Manuel Barreto Hernaiz: ¡Con Maduro no hay futuro!

Compartir

 

El futuro tiene muchos nombres: para el débil es lo inalcanzable, para el miedoso, lo desconocido. Para el valiente, la oportunidad. Victor Hugo.

El pasado resulta pesado y hasta cargado de desaciertos, tal vez sólo como referencia, pero no sirve para prometer, porque es el espacio de la decepción; si se dice que todo tiempo pasado fue mejor, es porque solemos recordar los momentos más alegres. Del presente no se puede hablar, pues el tiempo no lo permite… y el futuro se ha deteriorado antes de ocurrir. El progreso, la historia, los simples atavismos y remembranzas, la razón, la libertad, la felicidad, son conceptos que se desvanecen ante las evidencias de un ambiente que presagia más incertidumbre, y sobre todo el caos total, imprevisible, paradójico. Se debilita la concatenación del pasado, presente y futuro mediante el cual hacemos intentos de estructurar el tiempo. Hasta se va perdiendo la perspectiva histórica.

Sigue habiendo tiempos nuevos con ideas absurdamente arcaicas, sin duda, así como esa extraviada búsqueda de un hombre «nuevo», pero la dificultad para pensar lo nuevo, el rumbo y el sentido de los cambios en curso, parece poner en duda la noción misma de futuro. Como se nos presenta el acontecer nacional, parece que la incertidumbre se ha convertido en la única certeza. El sentido de crisis se generaliza en todos los ámbitos y ya nuestra imagen no se refleja con claridad en el espejo del futuro.

¿Futuro?… Capitalismo salvaje de Estado, sempiterno intervencionismo del régimen en el aparato productivo, ilimitado centralismo, educación ideologizante y de pésima calidad; agobiante regulación a la libertad de expresión; criminalización de la disidencia; con unas Fuerzas Armadas politizadas que una vez gritaron aquella arenga importada de «Patria, Socialismo o Muerte»…hasta que la muerte hizo de las suyas; y por otro lado un Tribunal Supremo hecho a la medida del colapso moral de toda nuestra Nación; un C.N.E que insiste en trapisondas leguleyas pues el futuro ya le alcanzó.

Pero insiste el régimen con unos motores fundidos desde su origen; se empeña con la prolongada incertidumbre de esa alquimia «piche» de consabidos malabarismos populistas y groseramente demagógicos. ¿Futuro?… ¿Socialismo o totalitarismo de Estado?

¿Y la ciudadanía qué? El silencio y la indiferencia no son la más apropiada respuesta a los problemas del país. El airado reclamo acerca de promesas incumplidas por la revolución de la involución, si bien algo evidente, no es suficiente. Se hace menester, como oposición ante tanto descalabro pensar el futuro, y perseverar en organizar a la gente.

Lo que parece necesario es el uso de la cordura, de la razón, el respeto a la realidad, la negativa resuelta a hacer el juego a ningún disparate del régimen, y por supuesto a no comprometer en ello el porvenir de nuestros hijos. Hoy como nunca, se hace impostergable el necesario reencuentro de los venezolanos que hemos recorrido calles y ciudades, que hemos sido insultados y agredidos, que hemos sido etiquetados con los más bajos improperios, que hemos sido humillados, gaseados y golpeados; que hemos sido apartados. El futuro no se puede construir sobre bases deleznables. La sociedad venezolana está aquejada de una grave enfermedad: un permanente proceso de descomposición moral. No se puede augurar éxito a ningún proceso de largo plazo si este no comienza con la reconstitución de los valores éticos del cuerpo social.

Si los ciudadanos se sienten excluidos del futuro, su alienación les proporciona una certidumbre desquiciada y violenta. Debemos ponernos a trabajar para reconstruir una idea inclusiva y tolerante del porvenir. Una idea del futuro en la que cada uno se encuentre protegido de los que quieren destruirlo.

Debemos, analizar, replantear lo que creemos y queremos. Reiniciar la lucha una y otra vez. No hay otro camino. Y si ese camino resulta una trocha casi intransitable, pues tendremos que ensancharla entre todos.

¿Qué más podemos hacer? No aceptar lo inaceptable, no tomar en serio lo que carece de seriedad, lo que es a lo sumo un capricho o un envanecimiento, en casos extremos un ventarrón de demencia.

El futuro de país en su conjunto no puede estar a la merced de lo que imagine o disponga un régimen, que postergó el porvenir de millones de seres; que pretende una absurda hegemonía, que se corrompió hasta los tuétanos, que dilapidó miserablemente y sin control alguno inmensos recursos, que nos tiene en la oscuridad y a la deriva, lo que nos ha llevado a este terrible colapso, y en su ruin afán de perpetuarse en el poder, promulga unas absurdas leyes, como calcadas del aquel célebre “1984”.

Así las cosas, tengamos muy presente que… ¡Con Maduro no hay futuro!

 

Traducción »