Carlos Ñáñez: Estabilidad a costa del dolor humano

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La crisis económica ha sido una consecuencia del actual modelo de gobierno, sin embargo no habíamos advertido como fueron deslizándose en torno al horror y logrando que la inestabilidad en materia económica terminará siendo cargada por todos los ciudadanos del país, un horror compartido por todos en términos reales de pérdida de la calidad de vida, acceso a la dignidad y propensión de servicios públicos mínimamente cónsonos con la más básica condición humana.

Por el contrario, el país se ha vuelto un erial, en una oda a la iniquidad y a la injusticia y porque no, el chavismo ha asumido  su rol connaturalmente aporofóbico, odia a los pobres a quienes instrumentaliza con perversos planes políticos, pero se resiste a sacarlos de la pobreza, pues la pobreza es el fango pegajoso que permite siempre contar con ellos a los fines de usarlos.

No podemos olvidar cómo un ufanado Chávez en vida acusaba al modelo económico de la mal llamada IV República, para vender la idea de su inviabilidad pues habían llevado al país a una inflación de más de 100%. Esa meta fue más que superada durante el régimen de Maduro, en 2015, ya ostentábamos 180% holgados de inflación y una pavorosa caída del producto interno bruto, que se haría sustancial hasta destruir 75% del tamaño de la economía nacional, una situación cercana a una guerra o a una catástrofe natural.

El régimen de Maduro, destruyó la economía nacional, nos sumió en una crisis de hiperinflación y en una diáspora bíblica, igualmente en el ámbito institucional se evidencia una evidente regresión desde el autoritarismo competitivo de Chávez, hasta llegar a la violenta represión de la tiranía de Maduro y su connatural instrumentalización de la represión y violencia como política Estado, estamos enfrente de un modelo que copta los derechos humanos, que irrespeta el marco jurídico y además nos atropella de manera constante.

En este marasmo de antifragilidad el Estado, el régimen entendió como lograr equilibrios monetarios y cambiarios a expensas de una población sometida a la pobreza en todas sus dimensiones, la inflación de febrero publicada por el Banco Central de Venezuela es de 1,2%, el tipo de cambio a fecha de publicación de este articulo es de esta columna es 5,64% y la brecha indica una conducta deslizante del mismo, pero lo naturalmente preocupante es la pobreza y ausencia de bienestar que solapan estas cifras, tras esta reversión de la inflación se encuentra la destrucción del poder de compra de los venezolanos, la pulverización  del salario mínimo, además de acuciante pobreza en términos del acceso a la alimentación.

Somos un país sin infraestructura de servicios públicos, sin calidad educativa, sin salud, solo existe la ficción y el engaño electoral, para mantenerse en el poder cohabitando con una oposición abyecta, limitada, llena de pústulas y absolutamente carente de los mínimos requeridos para la subsistencia mínima y decente, la inexistencia de servicios públicos da cuenta de la evidente crisis multifactorial, de carácter humanitario.

Finalmente, citando a Pareto, “no hay bienestar sustentado en la pérdida social de las mayorías” (Pareto, 2017), todo equilibrio que suponga desmedro no es eficiente y menos equitativo, “en las desigualdades reside el déficit de la democracia” (Stiglitz, 2007) y su incapacidad por producir estados de derecho e institucionalidad, en fin no hay equilibrio ni económico, ni social y en él ,ámbito político se impone la ruda represión cada vez más brutal.

Referencias.

Pareto, V. (2017). Forma y equilibrios sociales. México: Alianza.

Stiglitz, J. (2007). El precio de la desigualdad. Máxico: Taurus.

@carlosnanezr – IG @nanezc.

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