Neuro Villalobos: La política como profesión

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El país vive soportando estoicamente el más bestial desbarajuste económico y la degradación moral más profunda en el ejercicio de la política, que lo mantiene en estado de postración. Neuro J. Villalobos Rincon.

Se dice que la política es el ejercicio de las acciones llevadas a cabo por los políticos que han escogido dicha actividad como profesión. Es necesario, es obligante en aras de la objetividad, distinguir entre los políticos que ejercen la política como una profesión para toda la vida o buena parte de ella, y los políticos que la ejercen por ocasión o por un interés predeterminado. La vida, no obstante, tiene muchas definiciones. La propia Iglesia Católica la conceptúa como el arte del encuentro, aunque haya tanto desencuentro por la vida y por eso hace tanta falta el ejercicio de la política bien concebida. Si se quiere vivir en sociedad y en santa paz, es necesario vivir con alegría, porque hay quienes traman el mal y viven siempre mediante el engaño y la mentira, lo cual genera conflictos.

Cada uno de nosotros, dice la Iglesia Cristiana, está llamado a ser un artesano de la paz, uniendo y no dividiendo, “extinguiendo el odio y no conservándolo, abriendo las sendas del diálogo y no levantando nuevos muros”. En otras palabras, se requiere que la política sea ejercida por políticos de profesión, honestos y probos,

En ese sentido, el político de profesión debe convertirse en un mediador entre las distintas clases sociales y entre éstas y el Estado, que ven y tratan de vivir la vida desde distintas perspectivas, y no como un político de ocasión que se convierte en un intermediario. La diferencia entre ambos es que el mediador no se guarda nada para sí mismo sino que se entrega generosamente sabiendo que la única ganancia es la de la paz, en tanto que el intermediario busca agradar a todas las partes, con el fin de obtener una ganancia para sí mismo”, y ese no debe ser el propósito de la política, “la grandeza política se muestra cuando, en momentos difíciles, se obra por grandes principios y pensando en el bien común a largo plazo”, como nos dice el Papa Francisco en su Encíclica “Fratelli Tutti”, varias veces citada en mis articulos.

El autor Yuval N. Harari en su libro “21 lecciones para el siglo XXI”, nos advierte que para enfrentarnos a las disrupciones tecnológicas y económicas del siglo XXI, necesitamos desarrollar nuevos modelos sociales y económicos tan pronto como sea posible. Dichos modelos deberían guiarse, según su parecer, por el principio de proteger a los humanos y no los empleos. Esa advertencia también debería ser considerada por los políticos de profesión si su fin último es el ejercicio del poder para conducir una Nación.

En un artículo anterior que titulé “El presente y el futuro lo exigen” expresé que están en evolución otras razones a nivel de la economía mundial y del desarrollo de las naciones que nos obligan a ponerle fin rápidamente a esta tragedia histórica que sufrimos los venezolanos. Esa es una condición necesaria, aunque no suficiente, para poder afrontarla con el conocimiento y la inteligencia que el presente y el futuro demandan, con medidas apropiadas en todos los aspectos de la vida social y que nos merecemos como seres humanos. Me refiero al desarrollo científico y tecnológico y su impacto sobre el conocimiento y el de éste sobre quienes dirigen o aspiran dirigir la economía y el poder en nuestros países atrasados.

La otra razón es el fenómeno bautizado como “el cisne verde”, relacionado con el efecto climático y sus desastrosas consecuencias sobre nuestras economías dada su interdependencia mundial. A todo ello habría que sumarle las pandemias y epidemias de carácter cíclico que tienen efectos terribles sobre la salud de los humanos y por supuesto en la actividad productiva de los pueblos.

Como podemos observar en este vuelo rasante que parece imaginario, la situación de la humanidad en las diferentes naciones es más compleja de lo que parece, y eso también deben saberlo los políticos de profesión porque los pueblos no se extinguen por suicidio, probablemente no podamos encontrar todas las respuestas a nuestras preocupaciones e inquietudes, pero no por eso debemos renunciar a plantearnoslas, como ha dicho Michael Foucault.

nevillarin@gmail.com

 

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