Cuidado con la venezolanofobia en Chile, así lo dijo Sergio Pérez de Arce un obispo chileno

Compartir

 

El obispo de Chillán y secretario general del Episcopado de Chile, Sergio Pérez de Arce.

¡Cuidado con la venezolanofobia!, advierte obispo chileno tras la participación de migrantes venezolanos en los últimos asesinatos.

En las últimas semanas, la ciudadanía chilena ha sido impactada por alevosos crímenes en los que han participado migrantes. «También es cierto que la inseguridad ha crecido en los últimos años, proliferando bandas chilenas e internacionales, en un fenómeno que se extiende por América Latina».

«Hay que cuidarse de criminalizar la migración y, menos todavía, a una nacionalidad en particular», dice el obispo chileno. «Nadie es criminal por ser de una nacionalidad o por ser migrante (…) Es una pobre comprensión que nos hace mucho daño y no hace justicia a los miles de extranjeros que conviven y trabajan normalmente entre nosotros», sostiene.

«Hay que combatir la delincuencia, pero no fomentar la xenofobia, que solo alimenta la desconfianza y no ayudan en nada a la anhelada seguridad que todos queremos».

«El repudiable crimen del teniente de carabineros Emmanuel Sánchez, acontecido el pasado miércoles, despertó afirmaciones sin matices de parte de algunos políticos», constató el obispo de Chillán (Chile) y secretario general de la Conferencia Episcopal, Sergio Pérez de Arce, en una reflexión publicada en el diario Crónica de Chillán el último domingo y que tituló: «¡Cuidado con la venezolanofobia!». En esta columna llama la atención desde el Evangelio sobre el delicado y complejo tema de la migración que constituye un problema en Chile y a nivel global.

Como recuerda el obispo, tanto la actual alcaldesa de Providencia Evelyn Matthei (de derecha), como el diputado Daniel Monouchehri (de izquierda), hicieron categóricas afirmaciones. La alcaldesa señaló que «no podemos permitir que entre (a Chile) un venezolano más», y el parlamentario propuso prohibir el ingreso de ciudadanos venezolanos al país por dos años. Esto da «a entender que el problema está en ser venezolano», escribió monseñor Pérez de Arce.

En las últimas semanas, la ciudadanía chilena ha sido impactada por alevosos crímenes donde han estado involucradas personas migrantes. El primero es el secuestro y asesinato del exmilitar venezolano, refugiado en Chile, exteniente Ronald Ojeda, cuyo cuerpo fue encontrado en un campamento habitado principalmente por inmigrantes. El fiscal que investiga declaró que este crimen tiene un perfil político, que se gestó en Venezuela y que está vinculado también con una megabanda del crimen organizado, llamada «Tren de Aragua».

El segundo delito, de gran impacto nacional, ha sido el asesinato del teniente de Carabineros, Emmanuel Sánchez, quien intentó detener por delito infraganti a quienes delinquían. Los asaltantes de nacionalidad venezolana lo asesinaron cuando repelían la detención.

A estos hechos se añaden, también en las últimas semanas, enfrentamientos con armas de fuego entre bandas rivales en Antofagasta (norte de Chile) y estafas a adultos mayores en Valparaíso por una banda compuesta en su mayoría por personas de nacionalidad venezolana.

Riesgo de estigmatizar

«Es evidente que hay en Chile peligrosas bandas delictuales compuestas por extranjeros», dice el obispo Pérez de Arce. Añade que «a menudo (son) tremendamente violentas en la comisión de delitos. También es cierto que la inseguridad ha crecido en los últimos años, proliferando bandas chilenas e internacionales, en un fenómeno que se extiende por América Latina. Todo lo cual exige una lucha más determinada y profesional contra el crimen, junto con un control migratorio exigente, que permita detectar a tiempo el ingreso de delincuentes. La paz y la seguridad de los habitantes del país, chilenos y extranjeros, así lo exige, como también el sufrimiento de tantas víctimas del crimen».

Y agrega: «Cosa distinta, sin embargo, es estigmatizar a una nacionalidad o una raza por completo, pues el problema, aquí y en cualquier parte, no es ser venezolano, sino ser delincuente. Tenemos que ponernos ‘en los zapatos’ de los venezolanos y extranjeros que viven en Chile y para quienes hoy en día no debe ser fácil liberarse de prejuicios

Luego, el obispo dice: «pienso en estudiantes extranjeros que conviven en nuestras escuelas, en trabajadores que laboran en nuestras fábricas, en hombres y mujeres con los que nos relacionamos diariamente, habitualmente de buena forma, pero que hoy están sometidos a la desconfianza y al juicio fácil en razón de su origen».

Por este motivo, el obispo añade, «los políticos deben ser especialmente responsables, pues sobre todo en tiempos electorales convierten el tema migratorio en motivo de campaña».

El prelado continúa señalando que «la historia conoce demasiados ejemplos de fobias a ciertos grupos, sea por su nacionalidad, etnia, religión, etc. que han terminado en exterminios masivos o discriminaciones: el holocausto judío, la segregación racial en EE. UU, el apartheid en Sudáfrica, el genocidio congoleño, etc. Muchas veces se comenzó por prejuicios aparentemente inofensivos, pero que se fueron agrandando hasta justificar atrocidades inhumanas. Se practicó una aversión a grupos sociales no por sus conductas, sino por su origen, color o condición».

Pérez de Arce concluye advirtiendo que «hay que cuidarse de criminalizar la migración y, menos todavía, a una nacionalidad en particular. Nadie es criminal por ser de una nacionalidad o por ser migrante. Es como creer que ‘todo chileno es ladrón’. Es una pobre comprensión que nos hace mucho daño y no hace justicia a los miles de extranjeros que conviven y trabajan normalmente entre nosotros. Hay que combatir la delincuencia, pero no fomentar la xenofobia, que solo alimenta la desconfianza y no ayudan en nada a la anhelada seguridad que todos queremos».

Cabe indicar -también- que según cifras oficiales, la comunidad de venezolanos en Chile constituye una de las más grandes, con más de 300 mil residentes confirmados hasta la fecha. A pesar de la participación de algunos miembros de esta comunidad en crímenes, es crucial destacar que la mayoría de los migrantes no están involucrados en actividades delictivas.

El aumento de la delincuencia en ciertas áreas geográficas del país ha llevado a un endurecimiento de las políticas migratorias y a una vigilancia más estricta por parte de las autoridades. Aun así, muchos políticos y las opiniones vertidas por la ciudadanía común en redes sociales, estallan en declaraciones xenofóbicas a las que el obispo Pérez de Arce busca poner coto y ha solicitado actuar con respeto a la dignidad humana.-

Aníbal Pastor N. Corresponsal en Chile/RD

 

Traducción »