Partimos de un hecho concreto, la situación de catástrofe social – política – económica – financiera institucional- y de deslave moral que padece, que golpea profundamente la nación, cuyas cifras recogen muy bien las ONGs de Derechos Humanos- Sociales – Laborales, como aquellas que se han dedicado a llevar un registro – memoria – expediente de los casos de corrupción, lavado de capitales y vinculaciones del régimen con el crimen organizado internacional.
Una situación que se ha hecho inaguantable para los venezolanos, para los países hermanos a ambos lados del continente, por el Sur y por el Norte; habiéndonos convertido en un problema de múltiples vertientes para todos los países y nuestros pueblos hermanos.
El tema migratorio es apenas uno de los aspectos relevantes por su impacto en los índices sociales, económico- demográficos y con estos, en materia de empleo, vivienda, de demanda de servicios públicos y alimentos, en un intercambio cultural accidentado con sus consecuencias naturales en la convivencia.
La permanencia del crimen organizado y de grupos irregulares en nuestro territorio, fortaleciéndose como ejército financiera y militarmente, elevando su capacidad de influencia en toda la zona y hasta donde les sea conveniente, con las incidencias propias de la acción delictiva cada vez en mayor escala, para Colombia y Brasil por ejemplo, y hasta la Patagonia, utilizando como centro de operaciones, Venezuela. Queriendo además servir de mayordomo a otros actores internacionales totalmente ajenos a nuestra idiosincrasia como las diferentes formas del terrorismo – fundamentalismo religioso…
No es cualquier cosa.
Y es que un liderazgo que valiera la pena, un liderazgo con conocimiento de la historia, un liderazgo con respeto por sí mismo, por las instituciones creadas a lo largo del tiempo para el resguardo de nuestros valores y patrimonios forjados a lo largo de más de quinientos años, buscando la paz con el progreso civilizatorio, de crecimiento social con respeto a la libertad, la democracia, la justicia, la dignidad y a los valores humanos. Un liderazgo de esa envergadura no podría permitirse que unos trúhanes llegasen así porque les dio la gana a mancillar la esencia, la bondad, la generosidad, la grandeza de nuestro continente. Si, de nuestro continente. Porque ultrajar a Venezuela significa también el ultraje a todo lo que el pueblo hispano representa, porque nos corre la misma sangre, la misma épica, la misma epopeya, la misma suerte, el mismo espíritu, con el mismo destino; cada nación y cada pueblo es parte de una sola formación humana. Todos sufrimos, lloramos, y reímos en un mismo cuerpo.
No podía ser de otra forma que el sistema inmunológico actuara para combatir y expulsar el microbio que lo afecta.
El mundo civilizado, humano, contra las pretensiones de la barbarie.
Así el pueblo venezolano, ha sido y es orgullosamente fiel a su legado libertario, que se expresa en esta formidable voluntad de cambio, tan fuerte como la más robusta de las murallas. Capaz de imponerse por encima de todas las amenazas, las pretensiones, las trampas y los engaños. De sobreponerse al peor de los escenarios, con paciencia, tenacidad, persistencia, y que pase lo que pase sabrá hacer silencio, reajustarse, reorganizarse, si fuera necesario, elevando cada vez más los costos de los victimarios, de los opresores. Capaz de erigirse por encima de los imposibles, hasta vencer a nuestros detractores.
Bienaventurada sea esta hora de una transición pacífica, electoral, y democrática; una extraordinaria oportunidad como ninguna otra, para todos.
¡Así sea!