Recuerdo ahora un viaje de turismo, organizado por mí, hace muchos años, por Tierra Santa y las islas griegas. Sólo íbamos seis personas: Cecilia, mi hermana, mi sobrina Beatriz Boccalandro -la más joven del grupo, tendría unos 12 años-, mi amiga Yolanda D’Empaire, el matrimonio Arístides y Adelita Calvani y yo. Un viaje inolvidable, por lugares muy bellos e interesantes, en grata, culta e inteligente compañía. Sólo hay dos sobrevivientes de aquella gira: mi sobrina Beatriz y yo. Mucho habría que contar de ésta, pero a los fines de este artículo, sólo me quiero referir a una simpática anécdota.Recorríamos el pujante país de Israel, conducidos por un guía judío, que hablaba español, como buen descendiente de los judíos expulsados de España por Isabel la Católica, cinco siglos atrás. Era de los que llaman ladinos, que conservan su idioma natal, aunque con términos a veces arcaicos, perfectamente entendibles. Cuando se refería a Jesucristo decía siempre, con mucho respeto, “el Señor Jesús”. Estábamos frente a la hermosa playa de Cesarea, donde podíamos admirar las ruinas de acueductos romanos y de pronto, el ladino nos dice: “El año pasado, aquí, el Embajador de Inglaterra, se fundió” Nos miramos sorprendidos, pero enseguida comprendimos: ¡el pobre hombre se había ahogado! Nos entró un ataque de risa que se repetía cada vez que nos acordábamos del incidente.
El Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española (RAE) trae estos significados del verbo FUNDIR:
Derretir y licuar los metales, los minerales u otros cuerpos sólidos.
Dar forma en moldes al metal fundido. Fundir cañones, estatuas.
Estropear un aparato o un dispositivo eléctrico.
Reducir a una sola, dos o más cosas diferentes.
Gastar, despilfarrar.
En cine y TV: mezclar los últimos momentos de una imagen o sonido con los primeros de otra secuencia.
En desuso: hundir, sumir, abrumar, oprimir, abatir, confundir, vencer con razones, destruir, arruinar.
Dicho de diversos intereses, ideas o partidos: unirse
En diversos países latinoamericanos, entre ellos Venezuela: arruinarse, hundirse. El negociante se fundió. O bien dicho de un motor o vehículo: quedar inservible, O de una persona: alterárseles las facultades mentales.
Como se ve, en la mayoría de las acepciones de este verbo, hay un significado de destrucción, de aniquilamiento, para bien o para mal. Fundir metales es algo bueno; la alteración de las facultades mentales o el quedar inservible una máquina, es algo malo. Como el embajador de Inglaterra fundido en la playa de Cesarea.
Cuántas situaciones en nuestra vida son de fundición. Fracasos profesionales, sentimentales, económicos, pero también se puede pensar en una refundición de esperanza: algo que estaba roto, se somete al fuego, y vuelve a servir, como una campana de bronce rota, por ejemplo, se refunde y recobra su canto. Esto me hace recordar una copla que yo ponía a mis alumnos de teatro como ejercicio de dicción, tomada de una comedia delos hermanos andaluces, Álvarez Quintero, llamada “Malvaloca”. La dice el protagonista que está enamorado de una encantadora mujer que desgraciadamente tiene un pasado equívoco: “¡Mereciera esta serrana / que la fundiesen de nuevo / como funden las campanas!”
Cuántos seres y cosas merecerían que los fundiesen de nuevo, sin tener que cargar para siempre con sus errores. El perdón es una refundición del amor, de la amistad, de la convivencia.
Realmente esto de fundir y refundir tiene muchas acepciones, no todas positivas. En estos días pasan por TV una cuña institucional para animar a los jóvenes venezolanos a inscribirse en las fuerzas armadas, pero para mí, tiene una equivocación. Habla de las gloriosas fuerzas armadas venezolanas fundadas por nuestros libertadores y refundadas por el comandante Hugo Chávez. ¿Refundadas? ¿No venían ya fundidas? ¿No será más bien refundidas?