La Dictadura crea una ley draconiana con la intención de terminar de acribillar la poquísima democracia que nos queda. El gobierno venezolano, que patrocina los peores vejámenes, utilizando para ello métodos que contrarían los derechos humanos, quiere presentarse ante la comunidad internacional como mensajero universal del antifascismo. Una especie de célibe guardián zelote que desea librarnos de los azotes ideológicos que forman parte del ideario de este tipo de expresión bárbara del atraso. «Los pájaros tirándole a las escopetas», diría la conseja popular. Es decir, que estamos en presencia del teatro de lo absurdo. Un régimen caracterizado por la exaltación del odio. El diestro bisturí totalitario para castrar los órganos de la libertad. Que siente repulsión por el rival político, al cual persiguen de manera inmisericorde y con bajas pasiones, hasta llevarlos al suplicio extremo. Utilizando para ello metodologías criminales de intimidación. Una administración con actitudes totalitarias al margen de la ley. Quienes suscitan el culto a la personalidad como expresión de prepotencia, favoreciendo el secuestro sistemático de dirigentes opositores a los que les inventan juicios falsos. Ahora quieren mostrarse como los guías de la sociedad que han carcomido. Se tiene que ser bien caradura para crear una legislación que busca juzgar a los demás de lo que ellos precisamente son. Una tiranía que actúa a sus anchas con la intención de hacer daño. Un verdadero bombardeo en contra de la sociedad civil. Su motivación principal es la venganza que ramifican a Través de hechos violentos en donde la sangre marca la huella del sistema. Son los hijos obscenos de la prehistoria política.
El fascismo busca imponer un estado arbitrario donde solo valga sus opiniones. Quienes se opongan a sus directrices están sujetos a recibir todo tipo de ataques. Tienen bandas armadas que proceden de manera irracional para golpear a las protestantes pacíficos. A los detenidos los aíslan vejándolos con las mayores prácticas atroces que conoce la irracionalidad humana. Muchos son desaparecidos inventándoles expedientes con episodios falsos que justifiquen las torturas. Propician un fuerte aparato militar que actúa de manera represiva. La narrativa del proceso es exaltar a sus héroes, impregnándolos de ser deidades bendecidas desde el cielo para acompañar a los buenos y perseguir a los apátridas. Se sienten ungidos y con el derecho de poder someter por la fuerza a quienes no comparten sus ideas. El partido es el brazo ejecutor. El estado gira en torno a sus decisiones. El totalitarismo busca movilizar a la sociedad sobre un enemigo erógeno o exógeno de características reales o imaginarias con el deseo de lograr imponer sus mecanismos de control. Son fuertemente represores al extremo de poder liquidar a sus rivales, sea de manera física o psicológica. Por su carácter criminal son de las experiencias más sombrías que sociedad alguna puede experimentar.
¿No se les parece esto a la revolución venezolana que lleva veinticinco años haciéndoles todo esto a los venezolanos?
Como podemos ver, la ley que promueven busca terminar con lo poco que nos queda de libertad, pero en medio de la torpeza gubernamental lo que ellos llaman fascismo es lo que han hecho desde el poder: terminaron quitándose el antifaz.
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