Sabrá quién bajo cuál influjo electorero ha aparecido detenido con un cierto retraso bien marcado, un personaje ignorado temporalmente, en el ámbito político nacional, identificado como Tarek El Aissami, exministro de Petróleo, junto con otros dos individuos, hasta hace alrededor de unos 30 meses, de los hombres del círculo de confianza del presidente Maduro; involucrados todos presumiblemente, en una megatrama de corrupción financiera mediante la modalidad digital (estafa en Pdvsa-Cripto equivalente a unos USD 21 millardos), según el fiscal general de la República, Tarek William Saab.
El caso gravita en que justo cuando se calienta el ambiente electoral por las situaciones ya conocidas –ardides políticos- de inhabilitaciones y fallas para iniciar el registro electoral tanto en el exterior como en el propio país surja súbitamente, tal episodio; quizá de trascendencia, es posible. Pero, tan importuno como las detenciones arbitrarias a líderes de Vente Venezuela, por su coexistencia con el momento político de conflicto gobierno/oposición en un lapso cuando falta aún, muchas condiciones por realizarse; como por ejemplo, el acuerdo de Barbados, sopeña de una restitución de sanciones por incumplimiento con fecha tope (clave) hasta el 18/4 venidero. Y, en efecto, la situación se patentiza como en solape de alguna circunstancia o particularidad a dimensionar por razones de permanencia en al poder, o de muy alta política, al costo del precio sociopolítico que ello implique para su consecución. Pues, lo primordial es proseguir en la detentación de dicho poder, mediante una maniobra de diversión suspenso concebida premeditadamente, por sus propiedades incontrovertibles, sobremanera.