En el artículo anterior enfocamos el porqué de un Estado Ciudadano en la necesidad de suplir el déficit democrático en cuanto a sus valores, el ejercicio de las libertades individuales y la participación ciudadana libre y plural.
En este vamos a centrarnos en el cambio cultural del individualismo al constructivismo que necesita la sociedad venezolana, que se dice fácil, pero no lo es. Ello en razón a que pasar de ser una sociedad que se ve a sí misma ocupada de su superación personal y familiar, sin sentido de país, a una que mire hacia afuera, exige concientizar la importancia de ese tránsito social y ello debe germinar de una realidad vivida.
(A modo de aclaratoria hablamos de constructivista para no decir colectivista, para que no se confunda con la idea de colectivo, tumultuoso o delincuencial, que es en lo que se ha tergiversado el concepto)
En la venezolanidad han pasado muchas lunas con el mismo padecimiento social, y es hora, a mí juicio, de cambiar, lo exige, demás, el espíritu de los tiempos. Ya que desde la colonia venimos arrastrando, gracias a la diversidad de clases sociales que dejó la independencia, al caudillo que llegó para quedarse y a las élites (cogollos) que han impuesto su voluntad, el individualismo como norma de vida.
Abona en este sentido, el tema de la renta que creó un habitante cómodo que esperaba que todo se lo resolviera papá Estado. Además, un país que fuera de las élites esta atomizado, cada quien en los suyo.
Que, además, en estos últimos años ha padecido un gobierno revolucionario socialista de corte autoritario que generó la crisis economía, social y política más espantosa de nuestra vida democrática.
Y es allí donde está la necesidad de cambio porque toda crisis crea sus oportunidades. En efecto, el chavismo quedó entrampado en su propia madeja legal de doble institucionalidad, red hospitalaria tradicional vs. barrio adentro; al sistema educativo tradicional vs. misiones educativas; alcaldías vs. comunas; la CRBV vs. órdenes presidenciales… que se entrelazan y solapan, unas tienen éxito y otras fracasan, pero que se han ido ejecutando, a trocha y mocha, porque el Estado impone el orden, como dice Lechner.
Con ello, desde el Country Club de Caracas hasta el caserío más humilde han creado consejos comunales. Pero como una forma de organización social, que como el gobierno lo dice vamos hacerlo, no para favorecer a una parcialidad política. Por esta razón son muchos los ciudadanos que se han revelado cuando ven que se les quiere manipular políticamente (esa es la razón de ser de las UBCH como órganos partidistas dentro de los consejos comunales y comunas, ya que lo que el gobierno lo que no puede controlar le superpone una autoridad partidista).
En el marco de la contradicción: – expropia y destruye la empresa privada y luego las devuelve, – establece la universalidad de las pensiones y después crea una ley para que sean las empresas paguen, – se exhibe una riqueza que contrasta con los sueldos, jubilaciones y pensiones de hambre, – vende un socialismo como sistema político que contrata con la desigualdad social que creó… allí está el caldo de cultivo: la gente entendió que no le pude dejar a unos pocos la conducción del país, porque lo destruyen.
Esta necesidad de cambio hacia la participación, inclusión, reconocimiento, pluralismo… se afianza en ese sentimiento democrático que prevalece sobre todas las cosas, poque el venezolano es demócrata y cree en el voto como mecanismo del cambio político.
Ustedes dirán ¿pero si el gobierno empoderó a la ciudadanía para que participara en los asuntos públicos? ¿Creó una constitución? Y es cierto. Pero no es menos cierto, que no educó a la sociedad para su ejercicio en libertad, colocando las instancias comunitarias al servicio del partido político oficialista. De allí, que parte de la sociedad no cree en el estado comunal, ni les interesa tampoco. Pero otra parte sí fue formada: los seguidores, al sector oficialista, que llaman, dándole las herramientas para construir el socialismo, el poder popular y el estado comunal. Pero más que formación se les dio un hacha con la cual debe excluir al otro sector que no cree en lo que ellos creen.
Es un cálculo perverso del gobierno netamente electoral y dañino para la sociedad venezolana, hecho exprofeso, porque con sus aliados y partidarios gana las elecciones, no necesita al resto.
Con esas dos mitades, dos sociedades, dos bandos, que se satanizan y excluyen mutuamente, no se puede construir un país.
Siento que ahora hay conciencia en torno a unir a la sociedad venezolana, independientemente del gobierno. Realmente, la gente siente que o les deja el país a unos pocos (llámense como se llame) o asume la responsabilidad que le corresponde en la defensa de lo que es de todos. Pero, saben también que necesitan al Estado, pero no cualquier Estado, un Estado que tenga como fin el fortalecimiento de la sociedad, para que eso funcione.
Un Estado que forme, que eduque a la ciudadanía para su organización, para la participación libre y democrática. Un Estado que cree un poder público, un poder ciudadano, que a nivel nacional se encargue de dicha organización en cada sector, parroquia, municipio… es la institucionalización de la sociedad.
Por tanto, después de un ejercicio democrático deficiente y una revolución socialista, ha pasado mucha agua bajo el puente, siento que en la sociedad venezolana surgió la necesidad de cambiar del individualismo al constructivismo, para salir juntos a trabajar por el país.
Carlotasc@gmail.com – @carlotasalazar