Hay una pegajosa canción llamada “El muerto” que la interpretó el gran merenguero y político dominicano Johnny Ventura. Muchos de nosotros la bailamos hasta el cansancio mientras tarareamos alegremente “No estaba muerto, andaba de parranda”. Nunca llegamos a imaginar que esa divertida frase se aplicaría a la ocurrencia de un episodio de la vida cotidiana que se creía descartado, tal como ha sido la reciente detención del exministro Tareck El Aissami por estar envuelto en el escándalo de corrupción en PDVSA.
Sí, es el mismo personaje que Chávez defendió por su “clara lealtad al proceso” y supuesta rectitud en el manejo de los recursos públicos. El mismísimo hombre de confianza del hoy presidente Maduro y que por amor a la “revolución” se separó del Ministerio de Petróleo para que se investigara el gran desfalco a la industria de hidrocarburos. El propio sujeto que tenía más de un año que no se sabía de su paradero y hasta se especuló que lo tenían en Fuerte Tiuna, lo habían enviado a Siria o había muerto durante su fuerte custodia.
Cuando ya su figura se había evaporado del inconsciente colectivo de los venezolanos, el flamante Fiscal de la República, su paisano Tarek William Saab, la saca a flote a través de una rueda de prensa donde anuncia que lo acaban de detener y será procesado por delitos de corrupción en la industria petrolera, traición a la patria, legitimación de capitales y otros males públicos. El asunto llama la atención porque surge en la proximidad de unas elecciones presidenciales. No se necesita ser un experto para concluir que se trata de una bien orquestada operación del gobierno para levantar su imagen bajo la supuesta lucha contra la corrupción.
Pero el asunto va más allá de ese propósito. Es un mensaje muy claro que va con todo y no le temblará el pulso para investigar el más mínimo acto de irregularidad administrativa cometido por propios y extraños con el fin de sacar del juego político a todo lo que considere una real amenaza a los planes de reelección de Maduro. Así de claro es este nuevo globo de ensayo lanzado por los laboratorios del oficialismo.
Lo reconfortante para las fuerzas que aspiran un cambio en Venezuela es que el país entero no se come ese cuento del gobierno. La gente sabe que Maduro es responsable de esa gran trama de corrupción en PDVSA, no cuenta con apoyo en su gestión y luce aislado internacionalmente hasta de sus propios aliados ideológicos. Con este nuevo teatro le puede salir “el tiro por la culata” y cavar su propia fosa.
Por supuesto, basta que la dirigencia opositora deje de lado sus diferencias y decida por una candidatura unitaria de consenso para dar el gran golpe mortal a ese pecaminoso y anacrónico modelo político que ha sembrado de grandes calamidades a Venezuela. Con fe en Dios, unidad, voluntad política y voto masivo lograremos salir de esta pesadilla.
Politólogo, periodista, abogado y profesor universitario.