Con la expresión “las cartas están echadas”, a propósito de la Elección Presidencial del 28 de julio próximo, queremos decir que ya no hay vuelta atrás: habrá comicios y la Plataforma de la Unidad Democrática tendrá candidato. Con la frase “tenemos una buena mano” nos referimos al hecho constatable de que contamos con las mejores cartas, vale decir, con los votos. Tenemos muchos más votos que todos los adversarios juntos.
No es, por supuesto, que –en remedo de la broma que se hacía a propósito de la anterior rectora-presidenta del cne (minúsculas ‘ex profeso’)– vamos arrogantemente a decir: “ya tenemos los resultados; solo faltan las elecciones”, no; y es porque incluso una “buena mano”, sea en una partida de barajas, como en cualquier otra apuesta entre seres humanos, verbigracia una contienda político-electoral como la ya inminente en Venezuela, siempre habrá que saber jugarla.
No es poco lo que nos ha tocado superar en el camino sórdido y lleno de dificultades de toda índole que hemos debido transitar para llegar hasta aquí, y no vamos a desperdiciar, ya instalados en “la mesa de juego”, la oportunidad de jugar, de jugar inteligentemente y hacer efectivas nuestras bazas.
Maduro y sus compinches en la cayapa “institucional” castro-chavista, a la par de promover grotescos abusos de autoridad, graves y reiterados delitos constitucionales, y mil y una trapisondas político-electorales disfrazadas de legalidad, han apostado sistemáticamente a que la Oposición caiga en sus provocaciones e incurra en al menos un dislate de los tres que han alentado en sus pésimos cálculos.
Apostaron a que María Corina Machado y la Plataforma Unitaria, como respuesta a los abusos y delitos del cne chavista, desistieran de la Ruta Electoral y llamaran a la no participación (como ocurrió en anteriores oportunidades), para contentarse con solicitar después no reconocerle ni legalidad ni legitimidad al proceso.
Apostaron a que MCM y la PUD convocaran protestas cívicas en la calle, para, previa la activación de una represión violenta y la atribución de los desmanes a la Oposición, justificar la declaración de un Estado de Emergencia y la suspensión discrecional e indefinida de derechos y garantías constitucionales, incluyendo la Elección Presidencial programada.
Apostaron (y apuestan todavía) a que, por el tema de la escogencia del candidato o la candidata de la PUD, se fracturara irremediablemente la Unidad y que, de participar en la elección, los factores democráticos lo hicieran bajo el signo de la división.
Pero, dado que a Maduro y sus estrategas, como es más que evidente, se les cayeron sus pérfidos cálculos (puesto que ya se sabe que por la Unidad democrática habrá un solo candidato, sea cual fuere), todo eso ya no significa nada y, a efectos de nuestra causa, “echadas ya las cartas” y contando nosotros con “una buena mano”, lo que hay, lo que tenemos, es una realidad emergente más que auspiciosa.
Es verdad que nuestros dirigentes todavía conversan respecto a ciertos movimientos necesarios y, sobre todo, lo concerniente al nombre que finalmente habrá de aparecer en las papeletas como abanderado de la Oposición Democrática, pero debemos tener confianza en que María Corina y nuestros demás líderes, conscientes de lo que se está jugando y de que no pueden permitirse margen alguno de error, sabrán tomar en ese sentido las decisiones más convenientes. Podemos asegurar desde ya, eso sí, que con estos diálogos se está consolidando, si no una unidad perfecta, al menos una alianza estratégica político-electoral con miras al éxito en la Elección Presidencial.
A lo anterior habría que agregarle, primero, que aún están activos diversos coloquios y negociaciones, tanto dentro como fuera del país, en torno al problema electoral venezolano y otros temas vinculantes; y, segundo, que son muchas, algunas de enorme entidad y significado, las presiones que a los mismos efectos está recibiendo el régimen Maduro en estos días.
Corresponde, pues, que los venezolanos demócratas, conscientes TODOS de la magnífica oportunidad que nos brindan la Política y la Historia, nos conduzcamos en este singular y complejo momento de la vida nacional con la lucidez, la sensatez, la corrección política y el pragmatismo necesarios, de manera de capitalizar las ventajas de todas las providenciales variables antes referidas (materializadas en la “buena mano” que nos ha tocado) y volverlas exponenciales desde hoy hasta la consumación de la Victoria en la Elección Presidencial del 28 de julio.
Vamos bien, sigamos ¡Hasta el final!