Las cumbres sobre la salud del planeta giran en torno al calentamiento global y a las responsabilidades de los Estados. Se especula sobre los resultados, generalmente magros, y se aplazan las decisiones hasta la próxima cumbre.
Más allá de ellas es necesario que cada país genere un movimiento social propio destinado a la protección del ambiente.
El primer programa en materia ambiental es el de la concientización, uno que excede a los parámetros donde se le ha pretendido restringir para llegar hasta el uso del agua y de su ahorro, de la conciencia de los químicos contaminantes, del uso del transporte masivo en sustitución del auto privado, hasta el aprendizaje en la clasificación de desperdicios y del reciclaje.
Hay que admitir que una política ecologista debe concebirse en un marco económico y en una concepción de la diversidad biológica inseparable de la diversidad humana. Es menester ubicar esta lucha en la concepción que se tiene del país y en la organización socio-política-cultural que se pretende para él. Necesariamente hay que abordar el tema de la contaminación de nuestras ciudades y de una política destinada a su humanización.
Debe incluir también la contaminación tanto en el agua como en el suelo como en el aire, la pérdida de capa fértil, la extinción de especies, la deforestación, la desertización, y las específicamente relacionadas con la salud humana, como olores, enfermedades crónicas, e incapacidad laboral.
Hay que incorporar las medidas de conservación ambiental al concepto de desarrollo sustentable, es decir, uno centrado sobre el hombre y no meramente sobre el crecimiento económico, uno sobre la erradicación de la pobreza y la obtención de la satisfacción de las necesidades básicas. Nos encontramos de nuevo con la educación también mediante el fortalecimiento de la investigación científica y tecnológica en materias ambientales.
Hay que incluir la deshumanización de las ciudades dentro del tema ecológico porque llega hasta la concepción de la salud y al malestar social. Hay barreras físicas, simbólicas y psicológicas, desniveles socio-económicos. Hay que recurrir a la práctica de la ciudad como entidad educadora en lucha compartida entre organismos nacionales y locales en la difusión de valores y de ideas para el cuidado de los espacios comunes, el respeto, el comportamiento de los conductores y la conservación.
No basta con denunciar contaminación, es menester proceder a eliminarla.
@tlopezmelendez