Luis Enrique Vizcaya: El mal no puede sustituir al bien

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Las acciones malvadas de los hombres, de los gobiernos inhumanos, terminan convirtiéndose en emblemas del mal; lo que no quieren los seres humanos para sus vidas. Más, los malvados, no tienen sentimientos de culpa ni cargos de conciencia, porque su única conciencia es la del poder, del poder brutal.

Esta reflexión afloró tratando de comprender porqué un hombre, un grupo de hombres, se aferran al poder sacrificando el derecho y el deseo sagrado de libertad y democracia de la mayoría, para hacer creer que su ambición y beneficio del poder es pertinente y necesaria… Que hay una identidad entre sus ideas y visiones, y la de, no sólo de sus seguidores, sino también de todos los hombres de una sociedad, cuyo sometimiento autoritario es la mayor diferencia que existe.

Durante siglos esta tentación no ha sido vencida ni resuelta , pero su ejecución ha sido respondida históricamente, con vigor y firmeza, por los hombres de bien, exponiendo la vida misma. Y ha de quedar claro que el mal ha sido derrotado muchas veces y, las banderas de la democracia, justicia y libertad, ondean humeantes, en medio de insatisfacciones, crisis y críticas, en la mayoría de las naciones. Esas sociedades gozan de alternabilidad y el derecho a equivocarse.

A alguna gente le resulta pesado abordar estos temas, los cuales califican de idealistas, románticos, de “paja”, reclamando para si, para ellos, una condición pragmática, que sólo es práctica. Esos son los que no entienden, ni pueden procesar, los procesos políticos en su complejidad y trascendencia; terminan haciendo las famosas “jugadas”y se revuelcan en el lodo fácil del colaboracionismo y la bolsa de valores del régimen. Son los oficiantes del pragmatismo y propagadores, durante décadas, de que lo político sólo son las elecciones, como fin para ponerse donde hay, y no como medio para encumbrar la libertad, la democracia y el progreso.

Con eso lidiamos los venezolanos cada día. De un lado la caja de Pandora, financiada y administrada por el régimen, la lista de supuestos saltadores de talanqueras, de súbitos aspirantes a sustitutos, de candidatos exprés. Del otro lado, secuestros y desapariciones forzadas, nacionales e importadas, proliferación de minas (pero de oro) solo mata gente, uso del país como rehén, para ofertarlo como negociación de elecciones libres, a cambio de delincuentes traficantes de oro, y hasta gorgojos, o utilizar como chantaje la desesperada migración, para cambiarla por eliminación de sanciones.

Entre los sustitucionistas, es evidente que no todos  actúan de buena fe. Hay quienes insisten en un candidato sustituto, a sabiendas que lo que mortifica al gobierno es la victoria contundente de María Corina. Siendo así, el gobierno tampoco aceptaría una candidatura que logre el mismo propósito.

En esta confrontación entre el bien y el mal, está claro de cuál lado está la mayoría.

Lo que no puede sustituirse o transferirse es la claridad política, la condición ética y la valentía que, MCM, encarna; única candidatura legitimada por el pueblo venezolano.

 

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