Javier García: Venezuela, una voluntad de cambio irreversible

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Nunca estuvo el pueblo venezolano en mejores condiciones que en este momento para alcanzar sus propósitos de libertad, de una nación grande y luminosa.

Fortalecido en su  experiencia, capaz de  identificar  con mayor claridad a nuestros enemigos, unidos en el sufrimiento, en el dolor, en las decepciones, pero también en la esperanza, en las convicciones, en la moral, en nuestras legítimas razones,  en nuestra historia heroica, en el deseo de justicia, en el anhelo de libertad, de bienestar, y próspero futuro.

Habiendo crecido en conciencia, despierto y más alerta después de tantos desengaños.

Hemos superado las tortuosas y aburridas campañas de la canalla mediática totalitaria.

La morbosidad falaz de los programas televisivos destinados a provocar temor, depresión, desmoralización y desesperanza.

Las amenazas, persecuciones, desapariciones forzadas, encarcelamientos, torturas, asesinatos impunes; convertidos todos en víctimas potenciales de los Crímenes de Lesa Humanidad y violaciones de los Derechos Humanos, del sistema de terror del régimen.

De este plan de expulsión y/o extinción, de mengua por hambre, desnutrición, hostigamiento, acoso y muerte.

Y por si fuera poco, las traiciones, los engaños por parte de rufianes con sangre de camaleones, a quienes se les entregó hasta hace muy poco la confianza, así como otros especímenes que prestan su máscara para seguir en la maniobra.

El pueblo nuestro asumió naturalmente el riesgo, con confianza y esperanza, atreviéndose a resolver parcialmente el problema político, de una conducción que se había deslegitimado. Que había fracturado su relación con la gente. Que perdió la autoridad, la credibilidad, la confianza, el privilegio de convocarnos, de dirigirnos que le habíamos otorgado.

Así como un día se le entregó, también se lo quitamos.

Escogimos en unas  primarias -grandiosa jornada, favorecidas irónicamente por las circunstancias, quizás porque la providencia existe-un liderazgo que expresara uno de los aspectos, quizás el  más importante, en una lucha como la nuestra, la lucha por nuestra libertad, por nuestra democracia, por nuestra vida, contra un adversario como el que tenemos.

Se trata de la voluntad de cambio del pueblo venezolano, férrea, extraordinaria, irreversible cuál diría Nelson Mandela, “Nuestra marcha por la libertad, es irreversible”.

Una voluntad de cambio indetenible, que se ha mantenido incólume ante todas las circunstancias. Y que se ha hecho cada vez más fuerte, más consciente, más sólida. A pesar de los pesares, de todas las maniobras, y emboscadas para quebrantarla. Pero no han podido. Porque no pueden con nosotros, con un espíritu curtido en los siglos de luchas y batallas.

Esa voluntad de cambio puede escalar a deseos y eventos superiores porque estamos conscientes que Venezuela está urgida de transformaciones profundas y radicales por los daños que hemos sufrido como sociedad, como nación, como Estado.

Es el pueblo el dueño de esa fabulosa voluntad de cambio

Que sea el pueblo que se exprese, que sea el pueblo que decida, que sea el pueblo que construya, porque es suya Venezuela.

Esa voluntad de cambio se ha hecho irreversible, nada podrá detenerla,nada podrá minar su esencia libertaria.

¡Que así sea!

 

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