No hay duda de que la unidad es algo deseable y algo por lo que vale la pena luchar, pero no puede simplemente resultar de realizar meras declaraciones. Theodore Rikel.
El ambiente de unidad ante la proximidad de la elección presidencial es una imperiosa necesidad. Con inteligencia, coherencia política y verdadero compromiso unitario, estamos seguros que serán superados los impasses y se apartarán las ambiciones personalistas, lo que resulta imprescindible para llevar a delante una campaña electoral diferente, que demostrará la fuerza mayoritaria de toda la nación venezolana, representada por todos los factores políticos responsables de tan delicadas tareas electorales.
Es necesario que garanticemos y exijamos un ejemplar clima de armonía entre los líderes que conforman la Unidad, para propiciar la motivación y participación hacia todos los electores.
El problema es que muchas veces confundimos lo que es “unión” con “unidad”. Esto es algo muy diferente: unión es el acto de estar varios juntos, no necesariamente de acuerdo, no necesariamente sinceros, no todos contentos, algunos por conveniencia, otros por tradición, otros por comezón de oír, algunos por la esperanza del cambio, otros de muy buena voluntad, hay quienes lo hacen por mera convicción; en fin, hasta allí puede haber unión, más nunca unidad.
Unidad no tiene por qué ser unanimidad; puede ser dinámica y hasta diferenciada en el diseño y ejecución de estrategias comunes de lucha. Lo que nunca puede ser es complicidad o juego calculado de intereses políticos que, en definitiva, pueden caer dentro de los propósitos del régimen.
Ahora es tiempo de evaluar las debilidades y las fortalezas descarnadamente, con total sinceridad, para estar en condiciones de reaccionar sin engaños, con visión de futuro, ante las circunstancias en constante evolución.
Es tiempo de revisar los objetivos estratégicos conducentes a la meta de toda la nación venezolana, que no es otra que la recuperación de nuestro país, mediante la extraordinaria sinergia de la victoria encarnada en María Corina Machado y Edmundo González Urrutia.
A tan solo ochenta días de la elección presidencial del 28-07, estamos conscientes que este no es el tiempo de zancadillas, presiones y maniobras aisladas, es tiempo de responsable actitud cívica, es tiempo de anteponer valores y principios a caprichosas aspiraciones personales, no es tiempo de aletargar. Es tiempo de unir, no de segregar.
Este es el tiempo de la reflexión, de la auto-crítica, del análisis, del diagnóstico, de medir que puede flexibilizarse y que debe radicalizarse. No es el tiempo de “la cuadratura de los espacios no conquistados”, de “ubicación y posicionamiento”… Y menos aún, tiempo para triunfalismo.