Esa peculiaridad, ese carácter único, fue lo que permitió que en 2009 se le concediera la categoría de parroquia ecológica, una denominación bien ganada
Cuando se habla de la transformación de país rural a urbano, se piensa en bandadas de campesinos entrando a saco en las ciudades en busca de mejores condiciones de vida. Eso pasó en la Venezuela de mediados del siglo XX.
Pero otra faceta de esa mutación es que las ciudades se expandieron hacia su extrarradio para poder dar cabida a tanta gente. Zonas cada vez más lejanas del centro histórico de las urbes dejaron de ser haciendas de gente pudiente o terrenos sin cultivar —el clásico “monte y culebra”—, y pasaron a ser enclaves urbanísticos. Uno de esos casos es el de Caricuao, la parroquia que en estos días cumplió 49 años.
Veamos el contexto. Entre las décadas de los 40 y los 50, Caracas experimentó un crecimiento poblacional muy intenso, estimado en algunas estadísticas en 85 %, producto del fenómeno de nuestra consolidación como país petrolero.
Los desarrollos urbanísticos emprendidos por los gobiernos en esos años y hasta el decenio de los 70 fueron un intento de darle algún orden a lo que era, a todas luces, una caótica invasión que dio origen a los enormes barrios citadinos. Caricuao fue uno de esos enclaves de crecimiento ordenado.
En el blog Caricuao Foto Historia se afirma que hasta los años 30, en la zona que ahora ocupa la parroquia lo que había era tres haciendas: Santa Cruz, en las tierras que hoy ocupan el Zoológico y las unidades de desarrollo UD5, UD4, UD6; Hacienda Caricuao o La Elvira, donde ahora están las UD1, UD2, UD7, UV9 y los barrios La Fe, Andrés Eloy Blanco y las Casitas en Terrazas; y Tejerías o La Haciendita, hoy UD3 y CC2.
Según esta investigación, esas haciendas pasaron a manos del Estado a partir de 1946, siendo el ente propietario el Banco Obrero, un organismo creado durante la dictadura de Juan Vicente Gómez, antecesor del Instituto Nacional de la Vivienda.
No se ubicaron registros precisos acerca de lo ocurrido con esas grandes extensiones de terreno entre ese año y 1961, cuando comenzaron formalmente los trabajos de urbanización de los predios. Se sabe que hubo varios proyectos llamados Gran Urbanización de Venezuela y Terrazas de Caricuao, pero, al parecer, el Gobierno militar que ejerció funciones entre 1947 y 1958 centró su atención en otras zonas de Caracas, como 23 de Enero (llamada originalmente 2 de Diciembre), las parroquias Sucre, San Juan y El Recreo, y en las zonas de El Valle y Coche, donde se edificaron desde grandes complejos de viviendas hasta urbanizaciones de casas unifamiliares.
Lo cierto es que el primer Gobierno de la democracia representativa, el de Rómulo Betancourt (1959-1964), del partido Acción Democrática, decidió emprender uno de los proyectos que había para Caricuao, que todavía era una recóndita zona de las afueras de la ciudad, compartida por las parroquias Antímano, La Vega y Macarao.
En 1962 estaba concluido el primer edificio, el Bloque Experimental, con 80 apartamentos y una población de unos 500 habitantes. Se le llamó así porque aún se estaban haciendo pruebas de la resistencia de los suelos de la zona ante estructuras tan pesadas.
Cuando Betancourt entregó el Gobierno a su compañero de partido, Raúl Leoni, estaba terminada la primera urbanización de Caricuao, llamada Unidad Vecinal N°9 (UV9) con más de mil viviendas.
Los habitantes de la UV9 fueron verdaderos pioneros, pues en rigor estaban viviendo en medio de la nada, rodeados por una frondosa vegetación y por los diversos frentes de trabajo de los nuevos bloques, que brotaban como hongos aquí y allá.
Debe tenerse en cuenta que para entonces aún no existía la autopista Francisco Fajardo (ahora Gran Cacique Guaicaipuro) por lo que la única entrada y salida de Caricuao era la vía que une a Antímano con Macarao y que era considerada parte de la carretera vieja Caracas-Los Teques. Mucho menos existía el Metro, que unas décadas después, cubriría a esta zona de la ciudad con dos ramales de la línea 2, una que termina en la estación Zoológico, y la que finaliza en Las Adjuntas, parroquia Macarao, pero tiene una parada en Caricuao, la estación Ruiz Pineda.
En el período de Leoni (1964-1969), florecieron las UD2, 7 y 8. Rafael Caldera, en su primer Gobierno (1969-1974), avanzó con las UD3, 4, 5 y 6. Se estima que al final de este período se había construido más de 26 mil 100 viviendas en Caricuao.
En general, ya funcionaba como una típica ciudad-dormitorio de la clase obrera, que debía pasar por grandes sacrificios para viajar, ida y vuelta, cada día a los centros de trabajo en otras zonas de la ciudad, dependiendo de la flota de autobuses y de los llamados “carritos por puesto” (automóviles de cinco pasajeros, precursores de las camionetas y autobusetes). Este grave problema quedó mitigado apenas a finales de los 80, con la llegada del Metro, que en esta zona no es subterráneo, sino aéreo, sobre una estructura de puentes.
El 8 de abril de 1975, Caricuao obtuvo su reconocimiento como parroquia de Caracas, una distinción muy merecida, no sólo por su número de habitantes, sino también porque ha desarrollado características muy específicas, que la hacen claramente diferente de sus parroquias-madre.
Esa peculiaridad, ese carácter único, fue lo que permitió que en 2009 se le concediera la categoría de parroquia ecológica, una denominación bien ganada por la gran cantidad de zonas boscosas que la rodean y por tener cuatro parques en su jurisdicción: Ruiz Pineda, Vicente Emilio Sojo, Universal de La Paz y Zoológico de Caricuao. Todavía falta mucho para que la parroquia honre plenamente el calificativo “ecológica”, pero gran número de sus vecinas y vecinos trabajan cada día para alcanzar ese objetivo.
En eso está Caricuao, cuando se encamina hacia el medio siglo como parroquia que ha de celebrar en 2025, seguramente con gran despliegue de alegría popular.
Versiones sobre el nombre
El nombre de la parroquia es en honor al cacique Caricuao, quien luchó durante la colonización contra los españoles, junto con Guaicaipuro y otros líderes indígenas de Caracas, según las profesoras Yusmeny Chirino y Cruz Mayber del Castillo, en su trabajo académico de 2014 Aproximación al estudio geohistórico de la parroquia Caricuao, Caracas-Venezuela.
Otras versiones toman lo escrito por el historiador Federico Villalba en su Libro de Caricuao: el nombre proviene de una expresión que se traduce como “Quebrada del Caribe”, en la lengua del pueblo originario toromaima, uno de los que habitaron el valle de Caracas antes de la invasión española.
En todo caso, la tesis del cacique ha tenido su expresión artística con la escultura del Indio Caricuao, conocida también como El conjuro de Caricuao, del escultor Alejandro Colina, el mismo autor de la célebre estatua de María Lionza, emplazada cerca de Plaza Venezuela.
El indio estuvo primero en Colinas de Ruiz Pineda, pero en los años 90, por problemas de fallas geológicas en el terreno, se le trasladó a la entrada de la parroquia por la autopista.
Muchas veces ha habido polémica en torno a lo colorido del monumento. Algunos acusan a gente sin formación artística por haber “pintado” la obra de Colina. Pero los conocedores del trabajo original dicen que el escultor lo hizo así porque el cacique se cubría el cuerpo con onoto para entrar en batalla.