Carlota Salazar Calderón: Comte y el Estado Ciudadano

Compartir

 

Nuestra propuesta del Estado Ciudadano tiene un contenido teleológico y filosófico importante, pero también sociológico. Por ello, traemos a colación al padre de la sociología y precursor del positivismo, en el mundo.

Se trata del francés Isidore Marie Auguste Francois Xavier Comte (1798-1857), considerado como el primer filósofo de la ciencia social. Influenciado por el socialista utópico Henri de Saint-Simon se dedicó a trabajar el desorden social generado por la revolución francesa y como debía ser esa nueva sociedad post revolución industrial.

Nuestro filósofo de turno dio mucha importancia a los estudios de la familia y de la sociedad. Planteando la diferencia entre “…desorganización, otro de reorganización “…con el primero (…) se dirige hacia una anarquía moral y política que parece amenazarla de una disolución próxima e inevitable. Mediante el segundo, se ve dirigida hacia el estado social definitivo de la especie humana, el más conveniente para su naturaleza, aquél en que todos los medios de prosperidad deben alcanzar su más completo desarrollo y su aplicación más directa…”.

En ese sentido, Comte planteaba que la primera necesidad de la época – refiriéndose a la postindustrial -, era terminar con el estado de anarquía “…que cada día invade más a la sociedad…”, era encausar a la sociedad sobre el camino de un nuevo sistema, el sistema social. Para emprender una dirección orgánica “…que dirija todos los esfuerzos hacia la formación de una “…dirección crítica…” que abandone la rapiña de la revolución.

Buscaba la reorganización de la sociedad que no podía venir sólo del gobierno, ni impuesto por unos pocos, porque había que considerar la marcha de la civilización. Es decir, a la sociedad.

Transpolar este planteamiento de Comte es lo que nos conduce al Estado Ciudadano. Con el que se lograría ese nivel de reorganización de la sociedad para que tenga esa dirección orgánica. Para que tenga cómo canalizar sus demandas y necesidades.

Para llegar a esa conclusión Comte tuvo que revisar la sociedad en la que vivió y si nosotros hacemos ese mismo proceso, en el hoy y ahora, vemos cómo vamos transitando, sin prisa, pero sin pausa, el camino hacia el autoritarismo. En efecto, unos pocos se imponen sobre las grandes mayorías, las cuales reaccionan en modo individualista: “no me importa lo que pase”, ni quién gobierna “total todos son iguales y lo que vienen es a robar” “yo, me ocupo de lo mío”. Es una corriente autoritaria que ha ido socavando los cimientos de este sistema actual de élites, de la democracia representativa en su concepción liberal cuyo efecto es la insatisfacción de la gente.

No en valde Latinobarómetro dice que aumentan cada año los niveles de indiferencia y el reporte de la democracia 2023, arrojó: “…Por primera vez en dos décadas, el mundo tiene más autocracia cerradas que democracias liberales…”.

Desde el siglo pasado importantes voces vienen anunciando el problema de los gobiernos democráticos en cuanto a la incapacidad de mejorar la calidad de vida de sus habitantes y de acercar la gente al poder. En este sentido se expresan:  – Guy Hermert plantea que “…el agotamiento de la democracia social ha perturbado tanto el ejercicio del gobierno como el imaginario de los gobernados…”; – Steven Levistsky y Daniel Ziblatt “…en la actualidad, el retroceso democrático empieza en las urnas…”; – Giovanni Sartori “…La humanidad ha sufrido durante más de dos mil años para conseguir tender un puente entre las dos orillas…”; – Linz Juan quien denuncia la caída de las democracias políticas.

De allí que han surgido posiciones que se pronuncian a cerca de estrechar ese espacio entre quienes gobiernan y la sociedad, así tenemos a: – Política Deliberativa desarrollada por Jürgen Habermas, en la intención de lograr pluralidad de formas de comunicación en la que se configure una voluntad común; – La Constitución de la democracia deliberativa de Carlos Santiago Nino “…conjunto de normas que prescribe la organización básica del poder político y la relación entre el Estado y el individuo…”; – la propuesta de Guillermo O’Donnell en cuanto a buscar mecanismos para repeler la democracia delegativa, que se “…basa en la premisa de que una persona que gana una elección está autorizada a gobernar como él o ella crea conveniente, sólo restringida por la cruda realidad de las relaciones de poder existentes…”; – Robert Dahl con la poliarquía “…sistemas sustancialmente liberalizados, muy representativos a la vez que francamente abiertos al debate público…”.

Entonces, está presente la necesidad de esa dirección orgánica de la sociedad de “…dirigir hacia un fin general la actividad de todas las fuerzas particulares…”. Como dice nuestro filosofo “…no hay sociedad más que allí donde se ejerce una acción general y combinada…”. Entonces condena “… Toda sociedad que no esté claramente organizada para uno u otro de estos fines no será sino una asociación híbrida y sin carácter…”.

Podemos decir, entonces, que el sistema de élites se desmorona en la insatisfacción de los ciudadanos. Pero podemos cambiar el rumbo de la historia encausando hacia un nuevo orden institucional donde la sociedad tenga un rol protagónico. Hacia un Estado que tenga como norte su organización y fortalecimiento, un Estado Ciudadano.

carlotasc@gmail.com – @carlotasalazar

 

Traducción »