La cruzada totalitaria comienza por querer someter a Colombia a sus designios. Es una estrategia que desde el gobierno de Gustavo Petro acarician con amplísimas ganas. Quebrantar el espíritu democrático de la nación es la idea que maneja el pacto histórico para poder adueñarse definitivamente del país. Que sus instituciones se vuelvan inútiles hasta que el mismo ciudadano quede en minusvalía frente al poderoso estado opresor, ir vulnerando a cada espacio que se resiste caer en sus redes es lo que vienen ejecutando en esta primera etapa, afortunadamente el éxtasis que generó la llegada al poder ya perdió la virginidad. La lozana dama ideológica que, cubriendo con una túnica blanca sus múltiples atrocidades, pudo engañar a un elector ávido de cambios, quedó al descubierto cuando la verdad rasgó sus vestiduras. Era imposible que una vida llena de capítulos sangrientos pudiera conseguir el cometido de pasar desapercibido. Lo que ha venido después es una decepción que se incrementa como desafiantes centellas. Pocas veces se vio en Colombia una administración tan mediocre. En el tiempo de gestión de Gustavo Petro, sus obras son escasas. Es más, la ilusión de protagonizar en los escenarios de los grandes temas universales, olvidando que tiene que cumplirles a los colombianos. Lo que sí se ha profundizado en Colombia es la violencia. Existe mucha impunidad que aprovechan los grupos al margen de la ley, que sienten que gobiernan desde el palacio de Nariño. Esos insurrectos regresaron al crimen de donde nunca dejaron de estar. Ellos también perdieron su vestimenta. La resistencia heroica del ciudadano manifestando en las calles su descontento es una luz en el túnel. Se trata de defender la libertad y la democracia con el arma cívica de la constitución. Hay que seguir por esa ruta.
@alecambero