Jesús Alberto Castillo: El verdadero bloqueo

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Ayer domingo, cerca de las 11 de la mañana, transitaba por la pintoresca plaza de mi pueblo. El sol caía inclemente sobre mi tostada piel. La vistosa iglesia, con su fiel campanario, despedía a los consecuentes feligreses que acudieron a la misa en honor a la Santísima Trinidad. Sus rostros estaban llenos de regocijo y, luego, se fueron dispersando rumbo a sus respectivos hogares.

Saludé a todo aquel que me encontré en mi apresurado andar. De repente, escuché una voz que decía: ¡Profesor Castillo, tenga la bondad que quiero hablar con usted! Era un trabajador de la alcaldía, como de 30 años, que me invitó a sentarme con él en uno de esos bancos de cementos que adornan la bendita plaza. Se mostró muy amable.

Tomé asiento. Enseguida me dijo; “Profesor, dígame la verdad, cómo van las cosas en la oposición. Es que ya no aguantamos más y queremos cambio”. Le dije: “Mi querido amigo, las cosas van bien. La gente quiere cambio y va a votar para salir de esta pesadilla. Los líderes de la oposición estamos poniendo nuestro granito de arena para consolidar la unidad y defender el voto el 28 de julio. Tenga confianza en que el liderazgo opositor no le fallará. Haga usted lo propio. Salga a votar con optimismo ese día para lograr la libertad de Venezuela”.

El buen hombre fue sincero con sus palabras: “Precisamente, le preguntaba eso porque es importante que se unan y den una señal de seguridad a los electores para salir a votar por Edmundo. Es que nos estamos cuidando en la alcaldía. Hay muchos trabajadores que han sido amenazados si votan por la oposición. A varios le han bloqueado el pago de su sueldo y bono. Al resto de los trabajadores los están intimidando y le han dicho que los bloquearán si no van a las concentraciones del PSUV”.

¡Que le parece!, me refirió con vehemencia. “¡Cree usted que eso es justo de un gobierno que dice estar con los trabajadores! ¡Eso es el verdadero bloqueo, no lo que dicen los personeros del gobierno!  Dese cuenta cómo compran carros importados de lujo. Si hubiera bloqueo económico desde afuera no habría ese tipo de vehículos en manos de gobierneros y amigos. El verdadero bloqueo es el que le están aplicando a los humildes trabajadores”.

El noble hombre me estaba dando una gran lección con su discurso coloquial. Así que no me quedó otra opción que asentar con la cabeza lo que señalaba. ¡Así es, querido amigo!, repetí sorprendido. Con un apretón de manos le insté a que tuviera fe y saliera sin miedo a producir el anhelado cambio con su voto. Me dijo que así será y se comprometió en transmitirle ese mismo ánimo a sus compañeros de trabajo y familiares. ¡Con la fuerza de Dios saldremos de este tipo de bloqueo!

Politólogo y profesor universitario

 

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