Lo primero a comprender, lo que ocurre en Venezuela no tiene comparación en ninguna etapa de nuestra historia, posiblemente, podríamos encontrar una semejanza en la Venezuela colonial cuando nuestra independencia y soberanía eran inexistentes. Lo otro es que, sin temor a equivocarnos, el único ejercicio comparativo internacional es Cuba, es un calco del enquistamiento del castrismo.
El castrismo es un sistema político hermético, basado en la doctrina comunista, cercenadores de libertades, derechos y garantías, la sociedad está sometida a férreos controles y racionamientos, no hay espacio para perdonar ni favorecer a los que le élite gubernamental considera “enemigos”.
Otro aspecto importante, es que los regímenes del siglo pasado ajenos a la democracia eran aislados, agotándose, desgastándose, muchos de ellos se vieron obligados a pactar salidas, algunas implicaron mecanismos democráticos. Sin embargo, los que sobrevivieron hasta este siglo hoy se unieron, formando una gran red internacional de apoyo, por demás, dueña de muchísimos recursos, es decir, no se agotan ni ceden, incluso expanden su control en y con organismos internacionales.
Así pues, en Venezuela poseemos un régimen que no da tregua, que no retrocede, siendo indefectiblemente así, ello nos puede dar una pista para la escogencia del voto, un voto muy difícil, que se encuentra sin poder de premio, castigo ni cambio, pero que, ante el renacer de una esperanza increíblemente mayoritaria, está a la pesca de un error, de una rendija que el castrismo venezolano pueda dejar.
En este sentido, hay que olvidarse de “candidatos” recibidores de favores o prebendas por parte de las inquisidoras instituciones rojas, como indultos, sobreseimientos o exculpaciones, a quienes éstas han beneficiado otorgándoles direcciones nacionales de partidos, gobernaciones cuando la oposición no participó, cuotas de poder en poderes públicos y pare de contar. Todas estas figuras, tengan la certeza, no son oposición, responden a los intereses del régimen ¿Qué más puede ser?
No es tan fácil, ante la “inhabilitación” de María Corina Machado, totalmente inconstitucional según especialistas jurídicos, y ante la negativa de aceptar a Corina Yoris como su sustituta, el abanico de opciones se cierra. El régimen solo ha permitido la tarjeta MUD contentiva del G4+, organizaciones que muchas veces han favorecido al régimen, partidos cuyos candidatos no tienen el menor chance y no quieren desaprovechar la oportunidad de apartar a Machado para anhelar estérilmente a la presidencia o disfrutar de las mieles que esa negociación les permitiría.
Ante esta incertidumbre y ante todo tipo de matrices surge el “candidato tapa” quien ni siquiera se ha dirigido a la nación. Para empeorar la situación, Manuel Rosales, figura beneficiada hartamente por el chavismo, surge como héroe prefabricado, como la única opción que el castrismo venezolano permitió inscribir a parte de los popularmente conocidos como alacranes. Si el régimen termina anulando la opción MUD y luego Rosales (para intentar salvar imagen, martirizarse, pero haciéndole el gran favor al chavismo) se retira él y su partido, dejaría el camino libre a los “alacranes”, un negocio redondo para el régimen y los suyos.
De este modo, la esperanza de un cambio en el país a través de la vía electoral, con instituciones 100% psuvizadas, es muy baja, dependería de un candidato real que, por inercia malintencionada, tendría que pasar el colador de la MUD. También es requerido que esa figura contara públicamente, pero en su debido momento, con el apoyo de María Corina Machado siendo ella la gran electora, una especie de “certificación opositora” por así decirlo.
@leandrotango