En su forma actual, la democracia no sobrevivirá a la fusión de la biotecnología y la infotecnología, o bien se reinventa a sí misma con éxito y de una forma radicalmente nueva , o bien los humanos acabarán viviendo en dictaduras digitales. Yuval N. Harari.
En mi discurso de toma de posesión de la Presidencia de la Junta Directiva de la Academia de la Ciencia Económica del Estado Zulia para el período 2015-2017, señalé que varias instituciones habían hecho propuestas orientadas a salir de la dramática situación de crisis en todos los órdenes de la vida en que se encontraba sumergida la nación y que amenazaba con hacerse más extensa y más profunda si no se observaban las leyes que rigen a todas las ciencias implicadas. Eso es exactamente lo que ha ocurrido y hoy tenemos un país en ruinas económicamente y desorientado políticamente.
Recordamos las propuestas hechas en ese entonces, por la Academia Nacional de Ciencias Económicas (2013); por la Academia de la Ciencia Económica del Estado Zulia (2014); por la Iglesia Católica Venezolana (2015); por la Universidad Católica Andrés Bello con sus “Propuestas Venezuela para 2015”; Fedecámaras Nacional también hizo pública su “Compromiso con Venezuela” (2015). A comienzos de ese año 2015, un grupo de sesenta economistas del país llegamos a la conclusión, mediante documento que se hizo público, de que era necesario declarar a la nación venezolana en verdadera emergencia y se hicieron una serie de propuestas, algunas coincidentes y otras complementarias a las mencionadas anteriormente, para garantizar la recuperación económica del país y una mayor productividad laboral en los distintos sectores productivos.
Todas ellas fueron elaboradas con la mayor seriedad y la mejor intención de recuperar rápida , económicamente y socialmente al país, enmarcadas todas ellas en la noción de libertad económica que la gran mayoría de los venezolanos aún aspiramos y que coinciden con las advertencias que el Papa Francisco hizo más adelante (2020) en su encíclica “Fratelli Tutti”, que a la letra expresa:”una libertad económica sólo declamada, pero donde las condiciones reales impiden que muchos puedan acceder realmente a ella se convierte en un discurso contradictorio”. Ya que “palabras como la libertad, democracia o fraternidad se vacían de sentido”, porque el hecho es que “mientras nuestro sistema económico y social produzca una sola víctima y haya una sola persona descartada no habrá una fiesta de fraternidad universal.”
La política que se necesita, nos dice también la Iglesia Católica en la mencionada Encíclica, “es una política que piensa con visión amplia, y que lleva adelante un replanteo integral, incorporando en un diálogo interdisciplinario los diversos aspectos de la crisis.” Una sana política capaz de reformar las instituciones, coordinarlas y dotarlas de mejores prácticas, que permitan superar presiones e inercias viciosas.” “No se puede pedir esto a la Economía, ni se puede aceptar que esta asuma el poder real del Estado.”
Parece ser que nadie ha puesto atención a estas sanas acciones propuestas pensando en el futuro de la nación, a juzgar por los resultados del estudio: “Diáspora, Política y Participación Ciudadana” llevado a cabo recientemente por un equipo de venezolanos que encabeza el Dr. Tomás Páez del Observatorio de la Diáspora, cuyo liderazgo e investigaciones en este campo le proporcionan especiales conocimientos sobre este tema.
En este sentido, las propuestas están sobre la mesa. Sólo pretendo dejar testimonio de su existencia y de la necesidad de mentes abiertas y receptivas en los distintos actores políticos una vez nos liberemos del yugo que nos oprime y se logren los acuerdos necesarios, pensando en el mejor destino de la Patria.
Para lograr la economía y la política necesarias, diríamos tomando palabras de Enrique Krauze que “La revolución social y económica del siglo XXI no puede sacar su poesía del pasado, sino solamente del porvenir…la revolución del siglo XXI debe dejar que los muertos entierren a sus muertos para cobrar conciencia de su propio contenido.” Solamente libres del peso del pasado, después de habernos deslastrados de las malas costumbres e ingratos recuerdos e ingratitudes del presente que nos han causado dolor, podemos entonces, aprovechar los resultados valiosos que toda renovación nos trae.
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