Para la especialista en Campañas Políticas el cambio ocurrirá si las fuerzas democráticas de la sociedad pueden demostrar la consolidación de ese consenso de cambio, formándose como fuerza política sólida, y si la presión internacional lo apoya.
Venezuela está ante una oportunidad de cambio político como no la ha tenido en los últimos 20 años, señala Carmen Beatriz Fernández al hacer referencia a las próximas elecciones presidenciales, a celebrarse el 28 de julio, la fecha que dispuso el Consejo Nacional Electoral. “Creo que falta mucho por ver”, agrega.
Para la especialista en Campañas Políticas cada día será una sorpresa hasta la fecha de los comicios. “El cambio político ocurrirá si las fuerzas democráticas de la sociedad pueden demostrar la consolidación de ese consenso de cambio, formándose como fuerza política sólida, y si la presión internacional lo apoya”, indica.
Pero debe haber también la acción (o inacción) de actores internos que lo faciliten. Hay muchísimas variables en juego y los pronósticos nos son fáciles. Quien afirme tener las cosas bajo control, miente, señaló.
Fernández es venezolana. Es presidenta de DataStrategia, profesora asociada de Sistemas Políticos Comparados y Comunicación Política en la Universidad de Navarra, España, docente del IESA y de la Universidad de Pforzheim, Alemania. Tiene una maestría en Ciencias Políticas, concentración en Campañas Políticas, en la Universidad de Florida, y un doctorado en Estudios de Comunicación y Medios en la Universidad de Navarra.
Elecciones presidenciales
Las elecciones presidenciales venezolanas de 2024 no serán libres ni justas, recalca.
Al contrario, creo que serán las peores condiciones electorales de las últimas dos décadas. Desde que el chavismo llegó al poder fue, progresivamente inclinando la cancha del juego electoral, para que uno de los dos equipos (el del poder) tuviera la pendiente a su favor. Cada elección la cancha se inclinó un poco más, y ésta no será la excepción, advierte.
La cuestión es si, aún con condiciones electorales muy injustas y muy poco libres, puede la muy masiva voluntad de cambio de la sociedad venezolana imponerse y desalojar al chavismo del poder, indica.
Señala que la sociedad venezolana quiere mayoritariamente el cambio y detalla que ha madurado mucho en dos sentidos: en entender el voto como mejor instrumento de cambio posible y superar el dilema de votar o no votar; y votar en perfecta unidad, evitando de esta forma fragmentar el voto.
Mi lectura es que las primarias ocasionaron un sismo político en el país. No solo de cara al gobierno, sino también al seno de la oposición. Cambiaron las variables del juego. Es por eso que muchos actores han venido asumiendo una narrativa contra las primarias, desde ignorarlas hasta atacarlas con distintos argumentos (poca participación, poca capacidad de auditar). Lo cierto es que las primarias fueron un hecho político de contundencia y gran importancia para definir el 2024, recalca.
—¿El gobierno de Maduro cree que tiene realmente intenciones de contarse? ¿De qué puede depender? ¿Cómo cree que se moverá el gobierno en los meses previos a las elecciones?
—Es difícil para el gobierno zafarse de las elecciones presidenciales 2024. Si lo hace le será muy costoso, tanto en términos internos como externos. Cuando el gobierno se comprometió en Barbados a cumplir unos acuerdos, a mediados del año pasado, todavía creía que podía tener lo mejor de dos mundos: mayor reconocimiento internacional y ganar unas elecciones medianamente amañadas en sus condiciones y con mucha división opositora. Un hito clave se dará el jueves 18 de abril, cuando sabremos cuál es la reacción de Estados Unidos ante las sanciones, a partir de allí habrá que retomar el análisis. Nótese que es el mismo día límite para que pueda haber sustituciones de candidaturas que se reflejen en el tarjetón electoral. Independientemente de lo que pase el 18, y de que la estrategia fundamental de Nicolás Maduro (“divide y vencerás” más dilema del voto) haya fallado, todavía Maduro tiene mucho juego. El control de los tiempos electorales, por ejemplo, en una institución que aún no ha publicado en Gaceta Oficial el cronograma de los tiempos electorales, hace que todo esté semi en el aire, y los contratiempos ocurridos en la fecha límite de las inscripciones electorales dan fe de que estamos ante una situación muy flexible y poco estructurada institucionalmente, sometida a los arbitrios del poder central. La otra carta que tiene Maduro en este juego es el factor sorpresa, que siempre ha sabido usar muy bien. Maduro “huye hacia delante” cuando está en aprietos, y el 28 de julio, fecha de las elecciones presidenciales, podría no ser la excepción.
—¿Cómo ve a la oposición? ¿Hay división?
—Obviamente hay divisiones y siempre las ha habido. Las divisiones son naturales en cualquier cuerpo político, porque el poder es una ambición de todos los actores, pero por su propia naturaleza el poder no es compartido. Sin embargo el adversario es tan amenazante y malvado que con frecuencia la oposición llega a los acuerdos necesarios. Aspiro a que también ocurra esta vez. Lo ideal es que priven los intereses comunes y la sensatez se imponga.
El papel de María Corina Machado
—¿Qué papel debe jugar María Corina Machado en los próximos meses?
—María Corina Machado debe jugar un rol preponderante. No será presidenta, al menos no en esta ocasión, pero puede ser quien conduzca y guíe la necesaria transición y el rescate de la democracia. Lo logrado por Machado, y por las primarias en general, incluyendo los demás candidatos, no fue un logro menor: cambiaron el ánimo social de un país que se encontraba postrado y resignado ante la dictadura. Los venezolanos votaron por María Corina Machado a sabiendas de que estaba inhabilitada, por ello escogieron algo más que a su candidata. Escogieron a la conductora de un proceso de rescate de la democracia “hasta el final”. No está del todo claro, sin embargo, cuáles son las reales capacidades de Machado para construir músculo político de cara a las venideras elecciones presidenciales.
—¿Es importante la figura de Manuel Rosales? ¿Por qué?
—Manuel Rosales es igualmente muy importante, tiene know how, tiene equipo, sabe gobernar, es un hábil negociador y un estratega. Rosales es muy necesario. Sin embargo los favores del electorado no están con él y, pese a su popularidad en su estado Zulia, al día de hoy está entre los políticos con más rechazo del país (precisamente es por ello que Maduro le ve con buenos ojos y le otorga el placé que le niega a María Corina Machado o a Corina Yoris). De manera que en este momento nadie sobra. Hace falta contar con la gente de los partidos, con su fuerza, talentos y experticia. María Corina Machado ganó las primarias arrolladoramente, pero eso no significa la extinción de los partidos políticos y sus liderazgos, siguen siendo muy necesarios. Probablemente más necesarios que nunca. El asunto recuerda el dilema de los votos de la calle versus los votos del aparato, que fue una constante en los partidos históricos venezolanos, particularmente en Acción Democrática: el secretario de organización era imprescindible para ganar las elecciones, pero normalmente no era capaz de ganar elecciones internas, porque el carisma estaba en el liderazgo de la calle.
—¿Cree que podría todavía surgir otra figura que logre aglutinar el interés de los venezolanos, que haya alguna sorpresa?
—María Corina Machado tiene también una capacidad de transferencia de votos muy grande. Eso, sumado al hecho de estar inhabilitada y no ser una jugadora formal, le otorga también, y paradójicamente, una fortaleza extra: la capacidad de sorprender, y no tener que ajustarse a las líneas del cronograma electoral, que es el timing que controla Maduro. Es decir Machado puede sustituir candidatura antes del 18 de abril para que aparezca en la boleta, o antes del 18 de julio para que no aparezca, que para el caso es lo mismo. Incluso María Corina Machado podría simplemente levantarle la mano al designado 48 horas antes de las elecciones presidenciales, donde tiene media docena opciones, además de la de Rosales. “Sorprende y conquista” es una célebre frase de doctrina bélica rusa que se le atribuye al generalísimo ruso Aleksandr Suvórov, maestro de la estrategia bélica del siglo XVIII. Desde 2013 Maduro ha sido muy hábil en el manejo de la sorpresa, pero Machado ha demostrado que también sabe sorprender: en las primarias de octubre y con la escogencia reciente de Corina Yoris como sustituta. Ambas cosas descolocaron al oficialismo. Para Suvórov, sorprender al enemigo implicaba un golpe de efecto que aumenta las posibilidades de conquistar, obtener ventajas psicológicas ante el adversario y derrotar al oponente.
Los alacranes
—Los llamados alacranes, ¿qué papel juegan? ¿Se pueden meter todos en la misma bolsa o habría que hacer diferenciaciones?
—Los alacranes es el calificativo popular de esos actores políticos que sirven al gobierno y que han nacido al abrigo de Maduro, y para servirle. No es un invento exclusivamente venezolano. El modelo nicaragüense también les incorporó en su simulacro electoral de 2021, y allí popularmente se les denominó zancudos. Creo que no todos son iguales ni están en la «misma bolsa» como dice. Hay gente que tiene méritos propios, distinguiría por ejemplo a Antonio Ecarri, a Benjamín Rausseo, a Luis Eduardo Martínez e incluso a Claudio Fermín, separándolos de gente como Luis Ratti y José Brito, que se han ganado el mote de lavaperros, como simples mandaderos del régimen.
—¿Qué papel juega la comunidad internacional? Estados Unidos, ¿hasta dónde llegará? La figura de Gustavo Petro, ¿qué pretende con lo que dio por llamar la mediación colombiana? ¿Luiz Inácio Lula da Silva? ¿La Unión Europea?
—Lula da Silva y Petro, incluso Andrés Manuel López Obrador y José Luis Rodríguez Zapatero, y en general el Grupo de Puebla, son de los actores más relevantes en este momento. Pero también juegan un rol preponderante Estados Unidos y la Unión Europea, así como Qatar y Noruega, como mediadores. El tema venezolano adquirió una dimensión geopolítica que no puede ignorarse. Parte de esta importancia geoestratégica de Venezuela tiene que ver con su rol energético en un mundo en guerra, pero además el tema de los ocho millones de venezolanos en forzada migración que ha hecho imposible ignorar la situación, que ha llegado a los confines más insospechados. El tema migratorio es uno de los tres temas más importante en Estados Unidos, quizás la batalla electoral más importante del globo en este año, y allí la migración venezolana juega un papel. Más aún si se estima que 65% de los emigrados se plantearía volver a Venezuela si hay un cambio político (encuesta PAx Sapiens publicada en Bloomberg) y que hasta 40% de quienes están en Venezuela se plantearían emigrar si no se da el cambio.
José Gregorio Meza – El Nacional