Julio César Hernández: Transición de autoritarismo a democracia

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Con la esperanza puesta en la sensatez del pueblo venezolano, para relevar democrática y electoralmente el ya cercano 28 de julio al actual Gobierno, definido como autoritario y hegemónico, esa misma y potencial mayoría triunfante de la ciudadanía, deberá prepararse sin mayores prejuicios o sentimientos subalternos, para iniciar un período de transición, hacia el sistema político “democracia” el cual nunca se ha debido abandonar. Este periodo es definido por los autores O Donnell y Schmitter, como “el intervalo que se extiende entre un régimen político y otro”, o sea, ese intervalo durará, hasta que así lo quiera la gente. De lo anteriormente dicho, se puede inferir que la duración de ese intervalo, será el que el Pueblo venezolano quiera que dure, esto es, si se ganan las elecciones presidenciales se instalará un nuevo régimen político previsiblemente democrático, distinto al socialismo empobrecedor que hemos conocido en los últimos años, y subsiguientemente se iniciaría la “disolución progresiva” del actual régimen autoritario, con base a las reglas constitucionales y otras creadas para tal fin.

Ese nuevo o restablecedor régimen político, aseguraría desde la Presidencia de la República, según los mencionados autores, las formas y medios de acceso a los principales cargos de Gobierno, los perfiles de los actores admitidos y excluidos a los efectos de ir institucionalizando la actividad de ese nuevo titular del poder, y progresivamente a medida que se vayan ganando las elecciones por venir, la de los demás Poderes Públicos existentes, llamados después del evento electoral presidencial a fijar una especial relación de trato entre ellos, cuyas pautas deben ser conocidas, practicadas y aceptadas regularmente por todos ellos. La última situación sería muy importante para la buena marcha del Poder Público venezolano, en todos sus niveles político-territoriales, pues el ciudadano que resulte electo Presidente de la República, se encontrará rodeado de otro conjunto de poderes: legislativo, ciudadano, judicial, militar, electoral, gobernadores y alcaldes, entre otros, con los cuales tendrá que convivir o cohabitar pacíficamente, durante cierto tiempo, mientras se producen las respectivas elecciones o designaciones de relevo de ellos.

Sin embargo, pudiese ocurrir mediante una transición pactada con los representantes del actual régimen autoritario, una reforma general a la Constitución vigente, que adelante o haga concurrir en una sola elección popular, la designación de los nuevos representantes del Poder Legislativo y Judicial nacional, y de todos los gobernadores, legisladores, alcaldes y concejales en los estados y municipios del país; y mientras se pueda llegar ese momento, los poderes actuales, seguirían funcionando. Las circunstancias descritas plantean a mi entender dos (2) situaciones problemáticas: la    primera, ¿cuáles sectores de la oposición democrática, ahora Gobierno, firmarían ese pacto de transición “democrática y pacífica”?; en ese sentido, lo ideal sería que lo hicieran las fuerzas políticas y electorales triunfantes, con inclusión de las minorías, pues si se quiere que el país se una en verdad a un verdadero proyecto político nacional, se debe erradicar de una buena vez por todas, la mala costumbre electoral de que el ganador se lo lleva todo, como lo han hecho desde el régimen imperante. La segunda situación problemática sería la de hacer entender a los ciudadanos, sobre todo a los más encarnizados rivales o críticos del Gobierno saliente, que esa transición se debe llevar a cabo en paz, con respeto a los derechos humanos de las personas relevadas en el poder, cuyas responsabilidades de tenerlas por el desempeño de funciones públicas, serán determinadas por la denominada “justicia transicional” a medida que el nuevo Gobierno y los restantes poderes elegidos se vayan estabilizando.

El advenimiento de una mejor y justa democracia política, debe significar un tiempo de trabajo arduo, responsable y de desprendimiento en favor de la Nación venezolana, la clase política que para aquel momento pueda tener bajo su responsabilidad la conducción del Gobierno y quizá de los otros órganos del Poder Público, deben activar de una buena vez, el aparato económico nacional en procura de llevar “aire fresco” a los trabajadores y empresarios; sin desconocer tampoco que las luchas políticas seguirán, pues las mismas son de la esencia democrática. De otra parte, la dinámica de la transición, desde la perspectiva de la dominación autoritaria, dependerá en buena medida de las predisposiciones, cálculos y pactos establecidos por sus élites, estos factores determinarán en gran medida si habrá o no apertura, y fijarán importantes parámetros vinculados con la magnitud de una posible liberalización en el sistema de derechos, libertades y una eventual democratización por ejemplo de los procesos electorales, tan limitados hasta el momento, lo cual es una vergüenza para el país.

Esa dinámica pasa igualmente por hacer una valoración estratégica de las fuerzas o influencias que puedan quedar del Gobierno saliente, en las diferentes estructuras del Estado, y cómo las mismas pueden afectar o no, la marcha del nuevo régimen político democrático, pues no se debe olvidar que la actual clase política dominante, surgió a la arena electoral mediante reiterados intentos de golpes de Estado, por lo que, se debe hilar fino, respecto de la manera de calmarlos y convencerlos respecto de los ideales democráticos liberales y sociales. En relación a la anterior idea, resulta oportuno traer a colación, algunas consideraciones de un respetable candidato presidencial, que declaró públicamente que, si llegaba a ese cargo, iba a ratificar al actual Ministro de la Defensa, lo que suscitó en las redes sociales, duras y groseras críticas hacia él, en lugar de proceder esas personas a tratar de entender la justificación de esas incomodas, pero tal vez certeras opiniones, pues de otra parte, la política no puede seguir siendo apreciada o juzgada de una manera tan simple o visceral, como se hace.

En definitiva, el tema no es sencillo, por eso debemos prepararnos con cabeza fría y planificación política para enfrentar en el corto o mediano plazo, un fenómeno como el de la transición que tiene de por sí, tantas aristas y laberintos jamás explorados en nuestro país; pero que necesariamente nos debe llevar a pensar, establecer y legitimar un orden democrático alternativo al orden autoritario, que capte seguidores y lo fortalezcan, pues debe quedar claro que con la derrota electoral de Maduro en el 2024, no se producirá una ruptura definitiva con el autoritarismo, con el que tendrán que entenderse hasta su total salida de los cargos de poder, pues si aún quedan perezjimenistas, no dudamos que, en los próximos años de democracia quedarán psuvistas, que lucharán con métodos propios de ella, para recuperar el poder, con el que tanto daño han hecho.

 

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