Con inocultable ánimo represivo frente al adverso espectro político y social que mayoritariamente no los quiere más en el Palacio de Miraflores, Nicolás Maduro, su gobierno, el PSUV y sus testaferros llevaron a la Asamblea Nacional e impusieron en primera discusión (sin discusión) el “Proyecto de Ley contra el fascismo, el neofascismo y expresiones similares”. Un bodrio vil.
Este inefable adefesio presentado con aires de grandeza por la vicepresidenta ejecutiva Delcy Rodríguez no esconde nada: desnuda al gobierno decadente, corrupto y represivo, que pretende con muy sucias mañas y claro “apartheid electoral” perpetuarse en el poder sobre una población hambrienta, enferma y sin esperanzas de superación y disfrute de una vida digna, que ya ha visto emigrar al exterior a unos 7,7 millones de sus hijos, nietos, padres y abuelos, agobiados por impresentables salarios, sin oportunidades de trabajo digno, bien remunerado y con protección social.
Esquema de control social
Humberto Eco, escritor y filósofo italiano, describió el fascismo italiano de forma insuperable: “Gramsci fue enviado a prisión hasta su muerte; los líderes de oposición Giacomo Matteotti y los hermanos Rosselli fueron asesinados; la prensa libre fue abolida, los sindicatos fueron desmantelados y los disidentes políticos fueron confinados a islas remotas. El poder legislativo se transformó en una mera ficción y el poder ejecutivo (que controlaba tanto el judicial como a los medios masivos) directamente pasó nuevas leyes…”
Eso es fascismo, muy parecido a como lo práctica hoy en Venezuela, el madurismo con rasgos inocultables:
Controla comunicacionalmente a la sociedad con censura, mentiras y manipulación, más destrucción y apropiación corrupta de medios de comunicación social, es una característica típica del sistema autoritario tejido desde 1999 hasta el presente.
Reprime las protestas políticas, sociales y obreras, y zampa a la cárcel durante años a luchadores sociales.
Detenciones arbitrarias, desapariciones forzadas, torturas y muertes en los calabozos.
Un Sistema de Justicia inmoral y realmente fascista, totalmente controlado por la familia presidencial, que encubre y cohonesta la siembra de delitos y la grotesca violación de los derechos procesales constitucionales.
La acción represiva del gobierno de Maduro, el PSUV y sus testaferros constituye una conspiración para delinquir permanente y profunda que abarca los organismos policiales y militares, así como mafias parapoliciales mal llamadas “colectivos”, cubiertos de impunidad por la Fiscalía General de la República (Ministerio Público) y la obediencia supina de los jueces penales.
Magistrados del Tribunal Supremo de Justicia en sus salas Penal, Electoral y Constitucional se hacen cómplices de los atropellos a la dignidad humana y los derechos políticos, sociales y laborales de venezolanas y venezolanos en lucha. “Tolerancia cero”, parece ser la norma gubernamental.
A este monstruoso -por antidemocrático y perverso- sistema que reprime, controla y amenaza al pueblo venezolano -mayoritariamente hoy en contra de Maduro, el PSUV y sus satélites- lo pretenden perpetuar asfixiando “legalmente” a nuestra sociedad. No es otro el sentido de esta “Ley contra el fascismo”.
Con su proverbial borrachera autoritaria (en el fondo fascista-perezjimenista) y cubierto de total impunidad y prepotencia desde el abuso de poder, Diosdado Cabello acaba de anunciar la preparación de una Ley contra los “traidores a la patria”, que seguramente contendrá otro amplio margen de interpretación y aplicación discrecional, para cerrar el círculo de represión y control social.
El “sanedrín” de Maduro&Co
El proyecto de “Ley contra el fascismo” debe ser archivado. Si a Maduro -quien es el que los manda- le queda algún ápice de sensatez, deberá ordenar a sus obedientes y acríticos parlamentarios desistir de tal monstruosidad, una ley que impondrá una especie de “sanedrín” a la mano de su corrupto círculo de poder, para acusar de “fascista” a quien a ellos se les ocurra o les convenga: me refiero al artículo 18 del Proyecto, que crea la “Alta Comisión contra el fascismo, neofascismo y expresiones similares”, cuyos integrantes -nombrados por el Presidente de la República- serán más amanuenses que los actuales jueces, prestos a perseguir luchadores políticos, sociales y obreros; clausurar partidos, medios de comunicación y organizaciones sociales y culturales. Será el “sanedrín” de Maduro y su perverso círculo de poder. ¡Inaceptable!
Se fabrican así, un para-poder de enjuiciamiento moral y político contra la pluralidad nacional, que tanto les preocupa.
Si quedara algo de duda sobre la monstruosidad de este engendro represivo, les invito a leer su artículo 4, que define “FASCISMO”, tan ignorante como ampulosamente, realmente un atrevimiento procaz e innoble, grave, muy grave para Venezuela y cualquier sociedad que se precie de democrática, protagónica y participativa.
manuelisidro21@gmail.com