La política en nuestro país dio un giro inesperado, aunque no queramos reconocerlo. Es la figura de Edmundo González Urrutia, un experimentado diplomático, quien está en los labios de todos los venezolanos. Es quien en estos momentos tiene el timón en las manos y, dependiendo de su buena maniobra, puede llevar a Venezuela a puerto seguro.
Su nombre marca distancia y categoría con la política tradicional. Su verbo aplomado y conciliador, por lo que hemos observado en sus recientes intervenciones, dan una sensación de seguridad y confianza en el grueso electorado que hasta hace poco no había oído hablar de ese personaje. Convence sin necesidad de alzar la voz ni desafiar al contrario. Muestra unos modales del ciudadano culto, respetuoso y visionario, de ese que es necesario en estos tiempos donde el oficio del político está cuestionado.
Así emergen los líderes. Cada circunstancia da pie a que se visualice en la colectividad una esperanza y confianza a determinada figura que pueda conducir los destinos de una nación, entidad federal o municipio. El liderazgo es algo impredecible donde se conjuga una serie de variables (políticas, económicas, antripológicas, culturales, psicológicas, entre otras) que definen el comportamiento humano respecto a los asuntos del Estado.
En el caso venezolano, el modelo de gobierno y el estilo de hacer política entraron en crisis. La sociedad nuestra vive uno de los más oscuros episodios de la historia política con altos niveles de pobreza, deterioro de los servicios públicos, elevados casos de corrupción, excesivo populismo, desempleo, deterioro de la clase profesional, diáspora de millones de compatriotas, sueldos miserables y mala Calidad educativa. Estas anomalías hacen que la gente rechace el actual esquema político y voltee la mirada hacia un nuevo perfil del liderazgo, más comedido y formado.
Ese liderazgo lo comienza a encarnar Edmundo González Urrutia a partir de un necesario consenso en el seno de las fuerzas democráticas que conforman la Plataforma Unitaria. Eso es un hecho político e indetenible. La psiquis colectiva no hace más que hablar de ¡Edmundo para todo el mundo! y le dará un respaldo masivo en las elecciones presidenciales pautadas para el 28 de Julio del presente año. El candidato cuenta, además, con la buena pro de la comunidad internacional, incluyendo a los mandatarios que hasta hace poco respaldaron al gobierno de turno en Venezuela.
Edmundo González Urrutia tiene un tremendo desafío. Aprovechar el buen posicionamiento que tiene para convencer y atraer a los decepcionados electores del oficialismo. Debe hacerse uso de un discurso que les de garantía y abra los brazos hacia la transición política y recuperación integral de Venezuela, sin revanchismo ni venganza.
Además, tendrá que redefinir su comando de campaña con criterios de amplitud, mística y amor por el rescate de Venezuela. Un buen líder une, habla con la verdad y visualiza el futuro promisorio. Esas cualidades están presentes en ese nuevo liderazgo que representa Edmundo González Urrutia. Las fuerzas democráticas no deben cometer el error de desperdiciar esta valiosa oportunidad que se presenta con ese candidato para garantizar una salida pacífica, electoral y democrática por el bien de los millones de venezolanos esperanzados por un cambio y de las venideras generaciones.
Politólogo y Secretario General del MAS Regional Sucre-Cumaná