Estas palabras nacen desde la impotencia. Demasiada arbitrariedad acumulada por años de desasosiego hace que nos atrevamos a manifestar lo que millones padecemos. Sentir cómo la patria tiene una punzante herida en el corazón. Producto de la nefasta patraña de una tiranía que ejerce el terror es algo que motivan estas reflexiones. Es un grito desesperado que quiere anclar en la conciencia de aquellos que militan en la justicia. Ciudadanos de diferentes puntos de un planeta que al fin y al cabo es nuestro inmueble común.
A veces creemos que los pueblos del mundo han dejado sola a nuestra nación. Que los intereses propios inundan la capacidad de solidaridad que debe existen entre miembros de un mismo planeta. Que solo somos una escueta expresión verbal para salir del paso. Sin entender que acá se gesta un veneno ideológico que en cualquier momento puede inundar el torrente sanguíneo de sus sociedades. Más allá de las diferencias políticas está en juego la suerte de una República secuestrada. Nosotros tenemos veinticinco años padeciendo una forma de gobernar que confiscó a la democracia como sistema en donde la libertad es su principal activo.
Queremos denunciar ante la opinión pública mundial la grave situación política que padece Venezuela. Un gobierno prevalido de prepotencia, en hiriente espíritu inquisidor, arremete en contra de los ciudadanos y las instituciones para jugar con la vida de ambas. La libertad es un rehén de manos atadas que confinaron a la peor y maloliente de las ergástulas. Mientras el crimen deambula impunemente por los cuatro costados de nuestra maltrecha geografía. En nuestra nación no existen derechos humanos que garanticen juicios justos. A quienes piensan distinto se persigue hasta asfixiarlos. Los secuestros contra dirigentes políticos y periodistas son cosas de todas las semanas. Han hecho del rapto un mecanismo perverso que nos invita a recrearnos con el horror aprendido en los sombríos escenarios del terrorismo. El crimen se inventa expedientes para tratar de enlodar la honorabilidad de los ciudadanos. Jamás en nuestra historia se utilizaron métodos tan despiadadamente sanguinarios como ahora. Se deleitan con el néctar de la maldad hasta alcanzar hacer daño. Una tiranía retorcida se inspira en la genética de la crueldad infinita para tratar de acallar las voces de una nación que clama por libertad.
Llegó la hora de la solidaridad. Que se tomen acciones en beneficio de una nación que necesita recuperar su democracia. Poder vencer la ignominia es una tarea de todos
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