César Guillen: El petróleo todavía tiene futuro

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Dialogo entre nosotros, la gente común.

A pesar de toda la información sobre el impacto ambiental y la de las energías alternativas, los hidrocarburos representan y seguirán representando la mayor fuente de energía que es vital para el transporte a nivel mundial. La OPEP, estima que la demanda de energía se incrementara en un 50% hasta el 2035. En la actualidad los combustibles fósiles líquidos abastecen el 80% de la energía en el mundo, y se percibe un crecimiento generalizado en el uso del gas. En América latina, los hidrocarburos representan un beneficio más allá de los ingresos por ventas.

Ellos pueden y deben motorizar el resto de la economía mediante la construcción y ampliación de su infraestructura, de las empresas auxiliares asociadas en la cadena de los servicios e insumos, como estrategia de inversión de la renta petrolera en otros sectores productivos. En nuestro caso, de la siempre postergada “Siembra del petróleo” y de las ahora imprescindibles inversiones extranjeras directas.

Estas inversiones deben están dirigidas a la ampliación de las refinerías, en nuestro caso a su recuperación y actualización tecnológica, de los gasoductos y oleoductos, de la producción tradicional en tierra, del gas y el de las aguas profundas. Se deben sin embargo evaluar, las implicaciones que tienen algunas de las inversiones con su carga geopolítica, como las de China, el inestable Irán y los rusos.

A pesar de las críticas de la energía fisil, estos desarrollos se planifican cada vez más con un rigor tecnológico de preservación del ambiente, e incorpora fuentes alternativas para satisfacer el consumo interno. Las previsiones de expansión para las próximas décadas, demuestran que el petróleo se mantendrá como la principal fuente de energía, con base al surgimiento de nuevas reservas y de tecnologías para la exploración. El reto de construir la infraestructura que satisfaga las necesidades globales de generación de energía, movilidad, vivienda y alimentación son enormes y ninguno de ellos puede alcanzarse sin energía.

Mientras las reservas mundiales sean abundantes y puedan cubrir una demanda creciente en las próximas décadas, su distribución y las implicaciones para los mercados, obligan sin embargo a hacer un uso más eficiente de los recursos disponibles. Una combinación de elevados precios petroleros, preocupaciones ambientales y avances tecnológicos podrían transformar el equilibrio del mercado. El punto de inflexión se alcanzaría en la segunda mitad de este siglo, cuando el consumo de energías alternativas se acelere.

Las razones que influenciarían esta probable desaceleración, son las de un ambiente económico debilitado, un continuo cambio en el uso del combustible y una mayor eficiencia. Sin embargo, con toda la evolución y diversificación de las fuentes de energía, se proyecta que los combustibles líquidos (petróleo) continúen siendo la mayor fuente de energía necesaria para el transporte. Los avances en la tecnología de exploración y producción expandirán el panorama de recuperación de crudo y condensados cerca del 65%. Aunque existen recursos no convencionales que se encuentran en cuencas de esquistos y en aguas profundas.

Paralelamente, se desarrolla una toma de conciencia del valor de la energía, el uso responsable de la misma para evitar los consumos desmedidos. Venezuela tiene el reto de producir más hidrocarburos, que le permitan mantener sus ingresos para desarrollar otros segmentos económicos y satisfacer su consumo interno. Una política energética de estado, como lo plantean los expertos de la transición, permitirá optimizar y aumentar la competitividad en los mercados internacionales.

De allí que el valiosísimo recurso humano, tanto técnico como profesional de la llamada PDVSA azul, agrupado en Petro Amigos, está disponible, dispuesto y organizándose, para acceder obligatoriamente, en las tomas de decisiones de las estrategias y proyectos de recuperación y puesta en marcha de nuestra principal industria

Fedepetrol.

 

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