Ana Noguera: ¿Quo vadis, Europa?

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Estamos en la semana previa a las elecciones catalanas, pero poco análisis más se puede hacer hasta que no lleguen los resultados de las urnas, donde el pueblo catalán deberá decidir si confía de nuevo en un independentismo que está llevando al bloqueo y la parálisis a Catalunya o si opta por un camino progresista. Todo sea que la fragmentación de voto haga imposible un gobierno, y Catalunya vuelva a las urnas.

Mientras todo ello se decide comienzan los vientos electorales para Europa. Y los momentos que estamos viviendo son altamente preocupantes. No pretendo ser alarmista pero mi inquietud aumenta cada vez que llegan noticias sobre la situación política y social de los países vecinos.

En primer lugar, Europa sigue cercada por dos guerras que no parecen tener buen final.

Ya son más de dos años de la invasión de Rusia contra Ucrania: miles de muertos, millones de desplazados y una destrucción brutal de gran parte del país. La única novedad a la que se agarra la comunidad internacional es el “aterrizaje” de Xi Jinping quien dice que trabajará por una “solución pacífica”, y pide “una tregua olímpica”. En fin, el gigante asiático que parecía dormido en este conflicto se ha despertado. ¿Supone esto alguna esperanza?

Por otra parte, la guerra entre Israel y Palestina está desencadenando, en primer lugar, en un genocidio contra el pueblo palestino que supera todos los horrores que de por sí provoca una guerra. Y, en segundo lugar, el posible contagio a un conflicto en el que entren otros países de Oriente Próximo. Cada mes que pasa, la escalada bélica sube decibelios.

En el conflicto ya ha entrado Irán, mientras que en EEUU las protestas de universitarios contra Israel están dejando al descubierto las vergüenzas de universidades privadas, donde queda patente que el dinero tiene claros intereses políticos. Biden se juega claramente su reelección, pero su alternativa Donald Trump sería caer en un infierno peor.

Una nota de esperanza es la movilización global de miles de estudiantes que comenzó en EEUU y se ha contagiado a otros países europeos, incluida España. Los jóvenes no son unos “pasotas” de la política. Como todas las generaciones en cualquier época, unos son más comprometidos que otros, y, en este caso concreto, tienen clara su posición, no contra Israel, sino contra Netanyahu, contra su odio, contra su barbarie, contra la aniquilación de todo un pueblo.

El segundo elemento preocupante de lo que está ocurriendo en el mundo y, también muy particularmente, en Europa: el ascenso de la ultraderecha.

Leemos la siguiente noticia de este primero de mayo: “Escoltados por la policía italiana, más de mil miembros de la extrema derecha marcharon con antorchas por las calles de Milán antes de realizar el saludo fascista“. Así es, Italia está reviviendo su peor pesadilla: la extrema derecha invadiendo las calles de Milán o, anteriormente, de Roma.

De hecho, lo vimos en enero de este mismo año. Cuando “Decenas de neofascistas, todos vestidos de negro, colocados uno al lado del otro en fila como si estuviesen en un ejercicio militar. Después, un hombre grita tres veces a pleno pulmón: “¡Atentos! ¡A todos los camaradas caídos!”. La masa entonces emula el saludo fascista con el brazo en alto y, otras tantas veces, responde al unísono: “¡Presente!”. Y, a continuación, el hombre finalmente insta: “¡Re-po-so!”. Es la escena de otro siglo que se ha visto en Roma, delante de una antigua sede del posfascista Movimiento Social Italiano (MSI), partido en el que también militó en juventud Giorgia Meloni”.

Escándalo político en Italia por un acto con saludos fascistas en Roma

No es ninguna broma. Así lo denunció la líder del progresista Partido Demócrata italiano, Elly Schlein, en el parlamento, cuando advirtió:  “Roma, 7 de enero de 2024. Y parece 1924“.

Un siglo, tan solo ha pasado un siglo de lo peor que vivió Europa, y el mundo entero, y hay quienes parecen dispuestos a repetirlo.

Porque tampoco fue una broma el violento y grave ataque sufrido por el candidato socialdemócrata alemán Matthias Ecke por la ultraderecha alemana.

Las noticias que llegan de Alemania son de “Alarma por la violencia ultra tras el ataque del fin de semana contra un político socialdemócrata”. Este ataque se ha convertido en un baluarte de la extrema derecha en Sajonia, lugar donde ocurrió la agresión.

Alemania, pese a los intentos de los partidos democráticos de frenar y aislar a los ultras, está viviendo un auge imparable de la extrema derecha que vocifera mensajes de odio que calan cada vez con más fuerza.

Alarma en Alemania por la violencia ultra tras el ataque del fin de semana contra un político socialdemócrata

Hace unos meses, la ultraderecha alemana planteó la salida de la Unión Europea, un “Dexit”, pese a lo que está sufriendo Gran Bretaña después de su salida de la Unión.

Francia no se libra de los ultras con Marie Le Pen al frente.

Es más, según la última encuesta realizada por “Euronews” para las elecciones europeas de junio, la derecha radical es imparable en seis países.

Resulta lamentable pero las seis naciones fundadoras del proyecto de integración europea son ahora las que lideran el auge de la derecha radical: Alemania, Bélgica, Francia, Italia, Luxemburgo y Países Bajos. Y podría ser la primera fuerza política en cuatro de ellos: Francia, Italia, Bélgica y Países Bajos.

En el resto de los países, como puede ser España, Portugal, Alemania o Polonia, las fuerzas conservadoras pueden frenar el auge desmedido de la ultraderecha. Partidos como Vox pueden encontrar su freno ascendente en partidos conservadores como el PP, quienes recojan mucho voto de la derecha.

Y eso, ¿qué supone? Que la responsabilidad que tiene la derecha es doble porque, no solamente tiene que frenar a la ultraderecha, sino que tiene que distanciarse de ella, incluso en los gobiernos. De nada serviría que el PP pudiera ser superior a Vox, si luego permite que los antieuropeos toman el poder de la mano del propio PP.

Ese debate tiene que hacerlo el propio PP. Ellos están alimentando a Vox a través de todos los pactos de gobierno que han realizado en las distintas autonomías. Pactos que están conduciendo a malversaciones históricas tan espeluznantes como las mal llamadas “leyes de la concordia”, y que ha hecho levantar la voz de la propia ONU.

El PP, no solo ha pactado con Vox y les ha dejado asuntos de tanta importancia como la justicia y la cultura, sino que estarían dispuestos a seguir pactando en el gobierno de España.

Cada vez más, vemos al PP español escorado hacia posiciones ultraconservadoras con su apoyo a Trump, a Bolsonaro en su momento, o a Javier Milei ahora mismo. Por cierto, nunca oí a un católico conservador ni al propio PP denunciar los insultos vergonzosos de Milei contra el Papa. Fueron palabras tan insultantes que me da vergüenza hasta reproducirlas.

La pregunta es que qué hará el PP en Europa.

No es una pregunta retórica. Es toda una incógnita. Y no estamos de broma. El PP está jugando con fuego con su acercamiento peligroso a la ultraderecha. De la misma forma que está incendiando el ambiente social con su estrategia de destrucción del adversario. Cuando el PP está en oposición y quiere ganar como sea, utiliza siempre la misma estrategia de acoso y derribo, pero ojo, porque esta vez puede pasarse de frenada y acabar saltando todas las líneas rojas.

 

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