El arte es libertad exuberante, expresión creativa del ser humano frente a la realidad galopante. A través de él busca introducir al público de un romance mágico, profundo, espiritual y estético para sentir a plenitud la maravillosa naturaleza. Así lo concibe Ángel Grau, el popular “Coche” cada vez que se inspira junto a su inseparable pincel para irradiar grandioso talento.
Este multifacético artista creció en el sector La Ciudadela, conocido como el Barrio Sucre, un hermoso jardín en la Parroquia Altagracia de Cumaná donde como todo joven tuvo sueños de trascender para dejar un legado fundamental en su plano existencial. Él mismo asume que “el arte es un faro de ensueño infinito, profundo, paz interna y empatía entre las almas vivientes”.
Se trata de un nuevo concepto del arte, plenamente libre, capaz de elevarse en el amplio horizonte de la realidad para mover las fibras íntimas del ser humano. Es como dice el artista, “mis obras tienen el sano propósito de revitalizar la empatía que muchas veces se extravía de nuestro andar cotidiano”. Ese es el arte, verdadero sentido empático de la humanidad.
Hemos tenido oportunidad de valorar su multifacética obra pictórica, al compás de varias campanadas, exhibida en un colorido salón muy cercano a la basílica de Santa Inés. Allí está la magia creativa de Ángel Grau que atrae, enamora y sensibiliza todos los sentidos de la naturaleza humana. Es la infinitud que recrea y vuela a diversas multitudes para edificar el alma. Inspiración, genialidad y espiritualidad conforman una trilogía en sus obras.
Este versátil artista cumanés, cuya estampa nos recuerda a un joven rebelde con moto de alto cilindraje, está lleno de gran espiritualidad que la desparrama con su inmenso talento. Es así que traza su obra en tres técnicas maravillosas: a) pintura sobre vinilo o discos de acetato que le sirvió de inspiración inicial, b) petropicto o el arte de pintar en miniatura sobre piedras planas y negras, las cuales se hayan en los cauces de los ríos y c) pintura sobre cerámica donde adorna de creatividad los más variados hogares.
En cada técnica plasma su huella de paisajismo, surrealismo e impresionismo. La infinitud espiritual es su esencia. No es casual que, dentro de su variada inventiva artística, coloque títulos tentadores y reflexivos como “Ensenada marina”, “Alcatraz mágico”, “Faro de ensueños”, “Pescando bajo la lluvia”, “Cascada paraíso “, “El desierto deshojante”, entre otros. Una maravillosa narrativa que se endulza de ensueño y libertad. Pues, como lo enfatiza Grau “el arte es infinito y cada artista tiene una posición, un trabajo, una espiritualidad de su obra donde el público puede sentir el estímulo de su creador”.
Dejemos que esa fuente espiritual le permita a Ángel Grau inspirarse para seguir cautivando a los exigentes espectadores que valoran su variada creación artística en la ciudad mariscala y marinera. De igual manera, pueda trascender a otros rincones de la geografía patria y salones internacionales para impactar con la gran cascada espiritual que brota de su alma jovial.
Politólogo, periodista, abogado y profesor universitario