Los medios electrónicos en la web titulan y las redes sociales hablan acerca de la “inevitable transición en Venezuela”. Y no es que no se perciba eso en el ambiente. La gente “siente” que pasará algo que de alguna manera cambie lo que ha venido sucediendo durante años de destrucción. La imparable María Corina Machado (MCM) le ha dado mucho trabajo al régimen y toda la corriente de opinión va en el sentido de un cambio en Venezuela.
Y pareciera que cuál profecía autocumplida, el 28J se dará lo que todos deseamos, un cambio político en paz y democrático. Pero –siempre el fastidioso pero- ¿es eso lo que hemos tenido en los últimos 25 años? Algunos estábamos muy seguros en el año 2004 que ganaríamos de calle el Referendo Revocatorio, y todavía hay gente de la misma oposición que afirma convencida que Chávez ganó en esa oportunidad, y que nosotros sobredimensionamos nuestras expectativas. Pero Chávez no ganó, el CNE de Jorge Rodríguez hizo fraude con las máquinas de SmartMatic en ese Referendo, como demostraron los estudios técnicos posteriores. Y a pesar del triunfalismo opositor, Chávez se quedó con la consiguiente frustración de todos.
Y algunos de ustedes dirán, ¿“y este tipo como se atreve a desanimar a los venezolanos, promoviendo abstención, recordando estos episodios?”. Lamentaría que se piense así. Cada cual debe hacer lo que crea más conveniente porque el voto es una decisión personalísima. Mi papel aquí no es seguir la corriente de lo que todo el mundo diga ni recomendarle a nadie que hacer con su voto, sino de lo que creo que pasará fundamentado en los hechos objetivos que se han presentado ante todos, y que algunos prefieren ignorar, cada uno por su propia razón e intereses. Solo mencionaré 3 de ellos:
Primer hecho objetivo: el régimen decidió pisotear el Acuerdo firmado en Barbados, el 17 de octubre de 2023, negándose a aceptar al candidato que eligiera libremente la oposición: “Primero: Las Partes reconocen y respetan el derecho de cada actor político de seleccionar su candidato para las elecciones presidenciales de manera libre y conforme a sus mecanismos internos, atendiendo a lo establecido en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela y la ley”:
Segundo hecho objetivo: Se le negó el derecho a la participación política a MCM (sin contar la violación de ese mismo derecho a los 2,4 millones de venezolanos que votamos por ella en las primarias). El régimen decidió por los venezolanos quienes serían sus candidatos opositores para las elecciones del 28J;
Tercer hecho objetivo: las condiciones electorales del 28J son peores que las enfrentadas para la elección Capriles-Maduro de abril del año 2013, basado en lo siguiente: a) no existía como ahora la diáspora de casi 8 millones de venezolanos, de los cuales no votarán más de la mitad, porque así lo decidió el régimen de Nicolás Maduro Moros, b) el sistema electoral automatizado del régimen sigue siendo el mismo, a pesar de las múltiples denuncias realizadas y a las que la oposición oficial ha hecho caso omiso consistentemente; c) la creación desbordada de centros de 1 y 2 mesas por el CNE, que totalizan, de manera preliminar, 9.624.709 electores en todo el país, para concentrarlos en lugares controlados por partido del régimen. En un universo de 21.402.220 electores para el 28J, estamos hablando de casi el 45% del electorado sin descontar las cifras de abstención y migración externa e interna. Si descontamos a los migrantes externos e internos en un escenario de abstención del 24%, con un total final votantes calculado de 11.961.058, prácticamente el país entero votaría en centros de 1 y 2 mesas (ver Comunicado: ANCO a los venezolanos, 11-05-2024).
La inferencia lógica de estos hechos concretos, no sesgados por mi deseo que la oposición resulte victoriosa en ese encuentro electoral, apunta a impedir el conteo justo de los votos y a la aplicación de un fraude masivo del régimen en las elecciones presidenciales del 28J. Esta es la realidad esperable, pura y dura.
Pero esta conclusión no es el motivo de esta nota, ni estoy dando un “tubazo” con esta información. De hecho, ya eso lo dijeron MCM y el expresidente Duque de Colombia, como lo señalé en mi anterior nota (ver: Más allá de una lucha existencial). El régimen intentará un fraude porque es a eso lo que apuntan estos hechos desde el principio, cuando decidieron salirse del acuerdo del Barbados, y firmar otro con la oposición “alacrán”. De acuerdo a lo anterior; Ya se está perpetrando el fraude al no ser MCM la candidata.
Teniendo en cuenta estos hechos que se cristalizarán en las realidades palpables que enfrentaremos el 28J, la pregunta clara y concreta de las 64 mil lochas, como decía el animador Efraín de La Cerda en su programa de RCTV hace mas de 60 años, es ¿qué hará la oposición cuando Elvis Amoroso diga oficialmente y con su cara de tabla, que Maduro gano la elección por un “pequeño” porcentaje de votos? O peor aún, ¿esperarán a que eso pase? Todo esto, por supuesto, si el régimen no decide suspender indefinidamente las elecciones por cualquier razón o invalidar de un tajo la tarjeta de Edmundo González Urrutia por decisión del TSJ, lo cual no sería nada descabellado vista la serie de iniquidades electorales cometidas desde un comienzo. Pero asumamos para efectos de este análisis que no cancelarán las elecciones.
En este escenario necesariamente debería ocurrir una suerte de reunión del tipo de la que hacen los militares cuando la confrontación es inevitable, para “contar los fusiles”. Mi padre, el primer Dr. Aguana, como le decía yo (él decía que los abogados no se podían hacer llamar doctores sin un doctorado), era más militar que civil. Se pasó la mayor parte de su vida profesional dado clases de Derecho en las escuelas militares (antigua EFOFAC y Academia Militar) y los conocía como nadie. Decía que antes de venir una confrontación segura se reunían los jefes a “contar fusiles”. Decía: “A ver, cuantos fusiles tienes tú, cuantos tanques tengo yo, cuantos aviones tienes tú”. El que tuviera el mejor balance de fuego ganaba antes de echar un solo tiro, y punto. Y el que perdía la cuenta se retiraba con todas las seguridades correspondientes.
Pues bien, eso lo llamo “negociar la victoria” antes de la confrontación. El régimen bien podría proceder al fraude y llevarse la elección, pero ¿a qué costo? A ninguno de nuestros vecinos les conviene otra oleada migratoria y tal vez no estén dispuestos a avalar ese fraude, de allí las intervenciones de Lula Da Silva y Petro por un plebiscito. Pero esa consulta ya está dándose en vivo y directo con las movilizaciones masivas a favor de MCM en todo el país. Una revuelta civil por un robo en descampado de la elección sería una estupidez del régimen.
Entonces, esa “cuenta de fusiles”, como decía mi padre, debería estar dándose ahora porque si no ambas partes incurrirían en una perdida tan cuantiosa que ninguno sabría quién al final terminó ganando. Y el régimen sabe que ya perdió al “contar fusiles” por más Padrino López y sus FFAA. Los “fusiles”, en este caso, sería la correlación de fuerzas, apoyos y credibilidad que resulten globalmente de esa elección.
Y en esa cuenta ya el régimen perdió y debe reconocerlo antes de que se produzca la elección. De allí que al admitir que perdieron deberán haber negociado antes su salida honrosa, donde el CNE anunciaría que Maduro perdió por “un estrecho margen” frente a Edmundo González Urrutia. ¿Cuál sería el costo? No lo sé, pero cualquiera que sea no vale ni un minuto más de la permanencia de millones de venezolanos lejos de su familia, y ni un segundo más de cárcel de los presos políticos, civiles y militares.
La aplicación de un fraude el 28J constituiría una “victoria pírrica” para el régimen. El término proviene del Rey Pirro de Epiro, Grecia, quien derrotó al ejército romano dos veces, pero a un costo altísimo de vidas y recursos. Una “victoria pírrica es aquella que se consigue con muchas pérdidas en el bando aparentemente o tácticamente vencedor, de modo que incluso tal victoria puede terminar siendo desfavorable para dicho bando. Es, pues, una victoria que inflige daños o pérdidas tan devastadores al vencedor que equivale a una derrota, anulando así cualquier sensación de logro o perjudicando el progreso a largo plazo”. (ver Wikipedia: Victoria pírrica).