Venezuela necesita con urgencia en sus tres niveles políticos territoriales, agentes de cambio, el cual o los cuales pueden surgir de las organizaciones sociales, políticas, económicas o gremiales existentes y que deben buscar estimular, apoyar, restablecer y esponzorizar el sistema político y económico democrático. Esos agentes no tienen por qué ser necesariamente los líderes tradicionales de los partidos políticos u otras organizaciones, acostumbrados a mandar e imponer su voluntad, sin observancia de reglas de respeto y prudencia. Cuando menciono líderes tradicionales, aclaro que no me refiero a la edad o generación, pues hay en estas últimas, para todos los gustos, desde autoritarios, liberales hasta democráticos. En ese orden de ideas, pareciera que quienes fungen de “líderes políticos” carecieran de habilidades para llevar adelante relaciones interpersonales con distintos sectores de la sociedad y sólo se conforman con dirigir y mandar en sus pequeñas colectividades.
Un agente de cambio debe tener una cierta dosis de carisma, mensajes convincentes y responsabilidad, que trasmitan a sus compañeros de lucha y demás ciudadanos, energía y entusiasmo en los proyectos o acciones a emprender, que les permita a la vez generar relaciones sociales de respeto y confianza, sobre la base de una alta dosis de ética en sus actos, lo que pasa por asumir las consecuencias en sus decisiones, para de esta manera saber vender sus ideas y ganar espacios y apoyos fuera de sus colectividades. Un agente de cambio debe tener confianza en sus propuestas, aunque sin caer en la falta de humildad o en la arrogancia. Ello porque existen “líderes” que cuando expresan sus ideas creen que con ellas se está originando o explicando por primera vez una determinada situación, que, aunque puede tener años de ser tratada por cualquier ciencia o disciplina del conocimiento, para ellos eso no cuenta.
Un agente de cambio debe tener convicción en lo que está haciendo y capacidad de rectificación o ajuste, de los objetivos y metas a alcanzar, lo que no excluye que pueda ser poseedor de una experiencia práctica en los asuntos públicos o privados que atienda o haya atendido; para ello su mejor carta de presentación tendrán que ser los buenos resultados alcanzados, pues deberá vivir en él o en ella, la necesidad permanente de alcanzar logros. Lo que, si no puede hacer, un agente de cambio, es creer que sus propuestas son insustituibles, que debe ser oídos sordos, ante las peticiones que en ese mismo aspecto le formulan las colectividades, pues una fortaleza del agente de cambio debe ser la de la empatía para comprender y ayudar en las necesidades de aquellas, trabajando con seriedad en la elaboración de proyectos, que puedan resolver los contratiempos que les aquejan, buscando la mayor efectividad posible.
Un agente de cambio, respecto de lo anteriormente dicho, debe hacer el esfuerzo porque las acciones que logre implementar en favor de una comunidad, llegue a la mayor cantidad de personas posibles, sin ningún tipo de discriminación o exclusión, pues en su yo interior debe existir la conciencia que sirve a todos los ciudadanos, que al momento de recibir o ser sujeto de críticas, las mismas están dirigidas a reconocer el trabajo y los esfuerzos por llevar bienestar a la gente; a la cual también hay que educar en la gestión comunitaria, pues un agente de cambio o líder verdadero, debe motivar y formar para que se formen otros líderes, y no sólo tener seguidores o concentrar poder, en cuanto a lo que hay que hacer, porque a la larga esas actitudes autoritarias, generarán conflictos y dispersión social, con el consiguiente desgano de los ciudadanos en participar en esos asuntos, motivado a los enfrentamientos que observa dentro de sus comunidades.
Un agente de cambio, debe adaptarse a los tiempos, con esto se quiere decir que debe procurar formarse en distintas disciplinas del conocimiento, como la materia municipal, el presupuesto público, tecnología, órganos de participación ciudadana, manejo de relaciones interpersonales, atención al público entre otras, pues muchos de ellos, seguramente irán a servir como Alcaldes, Gobernadores, Concejales o Legisladores regionales, y es menester que conozcan cómo funciona la Administración Pública, y las comunidades necesitan de gente preparada y no improvisada, que llegan a conducir una entidad pública a su real saber y entender, muchas veces, desconociendo o ignorando postulados jurídicos o administrativos, que los obligan a actuar de otra manera, pero que por el ego o deseo indebido de protagonismo, no lo hacen, lo que les puede más adelante, truncar las aspiraciones, para otros cargos de elección popular.
El agente de cambio debe respetar también el Estado de Derecho, e inculcarlo entre los ciudadanos, se hace necesario combatir y erradicar la “viveza”, que éstos encuentren en la ley, la solución a sus requerimientos; el agente de cambio, tiene en ese sentido un amplio campo de acción para actuar, nuestra sociedad necesita orientación y formación en relación a materias como tránsito terrestre, relaciones internacionales, tributos, adecentamiento de la Administración Pública, libertad económica, respeto a la propiedad privada, convivencia y otros asuntos más, que requieren agentes de cambio conocedores de cada uno de estos temas, para que cuando entren en contacto con la sociedad, puedan llevar confianza y un mensaje claro, sobre la manera de convivir con otras personas y con las Instituciones Públicas y Privadas; en definitiva, necesitamos agentes de cambio que, sean reconocidos y respetados por la gente.
Abogado