Luis Fuenmayor Toro: Ya está definido el escenario electoral

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Ya no son predicciones. Ya estamos en la realidad que muchos previmos, pero que la estupidez humana, aún presente y altanera, se negaba a aceptar. Y se los vuelvo a repetir, no para hurgar en heridas aún sangrantes e incrementar el sufrimiento, ni para regocijarme con sus lamentos y arrebatos y disfrutar burlándome con el “se les dijo”, “una y otra vez se les advirtió” y “no aprenden”, sino para de una buena vez reiniciar el combate contra quienes nunca aprenderán, porque no está en su constitución mental la posibilidad de aprender de la experiencia. O nacieron sin ella o la perdieron en algún momento de sus vidas. Y no es que estemos empeñados, como cruzados religiosos, en redimir a las víctimas del pecado de la soberbia, sino realmente preocupados por su labor destructiva de cualquier posibilidad racional de cambio, que embauca a ingenuos seguidores que son atrapados por sus mentiras y manipulaciones.

María Corina no fue candidata, pese a todo lo que dijo y dijeron sus inmediatos y lejanos seguidores. Fue un gravísimo error haberla elegido en las primarias. Resultó la mejor aliada del régimen de Maduro en sus intentos por perpetuarse. Y haber repetido con la profesora Corina Yoris, designada monárquicamente en claro ejemplo antidemocrático, fue el extremo de la insensatez y la estulticia. Tampoco pudo ser candidata, aunque haya quienes abriguen aún esperanzas al respecto. Y sí, todo ello producto de una decisión ilegal y autoritaria del régimen de Maduro, cuyos costos deberían aparecer precisamente en el resultado de las votaciones del 28 de julio, pero que quienes son sus deudos más conspicuos se empeñan en forma beligerante en evitar y, desde ya, trabajan arduamente en profundizar la división, la dispersión del voto y la abstención, en favor del PSUV y de su candidato. El despecho es el peor sentimiento que hoy los acompaña y destruye.

Hoy tenemos como una docena de candidatos opositores, una parte de ellos procedente de partidos políticos intervenidos por el gobierno por distintas vías pseudo legales, de los que nos podríamos olvidar pues no representan mayor cosa desde el punto de vista electoral; otra parte proveniente de organizaciones que cumplieron con los requisitos impuestos por el CNE para legalizarse, realizar actividades políticas plenas y participan en la Asamblea Nacional. Un tercer grupo lo constituyen los dos candidatos presentados por el sector opositor, protagonista en la última década de propuestas golpistas, abstencionistas, insurreccionales, de invasión y otras por el estilo. Hoy participa electoralmente, pero a lo interno tiene grupos y agentes ambiguos en este aspecto, aunque alguno de sus candidatos pueda tener una posibilidad real de imponerse, si sobre pasa la guerra interna que le han declarado y termina logrando el apoyo de la mayor electoral del país.

Lo anterior nos da 3 candidatos por quienes sería posible votar, de acuerdo a la seriedad y coherencia de sus posiciones y propuestas y de su presencia permanente en el escenario político venezolano: Ecarri, Márquez y Fermín, a quienes podría agregarse Rosales o el candidato que definitivamente inscriba la tarjeta que llaman de la “Unidad”, que representaría al tercer sector opositor mencionado, el cual, lo dejo claro, no es santo de mí devoción, pero no debo ignorar en el aspecto que discuto en este artículo. En este momento preferiría esperar a ver cómo terminan de conformarse las candidaturas y sus apoyos y cómo se van posicionando estos candidatos en el electorado, para lo cual los estudios serios de opinión nos ayudarán, junto al análisis objetivo que de ellos y de la realidad se hagan y las muchas discusiones que se tengan al respecto en las próximas semanas.

No se trata de votar por cualquiera para derrotar a Maduro. Quien sea escogido debe tener cualidades que respalden esa escogencia, entendiendo que estamos seleccionando a un político, a un hombre que actúa en un terreno difícil, movedizo, contradictorio, donde consideraciones válidas en otros campos de la actividad humana no se aplican o no lo hacen en la misma forma que en la política. No debe ser un rostro tradicional de conflicto, el cual es detestado hoy por los venezolanos, cansados del desgaste improductivo generado. Pero, además, ese candidato debe tener también una probabilidad alta de ganar la elección, de lograr que le entreguen el poder una vez electo y de poder gobernar con amplitud, teniendo como prioridad el bienestar y el interés de la nación y la conducción del país al reencuentro de sus ciudadanos en el trabajo creativo, pacífico y solidario. Hacer de Venezuela una gran república, que haga honor a nuestra historia, y mejorar importantemente las condiciones de vida de todos sus habitantes, serían las metas a considerar.

 

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