En las escuelas rurales lo del cumplimiento del pensum académico es mucho más grave de lo que se ve

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Una escuela rural en Lara.

Es una joven, tiene sólo 17 años de edad, pero apenas en el sexto grado de educación básica decidió dejar de estudiar. ¡No le gusta!, dijo su madre Isabel Suárez, habitante del sector Agua Viva, en la población de Pavia, al oeste del municipio Iribarren de Lara, quien además tiene otros dos hijos de tres y 15 años, este último cursa primer año de educación media, ve clases dos días a la semana, martes y jueves.

Esta situación se repite en el sector Moyetones de la Zona Industrial III de Barquisimeto y en El Placer del municipio Palavecino, donde los niños y jóvenes reciben educación un máximo de tres veces a la semana, siempre que no falte el agua, no llueva, no falten docentes o la electricidad. Lo que tenemos en la educación pública y rural es terapia intensiva, y pasa a niveles aún más difíciles… Esta realidad no cumple con las expectativas ni con lo que debería ser un pénsum académico, explica Luis Arroyo, presidente del Colegio de Profesores del estado Lara, quien alerta sobre el aumento en los niveles de analfabetismo, especialmente en las poblaciones más vulnerables.

Jennifer Uganda, madre de cuatro niños de 3, 5, 8 y 10 años, sólo alcanzó el cuarto grado de educación básica. “Quiero que ellos sean alguien en la vida”, expresó, pero reconoció que las condiciones son adversas. Sufre cortes eléctricos de cuatro a cinco horas al día y, desde hace un mes, no recibe agua en su hogar.

Luisa Pernalete, coordinadora de Educación para la Paz en Fe y Alegría, señala que la falta de servicios básicos como agua y electricidad es un viacrucis para la educación venezolana. Esta deficiencia, también en el hogar sumada a las dificultades para adquirir alimentos y pagar el transporte genera una significativa inasistencia en las aulas.

Andrea Barrios La Prensa de Lara

 

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