En estos últimos 25 años, durante los gobiernos chavo-maduristas, ha habido opositores que siempre han creído conveniente ir a votar, independientemente de las circunstancias y las condiciones electorales, y están ahora interpretando que la decisión de la mayoría de los partidos y líderes de oposición de participar en las elecciones del 2024 les da la razón a posteriori. Sin embargo, las “elecciones” presidenciales del 2018 y las parlamentarias del 2020 fueron tan “impresentables” que, no sólo la abstención fue inmensa, sino sobre todo fueron consideradas ilegítimas y desconocidas por toda la comunidad internacional democrática. En cambio, en las elecciones regionales del 2021 la Unión Europea envió una Misión de Observación Electoral (MOE). Al respecto, el Alto Representante de la UE para Asuntos Exteriores Josep Borrel declaró que la MOE era “un camino hacia elecciones creíbles, inclusivas y transparentes como resultado.” Por tanto, si fue sólo “un camino hacia”, la UE estaba reconociendo que en Venezuela no había elecciones creíbles, inclusivas y transparentes. La MOE no legitimó las elecciones, pero favoreció la participación. Por tanto, cada evento electoral tiene su propia circunstancia y así debe ser analizado. Pero sobre todo hay que entender e internalizar que el apoyo de la comunidad internacional es absolutamente indispensable, aunque no suficiente, para la oposición. En las próximas elecciones presidenciales, la comunidad internacional está apoyando la participación. Es evidente que el evento electoral de noviembre no es una elección libre y transparente, no tiene las garantías de pulcritud normales en una democracia. Además, buena parte de los líderes democráticos están presos, exilados o inhabilitados, los símbolos y los bienes de los partidos han sido robados y entregados “manu militari”, por el Tribunal Supremo madurista, a los llamados “alacranes”, que se vendieron por un “puñado de dólares”. El árbitro electoral (CNE) está controlado por el régimen. Pero, más del 80% del país está a favor de un cambio de gobierno y quiere votar, las elecciones primarias determinaron que la inmensa mayoría de la oposición confía en el liderazgo de María Corina Machado. “Historia magistra vitae” y quien la ignora está condenado a repetirla, decía George Santayana. Hace un siglo, en 1924, la oposición democrática italiana decidió retirarse del parlamento y otras instituciones y procesos, como una condena moral al gobierno fascista, por el asesinato del líder democrático Giacomo Matteotti. Mussolini aprovechó la oportunidad para acelerar la consolidación de la dictadura. La historiografía mundial considera la no participación de la oposición italiana como un gravísimo error político.
El régimen impide arbitraria e inconstitucionalmente la candidatura de María Corina y para colmo también la de su sustituta, apoyada por toda la oposición, la profesora Corina Yoris. En estos días está en marcha una intensa negociación al respecto, nacional e internacional, en la cual están involucrados, entre otros, Macron, Lula, Petro y la Casa Blanca. Amanecerá y veremos. Pero esta vez, las circunstancias están claramente a favor de la participación masiva, combinada con la organización y sobre todo la unidad de la oposición. El gobierno trabaja intensamente en fomentar la abstención y la división. La oposición, en cambio, debe votar masivamente por la tarjeta unitaria que María Corina y la Plataforma Democrática decidan apoyar. Lo que hay que evitar absolutamente es la pasividad castrante de quedarse sin hacer nada. Aumentaría la desmoralización, la desmotivación y el exilio voluntario.
@sadiocaracas.