No se sabe a ciencia cierta quién acuño la frase popular: “Uno acompaña a los amigos hasta el sepulcro, pero no se entierra con ellos”. Esa es ciertamente una frase muy propia del pragmatismo de los partidos de la Plataforma Unitaria, que tienen muy claro que la vida continúa aunque el régimen atropelle los derechos políticos de los venezolanos y especialmente el de su candidata, y ellos no se pueden quedar afuera del juego electoral. De allí que estén considerando ya dar por perdidas las pretensiones de María Corina Machado (MCM) como candidata, y a su modo de ver el panorama, marcha en cortejo al sepulcro electoral, directo al hueco que le abrió diligentemente el régimen, por lo que ya han comenzado a pujar para que Manuel Rosales sea el sustituto (Ver: UNT, AD y un ala de PJ pujan para que Rosales sea el sustituto de MCM).
Podría decirse que Rosales se estaba guardando para este momento estelar e inscribirse como candidato en el CNE después del descarte de MCM –porque en modo alguno que lo hiciera antes si ella resultara habilitada-, toda vez que no tenía ningún chance frente a ella en las primarias de octubre. Con “opositores” así, quien necesita enemigos. Pero de lo que no se ha percatado esa seudo dirigencia política es que quien marcha al sepulcro no es MCM, es el sistema electoral venezolano como un todo, y ellos con su conducta resultarán ser sus sepultureros.
Incluso, hasta el Padre Luis Ugalde, conmina a la candidata, en un artículo publicado hoy, a ceder sus derechos políticos ante el régimen, cerrando su nota con esta perla digna de ponerla en un marco: “Hay que luchar para que sea candidata a la elección presidencial, o en caso extremo ponga en el peso de su liderazgo con otra candidatura suya y nuestra, capaz y abierta para sumar fuerzas para la transición y la recuperación nacional” (Ver: La transición política que necesitamos) (resaltado nuestro). ¿Será que ya el Padre Ugalde también tiene su candidato para ese “caso extremo”? No sería nada extraño si proviniera de la esfera de la UCAB de donde también salió, en consenso partidista y con la bendición de Ugalde, el abanderado de la Comisión de Primarias, ¿Será el mismo? Quién sabe…
A partir de la elección del 28 de julio ninguna elección en Venezuela tendrá valor, porque la cosa va más allá de la trampa electoral y el fraude técnico. La única manera que el régimen tendrá para “ganar” elecciones de ahora en adelante será fabricarse a sus contrincantes a la medida de sus necesidades, que le levanten la mano al candidato del régimen así hayan ganado. Ya Rosales lo hizo en el 2006, ¿por qué no lo haría de nuevo en el 2024?
Dadas estas circunstancias, los venezolanos no tendríamos razones para asistir a otra elección, en especial cuando desde este mismo momento las agencias de inteligencia norteamericanas dan por entregadas esas elecciones al régimen (ver: La Patilla, La inteligencia norteamericana da por hecho el fraude de Nicolás Maduro en las elecciones).
¿Y entonces para qué ir a unas elecciones así, con o sin el candidato de Ugalde? Cuando el régimen vea a alguien que medio resalte y le pueda ganar una elección a su candidato a Presidente, a Gobernador o Alcalde harán lo mismo que le han hecho a MCM. Eso tal vez les sirva de lección a quienes todavía se creen el cuento de que obtendrán el poder por la vía de elecciones presidenciales, inscribiéndose en la nueva farsa del CNE para el 28 de julio.
En ese contexto, ¿para qué seguir sosteniendo un ropaje electoral? Partiendo de esa premisa, vamos rumbo a la supresión de elecciones o a la pronta muerte del sistema electoral venezolano, tal y como lo hemos conocido hasta ahora. Porque, ¿para qué seguir con la farsa de un CNE cambiando o inventando votos permanentemente? Montar ese tinglado es complicado y el régimen, al seguirse contando de la misma manera todo el tiempo, tendría que invertir mucha energía y recursos para hacer creíble farsa tras farsa, sin contar con la factura de los alacranes, a los que también hay que mantener. Más temprano que tarde, veremos los primeros pasos para una elección presidencial en segundo grado, desde la Asamblea Nacional ilegítima, tal y como ocurre en Cuba.
Esa es la verdadera consecuencia de aceptar de buena gana y “porque no se puede hacer otra cosa”, el atropello de una manera descarada y abierta, de los derechos políticos de MCM y de quienes votamos por ella, y todos quienes hablen y apoyen posibles “sustitutos” de MCM a esas elecciones del 28 de julio, estarán abiertamente colaborando con hacer presente esa realidad futura, estando o no estando conscientes de eso.
En este punto, exigirle al régimen el regreso al Acuerdo electoral de Barbados es pedirle mangos a una mata de guayaba, es seguir perdiendo tiempo. Y sin desestimar cualquier protesta, concentración o marcha que se haga en reacción a la no inscripción de MCM en el CNE para las elecciones del 28 de julio, como consecuencia de una “inhabilitación” ilegal ya anunciada descaradamente por el CNE en su página web, no cambiarán de ninguna manera las circunstancias. Tendría que pasar algo que modifique completamente todo el panorama político de la noche a la mañana. Eso podría ser posible, pero hasta ahora no existe ningún indicador contrario a que el cronograma electoral del régimen se cumplirá… sin MCM en la boleta. Y es sobre esos hechos sobre los que debemos elaborar para sacar algunas conclusiones.
¿Adónde nos deja todo esto? A que la lucha debe continuar con las herramientas que los demócratas aún tenemos disponibles, y por diferentes caminos que los seguidos hasta ahora. Sea cual sea el resultado de las elecciones del 28 de julio, desde ahora mismo esas elecciones son tan o más irritas e ilegítimas que las elecciones presidenciales ocurridas en mayo de 2018, no reconocidas a escala planetaria. Eso ya es un hecho. Estamos frente a la definición de un Estado fallido.
Algunos venezolanos hemos propuesto que el verdadero liderazgo opositor, atropellado por el régimen y liderado por MCM, convoque al pueblo a un proceso Constituyente de carácter Originario, fundamentándose en los Artículos 5, 70, 347, 348, 349 y 350 Constitucionales (Ver: El Plan B Constituyente).
No entraré ahora en el detalle del cómo, sino en el que y en el porqué de esa propuesta. El cómo, como ya he explicado en este blog en reiteradas oportunidades, cambia constantemente dependiendo de las circunstancias políticas, y requiere de un acuerdo fundamental de todas las fuerzas que estén verdaderamente interesadas en un cambio profundo de las estructuras de poder en Venezuela.
El qué es una Constituyente. Si estamos todos de acuerdo que una Asamblea Nacional Constituyente es el instrumento normativo superior para rehacer las bases políticas y de convivencia de este país destruido y entregado a los socios internacionales de un régimen criminal, el resto –y lo más difícil- es ponerse de acuerdo en cómo convocarla, garantizando la participación de todos los venezolanos donde quiera que se encuentren. Eso solo es posible ahora con un liderazgo unificador que ya contamos por circunstancias del destino y de la situación política, y como consecuencia de unas elecciones primarias sin CNE.
Paradójicamente, la Constitución de Chávez de 1999 nos habilita para exigir la participación política y la convocatoria Constituyente al margen de los poderes constituidos. Esto es, sin pedirle permiso a nadie. La recolección del 15% de las firmas de los electores del Registro Electoral necesarias para esa convocatoria no debiera ser un obstáculo en este momento, habida cuenta que ya ese número podría encontrarse en el exilio, lejos de la amenaza del régimen, sin contar con la participación de todos aquellos que estando en Venezuela firmaríamos con gusto esa convocatoria. Un proceso como este puede ser convocado mañana mismo, si todos acordamos que ese es el camino –el qué- y bajo un liderazgo firme que acuerde con todos los factores el cómo hacerlo.
Este camino de tierra y huecos ya lo hemos transitado antes. Lo hicimos el año 2004 frente a un régimen con más dinero y más poder, con Chávez a la cabeza. Y aun así, ese régimen, con mejores condiciones que ahora, no pudo impedir que recogiéramos las firmas necesarias para activar un Revocatorio. Ahora el reto sería hacerlo para convocar una Constituyente. Para aquellos que no sufrieron ese calvario porque no tenían la edad para ser protagonistas, como si lo fuimos muchos venezolanos, les recomiendo leer Apartheid del Siglo XXI de Ana Julia Jatar, Capitulo 2, Listas, miedo y discriminación.
Esas firmas las recogimos en su mayoría NOSOTROS DESDE LA SOCIEDAD CIVIL, no los partidos políticos. Nosotros nos organizamos para eso desde los 4 puntos cardinales del país. Pero lo hicimos coordinadamente con los partidos de la oposición política de entonces, reunidos en la Coordinadora Democrática. No fue de ninguna manera fácil. Tuvimos muchísimos desencuentros con los políticos, pero finalmente logramos la convocatoria a pesar de todas las trampas y retrasos que puso el régimen de Hugo Chávez. Y si aprendimos algo de los errores cometidos en ese entonces, debemos aplicarlos a un nuevo intento para la recuperación del país.
Pasar por todo esto de nuevo no es de ninguna manera fácil. Al contrario, es condenadamente difícil, pero sería aún más difícil para el régimen porque no se encontrarían con los mismos pendejos que se comieron un fraude técnico en el Referendo Revocatorio y se escondieron del pueblo opositor en la madrugada del 15 de agosto de 2004. Queda en las manos del nuevo liderazgo nacido del voto el 22 de octubre de 2023, decidir si se deja enterrar, o continua la lucha teniendo las herramientas disponibles y el respaldo de la Comunidad Internacional para una salida alterna pacífica y Constitucional.
luismanuel.aguana@gmail.com – @laguana – Blog: TIC’s & Derechos Humanos, https://ticsddhh.blogspot.com/