no lo podemos permitir”.

Lo cierto es que después de las elecciones generales de 2022, en las que consiguió el 3,66% de los votos, la formación ha encadenado una crisis tras otra que han provocado que su grupo parlamentario se viera reducido de seis a dos diputados. Los desacuerdos y las luchas internas también han pasado factura en la intención de voto del partido, que, según las encuestas, tenía muchas posibilidades de terminar desapareciendo del Parlamento en los próximos comicios.

Con el cierre de la persiana de Nueva Derecha, el panorama político en el parlamento quedaría con seis formaciones conservadoras, dos de ellas de corte populista y antiinmigración, como son la formación Demócratas de Dinamarca (14 diputados), y el Partido Popular Danés (cinco diputados). El día después de anunciar su disolución, varios análisis celebraron la decisión. Para el periódico económico Børsen, la desaparición de Nueva Derecha “contribuirá a tener una democracia más competente, ya que significa un alejamiento de Dinamarca de las olas populistas, que, sin embargo, están tan presentes en otras democracias”. Otros diarios más conservadores también entendían el anuncio como una buena noticia, ya que “hasta hora la existencia de Nueva Derecha había alejado a los partidos conservadores de poder tener un primer ministro”, escribía Berlingske,.

Contra las vacunas, los inmigrantes y los impuestos  

Antes de la aparición de Nueva Derecha, quien había tenido la hegemonía durante dos décadas en el voto nacionalista y antiinmigración en Dinamarca había sido el Partido Popular Danés.

Sin embargo, este dominio cambió con la aparición de Pernille Vermund, que los medios de comunicación daneses han comparado con Donald Trump. La nueva propuesta liderada por esta arquitecta de entonces 41 años se entendió como una imagen nueva de la extrema derecha en el país. Vermund defendía unos postulados aún más radicales que los del DFP contra el islam, y una propuesta económica que rozaba el anarcocapitalismo, con medidas como las privatizaciones masivas o la eliminación el impuesto de sociedades. El partido también pedía la salida de Dinamarca no solamente de la Unión Europea, sino también de la Convención sobre el estatuto de refugiados de Naciones Unidas, de la que Dinamarca fue país promotor en 1951.

Vermund no era vista como parte de la clase política, a pesar de que había sido regidora con el Partido Conservador hasta que dejó el cargo en 2011, según ella, para centrarse en “sus tres hijos, su familia, y el divorcio de su exmarido”. Nueva Derecha acusaba al Partido Conservador, “de haber dejado de ser conservador de verdad” y al Partido Popular Danés de “haber tenido miedo de aplicar medidas de austeridad para frenar el gasto público”. Con este discurso, consiguieron representación parlamentaria en las elecciones del 2019 con cuatro diputados.

Durante la crisis de la COVID-19, los discursos de Vermont fueron el azote contra la primera ministra socialdemócrata Mette Frederiksen, y su partido empezó a adoptar una retórica más antiestablishment contra la autoridad, las vacunas y fomentando teorías conspirativas. Uno de los escándalos más sonados que protagonizó el partido fue en 2022, cuando una de sus diputadas defendió que las personas mayores tenían derecho a rechazar un cuidador que entrara a su casa si la persona era judía u homosexual.

La implosión de la extrema derecha 

En un escenario de partidos y formaciones de extrema derecha muy fragmentado en Dinamarca, la desaparición de Nueva Derecha ha ido en paralelo al lento pero continuo declive del Partido Popular Danés, una de las formaciones pioneras en sembrar los discursos antiinmigratorios en la Unión Europea.

Desde el 2001, la formación había sido la principal voz de la extrema derecha en el país escandinavo, que consiguió hasta 37 diputados en 2015, posicionándose como segunda formación política en el país. Fue un periodo en el que Dinamarca aprobó leyes tan polémicas como “la ley de los guetos” en los barrios con más inmigración, o la “ley de las joyas” contra los solicitantes de asilo, que luego no han sido derogadas por los gobiernos socialdemócratas.

Sin embargo, casi una década después, el Partido Popular Danés también lucha para mantener su representación en el Parlamento. Para explicar su declive, como el de Nueva Derecha, el analista político Ben Winther escribía en las páginas de Berlingske que ahora la inmigración ya no ocupa el mismo espacio en el debate político del país, ya que “el amplio consenso entre los partidos en implementar una política migratoria estricta ha aplastado primero al Partido Popular Danés y ahora a Nueva Derecha”.

De momento, se especula con la posibilidad de que la huida de votantes de Nueva Derecha terminen beneficiando más al Partido Popular Danés, lo que ayudaría a la supervivencia de la histórica formación radical.

 

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