Rafael Sanabria Martínez:Partidos políticos: Escuchen

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Llamo de nuevo a la reflexión a los dirigentes nacionales de los partidos políticos, mucho más allá de reencontrarse en una mesa con las diferentes fracciones políticas para discutir quien será el candidato o candidata para las elecciones presidenciales, deben prestarle atención al pueblo, que es el que pone y quita gobierno, ese ser  humano  que vive a diario sus necesidades, el que sufre los malestares del día a día y para nada se le escucha, sólo es vilmente utilizado para votar, para que después los grandes jerarcas de la política digan tenemos o contamos con  una gran maquinaria, pero tal movimiento lo hace el pueblo, que es  el que menos  toman  en cuenta en sus decisiones.

Ya basta de seguir como unas ovejas mansas detrás de un pastor, que no apuesta a nuestro bienestar, sino al de sus intereses particulares y los de su partido ¿Qué serían de los partidos políticos si el pueblo llano no cumple sus directrices? Quedarían sepultados en el tiempo, pues no tendrían razón de existir.

Es hora que surja la verdadera revolución en los pueblos, que los pueblos despierten, alcen el vuelo, que tracen rutas y nuevos caminos, que lleven la palabra, es momento de deslastrarnos de esos dogmas tan cerrados que nos han llevado de fracaso en fracasos. Es lamentable que aun sigan empeñado en la metodología de la división que solo beneficia al oficialismo. Entonces es hora que la sociedad civil tome el rumbo y las acciones para darle un golpe de timón a las dificultades que venimos presentando, producto de las incoherentes estrategias de la oposición que continua  las  instrucciones de un manual apegado a los dogmas de sus partidos políticos. El pueblo no puede seguir en silencio, en el anonimato, es vital que tome la palabra para que arroje luz sobre el camino.

Esta práctica indolente nos ha convertido en un país: “Sálvese quien pueda”. Es el momento del campesino, el comerciante, la ama de casa, el albañil, elcarpintero, elheladero, elzapatero, losprofesionales, losobreros, lasreligiones, enfin,lasociedadcivildebetomarelrumbodelpaís, porquesóloellaysóloellasabelarealidadquevive.

El día que los partidos políticos vean al pueblo como humano y no como un laboratorio para experimentar su ensayo y error, desde ese día tomará otro rumbo la política del país. Hemos venido de experimento en experimentos, cual laboratorio, pero es preciso dejar a un lado el papel de los científicos y en centrarnos con seriedad, corresponsabilidad, valentía y meterle el hombro al país cuya fisonomía está marcada de profundas heridas. Y por los vientos que soplan en estas presidenciales continuará la misma novela. Porque siguen los partidos aferrados al poder y cada quien presenta su gallo que mejor canta para ver si llega a la silla de Miraflores.

Yo soy pueblo, el mismo que lucha por conseguir el gas, por hacer milagros para comer, vestirme y brindarme salud y me siento utilizado por estos dirigentes que en su afán de poder imponen su “yo” y no el “nosotros”, por lo tanto, soy partidario que para generar el cambio hay que desvestirse de la doctrina de esos viejos partidos políticos, quienes hoy nos dicen una cosa y mañana otra, una total contradicción entre la prédica y la práctica. Ante tal panorama es pertinente que le hagamos frente a este flagelo que está acabando con la idiosincrasia e identidad de los pueblos. Es vital que todos demos un paso al frente y logremos la unidad en todo el sentido de la palabra.

Pueblos, parroquias, municipios y Estados de Venezuela, es el momento preciso para que en toda la geografía de Venezuela surjan del pueblo llano, nuevos líderes, nuevas instituciones políticas bautizadas en principios y valores, es la hora de fundar un nuevo Partido desde las bases que se denomine: Partido de Unidad Nacional (PUN). Es cuestión de reflexionar y aplicarnos el palíndromo reconocer, entender definitivamente que es de abajo hacia arriba de donde debe venir el cambio. Porque los únicos que podemos promover ese cambio somos nosotros y desde nosotros, no desde allá arriba cual caída libre.

No podemos seguir esperando mesías enviados desde las cúspides de las toldas políticas, quienes son ajenos a la verdadera realidad que viven las localidades, dirigentes indiferentes, que promueven son la trampa, la negociación de valores y la riqueza ilícita.

Reitero mi llamado a la autorreflexión de los partidos, a los hombre y mujeres que allí militan para que encuentren en ese sencillo acto un punto medio donde nos podamos encontrar y a partir de allí empezar un nuevo sendero que nos lleve a la construcción de un país en equilibrio en todos sus órdenes.

Por encima de las discrepancias partidistas, más allá de los parcelamientos doctrinarios, dejando de un lado las pasiones recortadas por la pugna doméstica, el desafío histórico que envuelve a Venezuela reclama la convivencia y el entendimiento de todos sus hijos. No es que este proponiendo fórmulas políticas que fueron convenientes y oportunas para atender exigencias históricas determinadas. Lo que digo es que ciertos problemas y asuntos que atañen a la realización trascendente y vital de nuestro propio destino, puede ser objeto de un tratamiento especial que logre el milagro del consentimiento nacional, sin perjuicio de la ubicación y la responsabilidad que a las parcialidades políticas asigne el voto popular. Creer en esta expectativa no es pisar los terrenos de la utopía. Que sea nuestra esta frase: “Seamos realista hagamos lo imposible”.

El sendero del 5 de julio de 1811 está abierto. No perdamos el rumbo. Los cielos y la tierra nos dicen que ya no hay tiempo para nuevos extravíos.

Pueblo bonachón, la patria espera por ti.

Yo, soy pueblo. Escúchame.

 

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