Antonio de la Cruz: Nicolás Maduro: el usurpador o el legítimo

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Oh Glorioso Príncipe de los Ejércitos Angelicales, suplicantes te pedimos, venid con toda la Corte Celestial ayúdanos a desenmascarar todas las estrategias que el Enemigo y su maléfico séquito han tramado contra los Hijos de la Luz.

Introducción

En el umbral de un momento decisivo para Venezuela, la situación política del país se encuentra en un punto de inflexión crítico con las próximas elecciones presidenciales de julio de 2024. Nicolás Maduro, tras seis años en el poder y etiquetado como usurpador de Miraflores, se enfrenta a la prueba definitiva de su carrera política. Busca desesperadamente validar su mandato en busca de la legitimidad que le ha sido esquiva. Frente a él, una oposición resuelta y unida, liderada por figuras como María Corina Machado y Corina Yoris, emerge como un desafío formidable para su aspiración a la reelección y también para la continuidad del régimen que representa. Este escenario plantea una lucha no solo por el poder, sino por el alma democrática de Venezuela, poniendo a prueba la resiliencia de la voluntad de un pueblo. La manipulación electoral, la exclusión de voces disidentes y la presión internacional son algunos de los elementos que configuran este crítico panorama, que determinará el futuro inmediato de Maduro,así como el de toda una nación anhelante de cambio y justicia.

Maduro: futuro político 

Nicolás Maduro se juega su futuro político en la próxima elección presidencial de julio de 2024. Lleva seis años siendo el usurpador de Miraflores, por lo que busca obtener la legitimidad de origen en los venideros comicios. Necesita que la Plataforma Unitaria Democrática postule a un candidato para poder lograrlo. Pero no es cualquier competidor. Por lo que pretende imponer el que más se ajuste a sus planes.

Envalentonado por los logros en las negociaciones con la administración Biden -desde la liberación de los narcosobrinos hasta la de su testaferro y la suspensión de las sanciones económicas-, cree que puede seguir amedrentando a las fuerzas democráticas para conseguir su continuidad en el poder. Sin embargo, en esta oportunidad quiere evitar lo que le ocurrió  con Henri Falcón en 2018, el desconocimiento de los resultados electorales por la ejecución de fraude y la violación de los acuerdos establecidos.

Ahora la situación es diferente. Ha perdido la base popular. Apenas logra tener una intención de voto por debajo de una décima, es decir, 1 de cada 10 electores votaría por él, según la última encuesta de Meganálisis.

En este escenario, su aparato electoral, el CNE, solo permitió la inscripción de 12 candidatos que le aseguren su victoria. Son los conocidos como alacranes u oposición funcional. Porque a los que suponían un riesgo para el fraude electoral se les negó la inscripción. Fueron los casos de María Corina Machado y Corina Yoris, a quien no dejaron inscribir porque el ente comicial mantuvo bloqueado el sistema para la tarjeta de la MUD.

A pesar de presionar a los dirigentes de la Plataforma Unitaria Democrática (PUD) para que postulara a alguien “potable ” que reconociera los resultados, el régimen no logró romper la “unidad perfecta política” que existe alrededor de las dos Corina. Entonces, la estrategia del CNE de bloquear el sistema fue una manifestación de cómo las libertades democráticas están siendo conculcadas en el país. Fue un ataque directo al tejido democrático de Venezuela.

La venganza contra María Corina

La marcada frustración y arrechera (término que se emplea coloquialmente en Venezuela para definir una gran molestia) que siente el gang de los cinco en el poder -Diosdado Cabello, Cilia Flores, Vladimir Padrino López, Nicolás Maduro y Jorge Rodríguez- por María Corina Machado se debe a su fuerte vínculo con el pueblo. Es la líder que hay que eliminar políticamente porque es la única que hasta ahora amenaza su continuidad  en Miraflores. Así, decidieron implementar una táctica definitiva: invalidar cualquier esfuerzo iniciado por la ganadora de las primarias, fragmentar las filas opositoras y dirigir a Venezuela hacia elecciones manipuladas con el respaldo de aliados y, en ciertas instancias, «colaboradores políticos», desafiando cualquier rechazo, ya sea de carácter local o internacional.

Esa “frustrachera” solo refleja su preocupación por el sentimiento de esperanza que representa María Corina para el pueblo, una relación también conseguida por Hugo Chávez en 1998, pero apelando al resentimiento.

Comunidad Internacional

La “preocupación” por la crisis electoral por parte de gobiernos latinoamericanos, incluyendo a Brasil y Colombia, muestra la determinación de que el régimen de Maduro y las fuerzas democráticas deben respetar el Acuerdo de Barbados que, por cierto, solo ha cumplido la oposición.

Es un llamado global a la defensa de los principios democráticos y humanitarios fundamentales. Porque la solución a la crisis venezolana requiere de un esfuerzo concertado que vaya más allá de las fronteras del país, implicando a la comunidad internacional en la búsqueda de caminos que restituyan la democracia y la estabilidad en Venezuela.

La fragilidad de Maduro 

La exclusión sistemática de voces opositoras y la manipulación electoral no son más que reflejos de una estrategia diseñada para perpetuar al gang de los cinco en el poder, sin importar el sufrimiento y la profunda crisis que esto pueda generar en la nación.

El gobierno de Maduro comete un nuevo error al intentar acallar a la verdadera oposición con el rechazo de candidatos con fuerza moral, tal como la doctora Corina Yoris, un método para suprimir la disidencia. Este acto, además, destapa la fragilidad del madurismo, que se muestra temeroso de enfrentarse a la voluntad popular.

El llamado que hizo ayer María Corina a la serenidad y la firmeza no es solo una estrategia de resistencia, es también un derecho del pueblo venezolano a conocer la verdad de lo que sucede en el país.

Conclusiones

La firmeza de la oposición, particularmente evidenciada por la unidad alrededor de figuras como María Corina Machado y Corina Yoris, junto con el apoyo popular y el respaldo internacional, refleja una resistencia significativa contra las tácticas represivas y excluyentes del régimen de Maduro. La exclusión de candidatos legítimos y la manipulación electoral por parte del CNE son vistas más que como un asalto a los principios democráticos, como una muestra de la vulnerabilidad del régimen ante una oposición organizada y moralmente resuelta. Este escenario subraya lo crítico de la lucha por elecciones transparentes y la participación de todos los sectores venezolanos comprometidos con la restauración de la democracia, indicando un momento decisivo para el futuro político y social de Venezuela.

Si el gang de los cinco insiste en aferrarse al poder a toda costa el 28 de julio, que lo haga, porque su permanencia en el poder se acortará si continúa ocupando Miraflores sin la legitimidad de origen que tanto ansia. Seguirá siendo Maduro el usurpador.

 

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