Apresurado y sudoroso iba el mensajero del Alto Mando, llevando en sus manos un radiograma urgente enviado a todos los comandantes de la seguridad del Estado. En el mismo se ordenaba poner en ejecución «El Plan Bolivarische Sippenhaft» contra los enemigos de la revolución que, son todos aquellos que tengan un pensamiento o una conducta contraria a las políticas de la revolución.
-¿Qué vaina es Sippenhaft?, preguntaron a una sola voz todos los integrantes de los organismos de seguridad.
-Tranquilos todos –dijo en alta voz el comisario político del organismo–. Déjenme explicarle el origen de esa expresión o palabra:
Se trata de un procedimiento policial según el cual la responsabilidad por los llamados «delitos contra el Estado» se extendía a los familiares del acusado, quienes eran imputados y juzgados también y, en algunas oportunidades, hasta condenados a muerte.
Esta brillante idea se le ocurrió a Heinrich Himmler, lugarteniente de Hitler, constructor y supervisor de los campos de exterminio, entre otras aberraciones confiadas a su cargo. Al parecer, interesado desde muy temprana edad en el ocultismo y el misticismo, intentó desde este ámbito desarrollar un discurso en apoyo a la idea de la superioridad racial aria inspirado en los caballeros teutones de la Alemania medieval, Himmler desarrolló toda una filosofía basada en condenar a todo el clan familiar del acusado apelando al principio de la «corrupción de la sangre».
Esa expresión Sippenhaft podemos traducirla como Castigo Colectivo y en nuestro caso muy acertadamente nuestros superiores incorporaron la expresión Bolivarische para darle un nombre original a esta política a desarrollar contra nuestros enemigos de la oposición.
La Bolivarische Sippenhaft o Castigo Bolivariano está orientado –continuó explicando el comisario político– a desaparecer de manera forzosa a nuestros adversarios. Es decir, iremos no solo contra el opositor sino que ahora también iremos contra su familia y su entorno. Hijos, padres, esposas, esposos, familiares, amigos, vecinos. Hasta gatos, perros y, en general todo objeto o ser viviente que tenga vínculos reales o caprichosos, con cualquier conducta opositora.
Un ejemplo de la aplicación del sippenhaft traducido como el «castigo colectivo» es el aplicado a la defensora de derechos humanos Rocío San Miguel. Abogados denunciaron que tras la detención arbitraria de San Miguel el pasado viernes 9 de febrero, también habían desaparecido forzadamente cinco de sus familiares: su hija, Miranda Díaz San Miguel, sus hermanos Miguel Ángel San Miguel y Alberto San Miguel Quigosos; el padre de su hija, Víctor Díaz Paruta, y otro familiar, que fue identificado como Alejandro González Canales. Posteriormente, los familiares fueron liberados bajo régimen de presentación. Este método estimados camaradas, dijo orgulloso el comisario político nos garantiza incrementar el miedo entre los opositores al régimen y pueden tener la seguridad que de ahora en adelante no veremos más protestas contra el gobierno.
Pero, las cosas resultaron de otra manera cientos de personalidades y organizaciones no gubernamentales denunciaron públicamente la arbitraria detención de Rocío San Miguel y su inmediata libertad.
Licenciado en Educación, profesor en la UPEL – @jesuselorza