Cesar Guillen: Las revoluciones en el mundo

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Después del 1.789 la revolución transformó la realidad francesa. La aristocracia del antiguo régimen fue reemplazada, y se hizo tabla rasa del feudalismo al liberar a los campesinos de los impuestos de toda índole. Sin embargo, no fue el pueblo llano quien promovió y dirigió la revolución, fue la clase media comercial e intelectual, es decir la capacitada burguesía que marcó la transición del feudalismo al capitalismo. (Único resultado perdurable hasta la fecha, de ese hecho histórico).

Pero no fue la primera revolución social como se cree. La revolución inglesa había ocurrido 100 años antes (1.688) y vinculó al poder a comerciantes, artesanos y a los dueños de las tierras. Se sustituyó a la monarquía absoluta por un gobierno representativo (Parlamento). También puso fin a la hegemonía de la iglesia y despejó el camino para el Capitalismo. Fue una revolución de la clase media, con teorías políticas basadas en los derechos del hombre, que llegaron mucho antes a los intelectuales de América y de Francia.

En la segunda revolución social, la norteamericana (1776) pese a la invocación del derecho natural, la jerarquía social basada en la riqueza no sufrió alteración ninguna. Una sociedad que se constituyó con base al trabajo como única fuente de progreso, igualdad, justicia y bienestar. Estados unidos e Inglaterra hicieron sus revoluciones con racionalidad y a pesar de los siglos transcurridos, siguen como naciones estables y desarrolladas. Los revolucionarios rusos, chinos y peor aún los latinoamericanos, hicieron una interpretación revolucionaria que solo los asemejo a las satrapías absolutistas.

La revolución francesa demostró que la naturaleza del hombre no puede ser modificada por la ideología. Su interpretación como el remedio de todos los males, solo influyó en la muerte de miles de inocentes. La violencia y el terror asolaron a todas las clases sociales, dejando un caos que degeneró en la dictadura Napoleónica. (Proceder repetido a través de la historia por Lenin, Stalin, Mao, Fidel).

El tratar de modificar la naturaleza humana, de cambiar hábitos y costumbres, sentimientos y religión, por patrones radicales demostraron ser un fracaso y un baño de sangre innecesario, y que el pensamiento único conduce siempre a la opresión y a la destrucción. Todos los ideales de los radicales franceses fueron contradictorios con los originales de la ilustración (El Conocimiento y la justicia social).

El icono de nuestra atrasada región latinoamericana es el esperpento denominado “la revolución cubana”. Esta irresponsable burocracia comunista ha devorado desde sus inicios casi unos 10 mil millones de dólares en ayuda exterior. Hoy todavía, subsiste precariamente por el dinero venezolano, en un acto de sumisión inconcebible. El romántico guerrillero de la “sierra maestra” se convirtió en un cómplice inmoral de la tragedia de su pueblo y guardo silencio cuando la URSS invadió Checoeslovaquia.

En lo que respecta a las positivas y novedosas reformas económicas que los antiguos países comunistas (China, Vietnam, Laos,) implementaron a través de la libre inversión, muestran resultados convincentes de mejoras en la calidad de vida, sobre todo en los sectores menos favorecidos. La verdadera justicia es dar a cada quien lo que se merece y no a todos lo mismo, esto último es la idea del populismo socialista.

El alterar esto, hace que solo un grupo de privilegiados se encarguen de “Repartir la pobreza” a las mayorías, mientras se benefician descaradamente de las riquezas. Es típico del socialismo, el manipular el resentimiento y las tradiciones religiosas y culturales de los pueblos, para justificar su legitimidad. En el socialismo la libertad está igualmente limitada, con el agravante de que la dictadura del pueblo se ejerce en su nombre por un grupo, resultando la opresión el precio de la liberación.

Las ideas y puesta en práctica de la abolición de la esclavitud, no son de los socialistas, fueron producto de la necesaria libertad de la mano de obra del capitalismo industrial moderno, decretado en Londres en 1840, por la sociedad abolicionista inglesa.

Hay algo esencial y es que el socialismo “reproduce sus males”. Mientras, el capitalismo es la alianza entre una dosis de humanismo, con un pragmatismo comercial bien concebido. Por ello ha resultado como sistema más estable de lo que se creía, y disfruta del monopolio de la ideología… Así de simple.

 

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