Héctor Alonso López: Dos maneras de luchar por La Victoria

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Salí a las 8:00 de la mañana de Caracas rumbo al estado Aragua, este sábado 18. Tomamos la Autopista Regional del Centro y paramos en la encrucijada para deleitarnos del tradicional sándwich de pernil. Cumplido este ritual seguimos viaje hacia La Victoria. Allí deberíamos acompañar a María Corina en la presentación del candidato de la oposición Edmundo González Urrutia en la urbanización Las Mercedes, un popular sector de la capital del municipio José Félix Ribas.

Cuando iba en el recorrido de la autopista con mis cuatro acompañantes nos impactó ver centenares de autobuses que venían o iban buscando lo mismo que nosotros, el peaje para ingresar a La Victoria. Alguno de los cuatro amigos me dijo: «Caramba, este acto de María Corina como que va a atraer a todo el mundo». Pero al llegar al peaje estaba literalmente repleto de autobuses, la tranca era espectacular. Cada autobús decía de dónde venía y la vestimenta de muchos de sus ocupantes no ocultaba a qué venían. El acto del gobierno taponeó la ciudad de La Victoria. Se equivocaron en la estrategia. Pues más querían impedir el mitin de Edmundo y María Corina que ellos mostrar bondades del candidato del gobierno que, por supuesto, no vino, sino que envió un mensajero a vociferar con insultos e improperios que develan una grave frustración e impotencia.

No pudimos ingresar por el peaje. Un oficial de la GNB nos dijo: «Es imposible que alguien puede entrar a La Victoria. Si quieren lo pueden hacer por la entrada de Las Tejerías». Procedimos a devolvernos en la autopista, en dirección de nuevo a Caracas. Hicimos lo que recomendó el guardia nacional. Iniciamos nuestro recorrido por la vieja carretera que nos llevaría desde Las Tejerías a La Victoria. En unos cuantos minutos ya estábamos en la Zona Industrial de La Victoria. Comenzamos a preguntar a unos cuantos ciudadanos: ¿La ubicación de la Urbanización Las Mercedes, por favor?. La gente nos preguntaba si íbamos a la concentración de María Corina. «Sí, correcto». Subimos a la parte alta de la ciudad de La Victoria y después de alguna otra consulta llegamos sin perdernos. Una amplia y larga calle llena de entusiastas ciudadanos nos brindó una estimulante acogida. Nos fuimos acercando a la batea de un camión, no tribuna. Estábamos cerca cuando apareció un huracán humano llamado María Corina que nos bombeó y quedamos todos asfixiantemente apretados al meterse por el medio de la multitud.

Allí estaban todos los dirigentes de la Plataforma Unitaria  y miles de ciudadanos a la expectativa del debut del candidato presidencial Edmundo González Urrutia, quien apareció con una gorra de los Tigres de Aragua y los ciudadanos lo recibieron como el presidente de la reconciliación de Venezuela.

Lo que había visto en el peaje me confirmó que ese tipo de actos movilizados solo los puede hacer un Estado totalitario, pero en el fondo terriblemente débil.  Un Estado donde se confunden gobierno y partido como un todo, es capaz de utilizar los recursos públicos como propios. Qué había bastante gente, sí había, pero cuesta demasiado dinero. Yo vi y leí los letreros de los autobuses. Alcaldías varias daban la señal de quién era la responsabilidad del traslado. Los grafitis marcados en cada autobús, decían de qué pueblo venían. Los vi y anoté. Era un mitin supraestadal. Salieron desde Guacara, Valencia, Los Guayos, Diego Ibarra, San Juan de los Morros más allá de las fronteras de Aragua. Y por supuesto de los municipios de toda Aragua, Bolívar, Camatagua, Linares Alcántara, Girardot, José Angel Lamas, José Rafael Revenga, Libertador, Mario Briceño, Ocumare, San Casimiro, San Sebastián, Mariño, Santos Michelena, Sucre, Tovar, Urdaneta, Zamora y José Félix Ribas.

El acto de la urbanización Las Mercedes es sin duda el más grande y apoteósico evento donde se inicia Edmundo González Urrutia. En una ciudad taponeada triunfó el deseo de libertad. El peaje de La Victoria fue convertido en una trinchera para evitar un acto de esta magnitud y subestimaron que la ciudad se iba a lanzar a las calles y no necesitaban autobuses porque sus habitantes eran suficientes para demostrar lo que lograron. Todos llegaron a pie. No los vi, por llegar tarde, afectados por el tapón, pero sí los pude ver retirarse a sus casas ordenados y alegres. Y cuando me vine a Caracas, de nuevo vi los autobuses recogiendo a otros que regresaban a su origen.

Por eso este 18, me reafirma que lo visto en Trujillo se repetirá con seguridad en todas partes. Es el triunfo de la espontaneidad contra la movilización sometida.

Los hombres y mujeres victorianos con toda la seguridad van a cantar Victoria el 28 julio.

 

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